Noticia publicada en Diario Vasco, el martes día 25 de Mayo de 2021.
«Hay mucha 'titulitis', pero es más importante el pensamiento crítico»
Cristina Martínez Otras formas de aprender en Chris' Escuela de Idiomas
Cristina apuesta en su escuela por una educación inclusiva para aprender idiomas adaptándose al alumno
1925. Londres. El acto de clausura de la British Empire Exhibition. Todo el mundo está expectante. Se hace el silencio en el Estadio de Wembley para escuchar al príncipe Alberto. El duque de York comienza su discurso y, aunque lo intenta, no puede controlar su tartamudeo. Sale abatido del acto y pensando que nunca podrá curarse. A los días, su mujer, descubre a un fonoaudiólogo australiano que vive en Londres. Isabel convence a su marido para que acuda a una primera sesión con Lionel Logue. Desde el primer momento, el profesor rompe con la etiqueta real y además de llamar 'Bertie' al monarca, comienza a utilizar métodos demasiado originales para la casa real. Logue apuesta un chelín con el príncipe Alberto a que puede recitar el monólogo de 'Hamlet' mientras escucha 'Las bodas de Fígaro' con unos auriculares. El profesor lo graba todo con un gramófono y... ¡por Shakespeare! El duque de York no tartamudea. Este es solo un ejemplo real de que otra educación es posible. Otros métodos son posibles y una educación inclusiva o adaptada a cada persona es posible y mucho más eficaz. Si el príncipe Alberto pudo no tartamudear, cualquiera puede aprender idiomas. Sea cual sea su situación. No hace falta viajar a Londres ni a 1925. La solución está en la escuela de idiomas de Cristina.
–Me han contado que en tu escuela escriben cartas, pero también juegan al Minecraft en el ordenador. ¿Es real o me engañan?
–Es real, sí. Tenemos un proyecto de Minecraft con Cambridge y nos carteamos con personas de muchos lugares del mundo. Es lo mejor para aprender idiomas: hablar con gente de otros países y aprender con formatos que nos gustan.
«Intentamos siempre buscar programas novedosos para aprender idiomas» EDUCACIÓN
«No queremos que vengan a estudiar cuatro palabras y aprobar un examen, existe otra visión» EXPERIENCIAS
–¿Y los libros?
–Los libros también, claro, pero hay tiempo para todo. Yo creo que, sobre todo para la gente joven, hay que buscar fórmulas que les motiven. Tengo alumnos que me piden más deberes, que quieren aprender más. Eso es buena señal. No podemos pensar que no quieren estudiar y cruzarnos de brazos. Si no estudian, tal vez sea por algo. Tal vez haya un motivo para esa desmotivación.
–Existe otra forma de enseñar...
–Yo creo que sí. Desde que abrí la escuela, mi objetivo ha sido lograr una educación más inclusiva. No quería seguir el formato tradicional. Hay muchas formas de enseñar. Aquí, por ejemplo, trabajamos con proyectos. Seguimos unos objetivos, claro, pero intentamos siempre ir más allá. Por eso, involucramos al alumnado en proyectos como el de Cambridge y el Minecraft o en la red de cartas para que hagan amistades por todo el mundo. Intento siempre buscar programas más novedosos. Otro ejemplo, las estancias en el extranjero no las trabajamos en grupo.
–¿Por qué?
–Primero porque si van en grupo practican menos el idioma y segundo, y lo más importante, porque la experiencia de viajar en solitario aporta un aprendizaje único. Así les obliga a hacer amigos allí, a apañarse por su cuenta, a ganar autonomía e independencia... Es toda una experiencia. No solo aprenden el idioma, vuelven habiendo crecido muchísimo. Siempre digo a las familias que inglés aprenderán más o menos, pero que de la vida aprenderán muchísimo.
–Se nota que hablas desde la experiencia. ¿A ti también te ha tocado apañarte en el extranjero?
–A mí los idiomas me han dado muchas oportunidades, por eso abrí la escuela: quiero que la gente pueda disfrutar de esas experiencias. Los viajes y los idiomas me han traído muy buenos momentos y experiencias, quiero que mis alumnos puedan decir lo mismo en el futuro. Por eso también, antes de la pandemia teníamos talleres diferentes que les aportaran otra visión sobre los idiomas.
–¿Como qué?
–Gustó mucho un taller de escritura china que hicimos. No queremos que esto sea venir a aprender cuatro palabras y aprobar un examen. Y para eso también es importante adaptarse al grupo. No damos todas las clase iguales. Aunque tengan la misma edad o el mismo nivel, siempre tenemos en cuenta las peculiaridades del grupo.
–¿Cómo hacéis eso?
–Fíjándonos mucho. Mira, hace poco nos dimos cuenta de que un alumno con todo lo que le dábamos por escrito no interiorizaba ni aprendía nada. Sin embargo, todo lo que hacíamos con ordenador lo bordaba y era el más rápido. Pues bien, ahora se lo damos todo para hacer en el ordenador. O si hay alguien que en grupo no se apaña bien, pues viene solo. También hemos empezado a fijarnos mucho en personas con dislexia. ¿Qué nos cuesta hacer cosas que faciliten el estudio? Si podemos dar las hojas en otro color, pues las damos. Hacemos también muchas dinámicas y nos adaptamos a sus necesidades. Es lo importante.
–El curso que viene vais a dar un paso más en esa educación inclusiva, ¿verdad?
–Sí, además de seguir trabajando la dislexia, también prestaremos atención a alumnos con altas capacidades. Tienden a esconder su talento y a no mostrarse como son y parece que molestan en clase, pero es porque no hacen nada por captar su atención. Aquí vamos a trabajar con proyectos, con cosas para investigar, para que puedan desarrollar su pensamiento crítico. Aquí hay mucha 'titulitis' y yo prefiero que importe el esfuerzo y el pensamiento. Queremos implicar a los adolescentes, que hagan presentaciones, investigaciones, reflexiones... Nos adaptaremos a la edad e iremos cambiando de proyecto mensualmente, pero el objetivo será que piensen, ayudarlos a pensar.
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