La casualidad quiso que el marido de la dueña del bar de Irun, donde una camarera presuntamente se apropió de 116.000 euros adelantase aquel día unos minutos su llegada al local y descubriera, en un lugar visible, una pulsera informática para manejar la caja registradora desaparecida meses atrás.

“Sólo estaba ella” en el local, ha explicado este hombre, quien durante el juicio por estos hechos ha recordado que previamente se había “buscado” sin éxito durante mucho tiempo la pulsera extraviada y luego apareció en un lugar donde todos los empleados habían trabajado “todos los días” y ya se había mirado previamente. Era “imposible” no haberla visto, ha dicho.

“No me hizo falta pedirle explicaciones”, ha detallado este hombre. “Le pregunté: ¿y esta pulsera?, pero ella se quedó “callada”. “Entonces lo comprendí todo”, ha rememorado el testigo, quien ha descrito también la “decepción y disgusto” que sintió entonces.

Seguidamente, llamó a su esposa y le contó lo ocurrido, tras lo que ambos se dirigieron a la empresa que les presta el servicio de cobros informáticos con estas pulseras y constataron que “ese mismo día había habido movimientos” de caja con el dispositivo que creían perdido.

Confianza

“El sistema informático te dice todo: la hora, el minuto, el día y quién estaba y quién no”, ha detallado el testigo que ha explicado que la dueña del local, que en ocasiones llegó a facturar hasta un millón de euros anuales, no descubrió antes lo sucedido por la “confianza” que tenían en sus empleados.

En esta misma línea, la propietaria del negocio ha señalado que la pulsera estuvo perdida entre mayo y septiembre de 2019, período durante el que el sistema informático no debería haber registrado “ninguna operación” con ella y sin embargo la empresa que gestionaba este servicio le mostró “un listado” entero de intervenciones realizadas, según ha comentado, cuando la acusada estaba “sola”.

Tras recalcar que “nunca” autorizó a la inculpada a utilizar la pulsera con su consentimiento, esta mujer ha explicado que más adelante puso los hechos en conocimiento de sus abogados, quienes le aconsejaron que, antes de despedir a la sospechosa, siguiera trabajando un tiempo “como si no pasara nada”, lo que le permitió comprobar que la camarera también realizaba manipulaciones con su propia pulsera de empleada.

Para explicar la falta de dinero del negocio, el perito encargado de calcular la cantidad sustraída ha aclarado que el sistema tiene dos formatos: uno que permite emitir un tique con concepto “subtotal”, que es provisional y que es modificable con la pulsera, y un segundo denominado “total”, que ya es definitivo.

“Subtotal” y “total”

De esta manera, si un cliente se da por satisfecho con el tique del “subtotal” y hace su pago la operación puede ser luego borrada del sistema o modificada con otros conceptos sin que quede registro de ella en la caja.

Por su parte, la camarera procesada ha negado las acusaciones en su contra, ha afirmado que “nunca” se apropió del dinero de la caja del local y ha asegurado que cuando ha utilizado la pulsera “maestra” de su jefa lo hizo siempre con su consentimiento.

Además ha explicado que con su propia pulsera de empleada podía hacer devoluciones y correcciones en caso de equivocaciones en las comandas y por otros conceptos, algo que en ocasiones hacía ella misma con su propio aparato cuando otros compañeros del local, novatos o menos expertos, así se lo pedían o en los casos en los que su jefa invitaba a familiares o a amigos.

Preguntada sobre a razón por la que con su pulsera se realizó el 70% de este tipo de operaciones en el local entre los años 2016 y 2019, ha indicado que no recuerda el número porque fueron “muchas”.

Una decena de camareros

Asimismo, ha dicho que en aquel período pasaron por el establecimiento unos diez camareros que utilizaron indistintamente sus pulseras y que en ocasiones las tres pulseras “maestras” de los gerentes se quedaban en el bar y cualquier empleado podría haber tenido acceso a ellas.

En la parte final del juicio, la Fiscalía ha mantenido su petición de cuatro años de cárcel para la acusada por un delito continuado de apropiación indebida, por el que también ha solicitado para la acusada una multa de 3.000 euros y que indemnice a la propietaria del bar, con 116.186 euros.

La defensa ha pedido la libre absolución de su clienta al considerar que no se han probado las acusaciones ni se ha acreditado que la acusada se haya apropiado del dinero.