El Servicio Rural de Transporte cumple un año «muy satisfactorio»
La furgoneta adaptada ha dispensado 3.985 billetes en sus 12 meses de funcionamiento. El vehículo acude a los caseríos y viviendas de los barrios de Olaberria, Meaka, Ibarla, Behobia, Ventas, Elitxu y Lapice
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
A Teresa Aldaraborda, vecina de Olaberria, de 81 años de edad y operada dos veces de cada rodilla, le costó nueve meses, «un embarazo», conseguir que el transporte público se acercara a los caseríos de Irun. Teresa relata la puesta en marcha del Servicio Rural de Transporte, el 11 de noviembre de 2013, por parte de Behemendi y del Ayuntamiento irunés, como si fuera una conquista propia. «Les machaqué a llamadas», confiesa. «Llamaba cada poco a Behemendi, al SAC, a la Alcaldía... A ver qué tal iba el tema. Fui muy pesada, pero yo necesitaba mucho este servicio. No lo pedía de limosna. Es un derecho que tenemos como ciudadanos que somos, porque pagamos la contribución rural y urbana. Desde que a mi marido, que tiene 82 años, ya no le renovaron el carné de conducir, no podíamos salir de casa o dependíamos del hijo», dice. «Ahora estoy encantada. Cuando por fin pusieron la furgoneta, también les llamé para dar las gracias».
Relación con el viajero
El pasado mes de noviembre, el Servicio de Transporte Rural de Irun cumplió un año, a plena satisfacción de los usuarios. «Es un servicio muy agradecido, porque la relación con el viajero es más cercana que la de cualquier otra línea de autobús», asegura la conductora del vehículo adaptado, Karmele Tolosa. «Hay mucha gente mayor en la zona rural. Algunos todavía conducen y otros se arreglan con los hijos, pero este servicio les da independencia. Hay gente que tiene problemas de movilidad y gente que tiene que ir al médico a menudo y la furgoneta llega hasta los centros de salud».
«Este servicio me ha cambiado la vida. Antes tenía la parada más próxima a 3 kilómetros»«La relación con el usuario es más cercana que en cualquier otra línea de autobús»
Pero el Servicio Rural de Transporte «no es sólo para gente mayor, ni sólo para ir al médico», añade Karmele Tolosa. «Todavía hay personas en la zona rural que tienen esa idea y no es así. El transporte es para todas las edades y para trasladarse donde uno quiera o necesite, como en cualquier transporte público, solo que éste es un poco más lento, porque es a demanda y, en el mismo viaje, intentamos recoger a varios usuarios».
En su primer año de funcionamiento, el Servicio Rural de Transporte ha dispensado 3.895 billetes, con una media mensual de más de 360 (en agosto se suspende). De los casi 4.000 viajes realizados, 503 fueron traslados de niños menores de cinco años, que cada día se desplazan a diferentes centros escolares.
«Anda mucho personal, pequeños y mayores», interviene Teresa Aldaraborda. «Es un servicio estupendo. La gente que vive en la zona urbana no se da cuenta de lo que es esto. Antes de que empezara a venir la furgoneta, había gente que casi no salía. Yo, desde mi casa hasta la parada más cercana de Ventas tenía tres kilómetros y hasta la más cercana de Larreaundi, cuatro kilómetros. ¿Cómo iba a usar el autobús? A mí, este servicio, me ha cambiado la vida. De no poder salir a poder salir, visitar a mis hermanas, estar con las sobrinas... Además, tengo que ir al médico cada dos por tres y Karmele me deja en la puerta del ambulatorio».
La conductora de la furgoneta destaca otra importante función del Servicio Rural de Transporte. «Sirve para que la gente no se aísle», dice. «Hay personas solas, sobre todo hombres solteros, que están bastante aislados. Las mujeres bajan a hacer las compras, a sus misas... A los hombres les cuesta más, pero ya han empezado a llamar. Poco a poco, van utilizando este servicio».
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