Un camino largo para el primer centro cívico
El proyecto del Centro Cívico de Palmera Montero ha sido largo. Hace una década que el Pleno empezó a dar los primeros pasos para sacar adelante una operación condicionada desde su concepción. Ya entonces defendió el Gobierno municipal una mezcla de usos públicos y privados para diseñar un proyecto económicamente viable. Sin perder de vista el valor del para qué serviría, el futuro edificio era también el colofón para Palmera-Montero, esa ambiciosa transformación de unos suelos empresariales sin uso en el actual barrio residencial.
En los diez años transcurridos ha ocurrido de todo. Un concurso desierto que tardó años en repetirse; un problema constructivo previo a la obra al detectar que las viviendas cercanas carecían de cimentación; una complicada gestión de los suelos que tras una reforma legislativa del Gobierno Vasco pasaron a considerarse potencialmente contaminados... En cuanto a los usos, se planteó en un principio destinar la parte pública a tres servicios municipales (la Academia de Dibujo, el Taller de Cerámica y el Euskaltegi) completados con una sala de exposiciones, un punto de información juvenil y una biblioteca. Después llegó la idea de trasladar a una parte de todo ese espacio las áreas municipales que ocupan el edificio de Kostorbe para que el Ayuntamiento pudiera deshacerse de tan costoso alquiler. El PP propuso crear en el resto de suelo disponible un hotel de asociaciones que, finalmente, será uno de los usos, completado con la versión ampliada y mejorada del campus bidasotarra de Mondragon Unibertsitatea.
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