Noticia publicada en Diario Vasco,el jueves día 18 de Agosto de 2022.
Santano pide medidas en el peaje de Biriatu para evitar más episodios de «desesperación y hartazgo» en las calles de Irun
El alcalde reconoce que este primer impacto de la operación retorno, «un miércoles 18 de agosto no lo teníamos previsto, ni nosotros ni la Ertzaintza, pero cuando llega un colapso así, tampoco hay mucho que la policía pueda hacer»
El episodio de colapso viario que se produjo este miércoles ha llevado al alcalde de Irun, José Antonio Santano, a reclamar que se apliquen medidas en el peaje de Biriatu que impidan que se vuelva a repetir en las próximas semanas, en las que se esperan nuevas jornadas de intenso tráfico en la operación retorno de miles de personas que desde el sur de España y el norte de África regresan a países Europa.
En la lectura que Santano ha hecho de lo ocurrido ha señalado que el colapso comenzó en el peaje de Biriatu, «como todos los años, aunque en estos últimos dos, con las restricciones por la pandemia, no lo habíamos vivido». En ese periodo se ha sumado un ingrediente tecnológico clave que es la incorporación a herramientas como Google Maps de una información relativa a los atascos de los viales. «Lo que en 2018 y 2019 eran colas de 20 kilómetros en la autopista que acababan afectando al tráfico interno de la ciudad, esta vez han sido colas de 9 kilómetros y muchos más coches buscando vías alternativas». La primera y más clara, la GI-636, que hace las funciones de variante norte de Irun, se saturó enseguida. «Obviando el peaje de Biriatu, las salidas de Irun hacia Francia son dos y en ambas Francia tiene colocados controles y reducidos los dos carriles existentes a uno». Con la variante también marcada en rojo, los GPS empezaron a recomendar el centro de Irun que se llenó de matrículas francesas, alemanas, holandesas y belgas, entre otras, mezcladas con el tráfico local. Las colas se volvieron infinitas y alcanzaron no ya a la red urbana secundaria, sino incluso a las carreteras de las zonas rurales.
«A mí, como supongo que a los vecinos y vecinas de Irun, esta situación me provoca desesperación y hartazgo», ha dicho Santano, que no ha dudado en señalar el origen del problema «en el peaje de Biriatu. Es un peaje de autopista que se gestiona con un modelo de frontera, hasta con controles policiales. Ese peaje, lo sabemos todos, es un problema por su ubicación y por cómo se gestiona». Sabedor de que de aquí a finales de mes se volverán a producir situaciones similares Santano anunció que se quiere reunir con la diputada de Carreteras, Aintzane Oiarbide, para, con Bidegi de intermediario, dirigirse al Estado francés en busca «no tanto de soluciones definitivas, que habrá que reflexionarlas y negociarlas con más tiempo, pero al menos, con los medios que hay al alcance, aplicar arreglos para dar más fluidez al tráfico» cuando lleguen los próximos impactos de la operación retorno estival.
Levantar los controles
En ese sentido, el alcalde irundarra valora que la primera medida que cabe solicitar a Francia es «levantar esos controles que ralentizan aún más el paso en Biriatu», sin olvidar los que cortan sendos carriles en las mugas urbanas de Santiago y Behobia. También solicita «abrir en sentido Francia todas las cabinas que sea posible» y por supuesto, «mantener abierta la posibilidad de levantar las barreras si se producen colas kilométricas», medida que en su momento Bidegi ya solicitó a los gestores franceses al tiempo que se comprometía a aplicarla en sus peajes. «No va a ser fácil, pero ni nos podemos ni nos debemos resignar a que en lo que queda de mes se repitan en la ciudad estos episodios de desesperación y hartazgo».
A futuro «habría que replantear la ubicación de ese peaje que donde está lo que hace es resucitar el espíritu de una frontera que no debería existir», ha recordado Santano. También ha reclamado «una modernización de los sistemas de pago. No puede ser que mientras en el mundo se colocan arcos por los que pagas mientras pasas, sin reducir siquiera, en Francia mantengan el sistema de hace no sé cuántas décadas con el cesto al que lanzas las monedas».
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