Susana Ferreira: «La exposición nació con la idea de dar una vuelta al paisaje de Irun»
PINTORA Y ARQUITECTA
El Centro Cultural Amaia acoge desde ayer una muestra que reúne obras realizadas por la artista irunesa en los diez últimos años
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
Entrar en la exposición de Susana Ferreira es como abrir la ventana a una seductora y sensible interpretación de la Gran Vía madrileña, del Empire State Building neoyorkino o del irunés paseo de Colón. Es como ver la luz al final del túnel de Ingenieros de Bilbao o como sobrevolar una vía férrea con horizonte en Francia. Desde ayer y hasta el 13 de noviembre, la pintora irunesa muestra en el Centro Cultural Amaia 41 obras, en óleo y acuarela, realizadas a lo largo de una década. El paisaje urbano, su dedicación más reciente, domina la sala principal. El espacio intermedio acoge algunos de sus más queridos retratos y en la sala pequeña, se ha instalado su trabajo sobre la Alhambra, con el que, en el año 2006, realizó el proyecto fin de carrera en la facultad de Arquitectura. Desde entonces hasta hoy, su evolución apunta alto y no ha hecho más que empezar.
-Hace diez años terminó la carrera de Arquitectura en la UPV y empezó a ejercer su profesión, pero lo hizo por poco tiempo. ¿Pesó más su pasión por la pintura?
-Sí, totalmente. Durante la carrera, ya estuve dando clases de pintura. Cuando terminé los estudios, probé a trabajar como arquitecta, para ver lo que era. Pero a mí, lo que en realidad me gustaba era pintar, así que volví a la pintura y a las clases y con ello sigo diez años después.
-Continúa pintando y enseñando, pero su evolución es evidente.
-Yo intento transmitir a través de la pintura y del realismo, que es mi estilo, aquello que veo y me emociona. Pero en la exposición se van a ver obras diferentes. Los cuadros del principio, los de la Alhambra, son un poco más realistas. Luego, poco a poco, mi pintura ha ido evolucionando. Ahora hago mucho paisaje urbano, intento mezclar texturas, huyendo un poco del dibujo tan exhaustivo que ha caracterizado mi obra anterior. Intento no acabar los cuadros tanto como antes, porque antes los retocaba y los retocaba... Ahora mismo, lo que hacía hace diez años, no me llenaría. Estoy buscando, estoy experimentando. No sé a dónde llegaré o qué estaré haciendo dentro de cinco años. Estoy en una evolución. Me siento bien, porque sigo buscando y la búsqueda me satisface. Hay un cuadro en esta exposición que he dejado abierto, sin terminar. Tiene buena pinta, pero no sé cómo acabará. Lo he puesto ahí para que se vea que esto no está cerrado.
-Su exposición se distribuye en tres apartados. ¿Puede explicar cada uno de ellos?
-En el Amaia hay tres espacios que me han permitido distribuir la exposición. En la sala pequeña están los cuadros de la Alhambra, que hice para mi proyecto fin de carrera. En la sala intermedia, hay figura y retrato, que es un tema que me encanta. Es mi familia la que está ahí, la que me envuelve y me rodea en el día a día. Y en la sala principal, está el paisaje urbano de Irun, de Hondarribia, de Madrid, de Nueva York... La exposición nació con la idea de dar una visión diferente a la del Irun característico que conocemos en la pintura. Quería darle una vuelta. Hay cuadros de la estación del topo, del ferrocarril, del paseo de Colón... Cada vez encuentro más cosas que me atraen en esta ciudad. Pero también hay obras de otras ciudades, porque no me gustaría encasillarme con el tema Irun o en el tema Bidasoa. Lo que ocurre es que, al final, la mayoría son paisajes urbanos de aquí, porque lo que te rodea te condiciona mucho.
-Susana Ferreira tiene en su haber varios premios de pintura. ¿Alivian los concursos la dificultad de vender arte en este momento?
-En parte, sí. Los concursos son un aliciente y suponen una ayuda si consigues algún premio. Vender cuadros hoy en día no es fácil. Está muy mal. Incluso los pintores de renombre, que hacían alguna 'master class' de forma esporádica, están empezando a dar clases durante todo el año.
-Usted empezó a dar clases de dibujo y pintura en 1996 y, desde entonces, han pasado por su taller de la calle Pilar cientos de alumnos, niños y adultos. ¿Qué le aporta la enseñanza?
-Para mí, la enseñanza es una forma de transmitir algo que te gusta a gente que tiene interés en lo que tú haces. Esa es la base. También hay gente que llega, simplemente, porque quiere mejorar, sin imaginar que luego le va a apasionar tanto la pintura. Poco a poco, les vas guiando y ves cómo van evolucionando. Es muy bonito.
-¿Aprender a pintar está al alcance de cualquiera? ¿El talento salta a la vista desde el principio?
-Todo el mundo puede aprender a pintar. Unos lo harán mejor y otros peor, en función de sus capacidades y actitudes. Hay gente que tiene un talento especial, que lo muestra desde el principio. Pero también hay gente a la que no le ves nada al principio y luego va evolucionando y madurando y acaba haciendo algo brillante. Es algo que ocurre tanto en los niños como en los adultos. Hay gente que, sin ser talentosa, está tan motivada y le pone tantas ganas que avanza mucho y acaba siendo buena. Como en otros ámbitos de la vida, no siempre los mejores son los que siguen adelante. La gente que lucha es, al final, la que llega, porque el día a día de la pintura es bastante duro.
-Seguro que ha vivido días duros para preparar la exposición que podemos ver en el Amaia.
-Pue sí. Este año he trabajado un montón. Pintar es un proceso de estar solo, de lucha constigo mismo, día tras día y no todos los días estás igual. Hay días que piensas que las cosas no te van a a salir y sufres mucho. Ahora estoy haciendo un cambio en mi pintura, estoy haciendo cosas que no sé hacer. A veces te planteas si realmente quieres vivir así, pero quiero evolucionar como pintora y tengo que seguir.
-¿En quién se inspira cuando llegan los días duros?
-Pues en maestros como Javier Sagarzazu, que me ha enseñado mucho y en Alejandro Quincoces, con el que estoy abriéndome un camino diferente. Ellos han hecho la introducción del catálogo de mi exposición y les estoy muy agradecida.
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