Impulso eléctrico y a pedales
La Semana de la Movilidad promocionó ayer los modos alternativos para moverse por la ciudad
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
Existe un consenso general en cuanto a la mejor forma de trasladarse de un lugar a otro. No hay nada como ir andando. El gasto que supone es cero, evita que se creen atascos, no provoca ni atisbo de contaminación y, además, es una actividad realmente beneficiosa para el cuerpo humano.
La realidad, sin embargo, se aleja mucho de facilitar una vida peatonal cuando nuestros centros de trabajo se alejan kilómetros de nuestras viviendas, cuando nuestros desplazamientos requieren ir acompañados de material pesado, cuando el día está tan lluvioso como los que estamos padeciendo últimamente o cuando se produce cualquiera de tantas circunstancias que impiden el desplazamiento a pie o lo desincentivan lo suficiente como para que renunciemos a él. En las últimas décadas los municipios se han llenado de coches, las calles y las carreteras se han saturado y no son pocas las ciudades que han aplicado restrictivas normas de circulación para combatir una contaminación aérea que se les estaba volviendo insoportable.
La batalla que de unos años a esta parte han emprendido las instituciones trata de que el vehículo particular no sea la única opción para el que no camina y que dentro de elegir esa opción, resulte lo más sostenible posible. Ayer, con motivo de la Semana de la Movilidad, la plaza del Ensanche y su entorno inmediato mostraron que existen alternativas y que son perfectamente viables, cómodas y eficaces.
Vaivén de bicicletas
La jornada arrancó con una particular edición de Merka2dasoa, el mercado de segunda mano que organiza y promociona Servicios de Txingudi. En esta ocasión, fue monotemático, ligado en exclusiva a objetos relacionados directamente con la movilidad urbana sostenible. Bicicletas de todos los tamaños, estilos y precios fueron el principal atractivo del evento, pero no estuvieron solas, patines (tanto de los de manillar como 'rollers'), monopatines, cascos, protecciones y portaniños para bicis completaban la oferta.
«Yo pasaba por al lado y me he acercado al ver esta bici», explicaba Javier. «Es una Elvish, una marca francesa no muy conocida pero muy buena. Compré una de estas en Ciclos Lekuona, en el año 81». No descartaba llevarse alguna de las que allí había, aunque «el precio es alto, porque estas bicis eran muy buenas».
La que sí se llevó premio fue Silvia, una joven irundarra que buscaba «exactamente esto. Una bici de paseo que me pueda llevar de casa al instituto». Era una de estas que se califican de 'vintage' pero lucía muy buen estado. «No creo ni que la vaya a pintar». Sabe que de casa a clase no disfrutará de bidegorris, «tendré que ir por la carretera. Entiendo que no haya sitio para meter carriles bici en el centro, pero entonces tendrán que cambiar las normas para que vayamos más seguros».
«Ha venido mucha gente a traer bicis y otros artículos para la venta y aunque ha habido un rato de lluvia fuerte, cuando íbamos a abrir, teníamos cola de gente esperando», contaba Aiala Eceiza, que junto con Ion Iruretagoiena y Javi Tapiz eran los encargados de formalizar las ventas. «La verdad es que ha habido bastante movimiento a pesar de que el día no ha acompañado. Como a ratos dejaba de llover y éste es un sitio por el que pasa mucha gente, hemos tenido muchos visitantes».
Otras alternativas
Que la bicicleta se ha convertido en un elemento clave en la promoción de una movilidad más sostenible está fuera de toda duda. Además, la tecnología está ampliando el espectro de usos y usuarios potenciales. «Las bicicletas eléctricas se venden cada vez más», explica Michel, de Ciclos Jaizkibel, la tienda de la plaza de San Juan que por la tarde, mostró en el paseo de Colón diversos modelos de bicis tradicionales y de las que llevan motor eléctrico. «Se usan para moverse por la ciudad sin esfuerzo, pero hay quienes las compran también para poder ir al monte con una ayuda que permite llegar a sitios a los que de otra forma igual no podrías llegar». La batería, dependiendo del uso que se le dé, puede durar en torno a los 100 kilómetros y «tiene la ventaja de ser extraíble para que la puedas llevar a casa y cargarla como un móvil».
En cualquier caso, no hay que confundirse: la bici no es la única opción. Para muchas personas los transportes colectivos son una posibilidad más real. A ellos se dirigía un pequeño stand en el que Jessica Cuadrado explicaba la aplicación para móviles de IrunBus. «Está muy bien, es súper práctica», afirmaba ella. «Ha habido gente que se ha mostrado interesada, se ha descargado la aplicación en el momento y les he podido explicar cómo usarla en su propio móvil. Estaban sorprendidos de toda la información útil y práctica que les daba la aplicación».
Nueva generación eléctrica
La apuesta del Ayuntamiento por transformar la movilidad también se quiere hacer notar en otras líneas. Porque efectivamente, los coches no van a desaparecer, ni mucho menos. Van a seguir siendo necesarios y van a estar presentes en gran número en las ciudades. En esos casos, la apuesta es por los motores eléctricos e híbridos. En ese camino se ha embarcado ya el consistorio, que aprovechó la exposición de ayer por la tarde para mostrar los modelos que utiliza en la actualidad. Por un lado los Twiz, unos cuadriciclos monoplaza totalmente eléctricos que no emiten ruidos ni gases, pero con un margen de uso más limitado que el del turismo estándar. Por otro lado, el coche patrulla híbrido que ya está usando la Policía Local y que marca una pauta de futuro: sustituir aquellos vehículos municipales que por edad se retiren de las calles por eléctricos o, al menos, híbridos. Esa apuesta está prevista también para la flota de autobuses urbanos que en un horizonte a medio plazo acabará siendo completamente eléctrica.
Los avances tecnológicos son continuos y permiten que hablar de esto no sea utópico. El concesionario irundarra Gaursa mostraba ayer una furgoneta de Nissan para usos profesionales que lucía la pegatina '100% eléctrica'. «Tenemos muchos clientes en la ciudad y en la comarca que ya la están usando», aseguraba Elena, responsable del stand. «Se puede adaptar para ampliar las plazas de pasajeros o usarse para llevar material de algunos gremios. Hay restaurantes que las usan para trasladar su materia prima, en algunos casos, en el monte, teniendo que subir empinadas cuestas». La cuestión es que su motor eléctrico «no tiene marchas. Lo que llevan es una aceleración progresiva que le da muchísima fuerza para poder tirar». En función de cuanto se le exija, varía la autonomía, pero «de uso real normal, podemos estar hablando de 100 kilómetros, con un coste de 'repostaje' muy muy pequeño»
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