domingo, 17 de mayo de 2020

Plaiaundi, más saludable que nunca

Noticia publicada en Radio Irun, el domingo día 17 de Mayo de 2020.

Plaiaundi, más saludable que nunca

Estado de calma. Apenas ha habido más aterrizajes y despegues que los de las propias aves y sus cantos han sonado con más fuerza

Paseo por el parque. Plaiaundi en primavera, un privilegio próximo y asequible. / FOTOS F. DE LA HERA
Paseo por el parque. Plaiaundi en primavera, un privilegio próximo y asequible. / FOTOS F. DE LA HERA
MARÍA JOSÉ ATIENZA
Durante las seis primeras semanas del estado de alarma, desapareció por completo una de las especies que habita el Parque Ecológico de Plaiaundi. A la ausencia de humanos, se sumó la supresión de interferencias artificiales de lo más inquietantes y perturbadoras. Apenas ha habido otros aterrizajes y despegues que los de las propias aves, ni más luz dentro del humedal que la del sol.
Mientras cerrábamos la puerta de casa para protegernos, la naturaleza, fuera, seguía su curso. La primavera entraba en Plaiaundi como un ciclón y traía consigo momentos importantes, como la migración prenupcial y la reproducción de especies faunísticas del parque. Ajenos al Covid-19, ánades reales, cisnes, frisos, fochas, zampullines y demás vecinos de la zona han vivido muy tranquilos y han disfrutado del concierto de los pájaros cantores, que han hecho oir su voz con más fuerza que nunca.
«El confinamiento nos ha privado de disfrutar de los primeros cambios y de este estallido de vida», dice Alberto Luengo, técnico del parque. «Con la primavera, llega la reproducción de muchas especies. Éste no es el momento de mayor diversidad de aves, pero la explosión de vida animal y vegetal que trae el aumento de horas de luz y temperatura, hace que el humedal palpite de una manera especial. Los comienzos de la primavera lo renuevan todo y todo en Plaiaundi cambia de forma y color».
Con o sin presencia humana, «la naturaleza sigue su curso», añade Alberto. «Sin ruidos, sin luces nocturnas, sin actividad deportiva, la salud ambiental del lugar gana considerablemente y eso es lo que ha sucedido durante estos días. Los ciclos de la naturaleza se han desarrollado sin interferencias artificiales y probablemente, Plaiaundi lo habrá agradecido, sobre todo en lo que a reproducción de algunas especies se refiere».
Durante el confinamiento, los técnicos de Plaiaundi han seguido activos, intentando volcar en las redes sociales información a tiempo real. «Esta información, de diversa índole, siempre ha tenido un denominador común: el humedal se ha llenado de voces y cantos y se escuchaban más fuertes que nunca. Quizás este haya sido el mayor cambio», añade Alberto Luengo.
El ornitólogo Xabier Garate está deseando acercarse al observatorio privilegiado de Paiaundi. «Todavía no he ido», dice. «Con la limitación horaria, no me daría tiempo más que para ir, besar el santo y volver. Quizá el proceso de apertura debería haberse hecho de manera más paulatina, porque durante las primeras semanas Plaiaundi ha tenido que ser una balsa de tranquilidad. Al no haber actividad deportiva y sobre todo al no haber actividad en el aeropuerto, se ha librado bastante bien el paso migratorio prenupcial. Desde la ventana, hemos visto pasar especies acuaticas y costeras que seguro que habrán parado para descansar, reponer fuerzas y seguir viaje».

Espacios protegidos

La pandemia ha traído mucho dolor y consecuencias sanitarias y económicas nefastas. También ha ralentizado el tiempo y ha favorecido la reflexión sobre cuestiones clave para la vida del planeta, como la protección y restauración de los espacios naturales que aún quedan.
«Muchas amenazas desembocan en crisis y de las crisis surgen oportunidades», señala Alberto Luengo. «Esta crisis nos ha permitido valorar mucho nuestro entorno natural. Los humedales, montes, bosques y ríos que tenemos aquí al lado, a la puerta de casa, se han revalorizado en cada uno de nosotros. La oportunidad es clara: implementar medidas y actitudes para conservarlos como se merecen. Es la base de nuestro bienestar y de nuestra subsistencia».
Xabier Garate asegura que hay sobre la mesa suficientes informes científicos «que avalan que la pérdida de espacios naturales y de biodiversidad propician problemas como el que estamos sufriendo. Virus que han convivido tranquilamente con otros seres vivos durante miles de años saltan de manera más fácil a la especie humana, que no está inmunizada. Si no se restauran esos espacios para que nos sirvan de colchón, si seguimos quitando piezas a la máquina, no sabemos durante cuánto tiempo funcionará correctamente».

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