miércoles, 23 de junio de 2021

Cacerolada contra los okupas en Irun

Noticia publicada en Diario Vasco, el miércoles día 23 de Junio de 2021.

Cacerolada contra los okupas en Irun

Vecinos de la calle Pinar protestan contra las borracheras, peleas y destrozos que causa el grupo de personas que ha tomado un local en desuso

Varias vecinas participan en la cacerolada de ayer. / DE LA HERA

 


IÑIGO MORONDO

Vecinos de la calle Pinar de Irun salen a sus balcones y ventanas armados con cazos y sartenes para denunciar con todo el ruido posible la situación que padecen desde hace meses. El lunes estrenaron este método de protesta, ayer se sumó mucha más gente y piensan mantenerlo cada día de esta semana «a las 21.00 horas. A ver si así conseguimos que las autoridades hagan algo», explica Juana Mari Erro, una vecina que secunda la idea.

Hace casi un año que un local de esta calle fue okupado. «No siempre están los mismos», apunta. Por esa razón, ha habido tiempos de mucha molestia y otros mucho peores. Las últimas semanas se está alcanzando una situación insoportable. « El domingo la policía vino cuatro veces. Ertzaintza y Policía Local», cuenta Tito Carballo, presidente de la AVV del barrio. «Por la noche, a mediodía, a las tres de la tarde y a las ocho». ¿Por qué? «De todo. Están borrachos todo el día, gritando y se pegan entre ellos o con otros y han causado destrozos en varios coches, han roto dos veces la persiana de la tienda de alimentación de al lado, han reventado mobiliario público, acosan a los vecinos... El otro día uno de ellos estuvo corriendo por la calle totalmente desnudo. En plena tarde. Y no vamos a hablar del ir y venir de drogas».

Local de la calle Pinar de Irun en el que habitan los okupas desde hace casi un año. / de la hera

Los problemas se dan de noche y de día. «Es increíble que cuatro indeseables tengan a todo el barrio en vilo», lamenta Carballo. «Y mientras, el Ayuntamiento y la Ertzaintza nos dicen que es solo un foco, que en otros barrios están peor. ¿Cuánto peor hay que estar para que alguien haga algo?», se pregunta Erro. «Los chavales ya no quieren ni pasear al perro. El olor que sale del local es terrible. Están cocinando con hornillos y ese local está lleno de basura; cualquier día se lía».

Los negocios de la zona sufren igualmente la actividad de ese grupo de okupas. Una comerciante incide en que «no siempre son los mismos. Hubo un tiempo en el que había uno que se paseaba con un cuchillo. Ahora ya no está. Hubo otro que entraba a robar al supermercado todos los días. Y todo así. Todo el día borrachos, liándola y pegándose entre ellos o con otros. Esto es insostenible».

Miedo

Por todo eso se han puesto en marcha estas caceroladas. «Y si Ayuntamiento y Ertzaintza no nos dan una solución, estamos dispuestos a cortar la calle para ver si con eso conseguimos alguna reacción», avisa Carballo. «La gente se está enfadando porque no puede dormir, porque no puede descansar, porque no se atreven ni a dejar el coche en la zona ni a que sus hijos bajen solos a la calle. Hay vecinos que están empezando a pensar ya cosas raras».

Erro reclama una inmediata intervención institucional. «Sabemos que hay una pandemia. Sabemos que cada día llega aquí mucha gente que está haciendo un camino muy difícil y necesita ayuda. Pero un Ayuntamiento no puede abandonar a sus ciudadanos y eso es lo que está pasando. Aunque este problema va más allá del Ayuntamiento, porque el asunto está denunciado y los jueces tampoco están haciendo nada, tampoco la Ertzaintza». Ella, que cuenta con una larga experiencia en la relación con las instituciones desde el asociacionismo, recuerda que «Irun es una ciudad y además es frontera; en lugar de reforzar una serie de servicios y aumentar la seguridad, Diputación y Gobierno Vasco la tienen completamente olvidada».

Quizá por todo el revuelo que han armado los residentes, ayer por la tarde los okupas desaparecieron. A la hora de la cacerolada tampoco estaban las maderas que sustituían el cristal del escaparate. «Se las ha llevado un vecino. A ver si de esta ya no vuelven», deseaba otra comerciante de esta calle mientras aporreaba un cazo.

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