Jesús Rodríguez: «Cada poeta tiene algo maravilloso escondido en alguna parte»
Este irundarra de adopción se acaba de jubilar como maestro, pero sigue estudiando, es la personificación de que 'el saber no ocupa lugar'
- YLENIA BENITO
'Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia'. Así describió Camilo José Cela, imaginemos, esta tarde de otoño. Antes, Fernando Pessoa también puso su pluma al servicio de, imaginemos, esta tarde de otoño. 'Llueve en silencio, que esta lluvia es muda y no hace ruido sino con sosiego', escribió el portugués. Lo se porque una lluviosa tarde de otoño, Jesús Rodríguez apareció aquí con dos libros bajo el brazo. Cela y Pessoa en sus manos para poner las palabras más bellas y acertadas a esta tarde. Como las que se leen y comentan en las tertulias poéticas que lidera desde hace más de veinte años. Y como esas que escribe en su blog desde hace una década.
-Menuda tarde hemos escogido para esta entrevista...
-Desde luego, no ha parado de llover en todo el día. Por eso he empezado a dar vueltas a unos poemas de Camilo José Cela y Fernando Pessoa. Creía recordar que habían escrito lo mismo sobre la lluvia. He ido a la biblioteca a comprobarlo y me he traído los dos libros para releer en casa.
-Un maestro que nunca deja de estudiar, ¡casi una paradoja!
-Bueno, un maestro jubilado. Hay tantas cosas por saber...
-Con lo que te gusta la poesía, ¿por qué maestro y no poeta?
-La poesía es una profesión difícil. Y te diré que yo, en realidad, lo que quise estudiar fue filosofía.
-¿Y qué sucedió?
-Mi padre era maestro. Andaba siempre en busca de un mejor lugar para sus hijos. Nací en un pueblo de Cáceres, pero he vivido en Toledo, Burgos, Bilbao... hasta que dimos con nuestros huesos en Madrid. Allí mi padre pensó, 'este lugar es perfecto, con la mejor universidad para mis hijos'. Pero creo que su sueño no se cumplió, sus hijos no estudiamos mucho...
-Entiendo que estudiaste magisterio, como él...
-Eso es, me hice maestro sobre todo porque él lo quiso. Yo quería estudiar filosofía, pero encontré cierta oposición. Primero estudié magisterio para después hacer filosofía.
-¿Profesor de filosofía entonces?
-He sido profesor de filosofía solo en la última etapa, como una especie de regalo de jubilación. He dado clases en Madrid, Las Palmas, Urretxu, Donostia e Irun. Cuatro años antes de jubilarme me dieron plaza en la EPA, en la formación para adultos, y ahí he tenido la oportunidad de estar divirtiéndome con la filosofía.
-¿De qué has sido profesor en Irun?
-He estado en Belaskoenea durante muchos años y, también, en Ela-tzeta. En ambos centros tengo muchos amigos y grandes recuerdos impartiendo ciencias sociales.
-Las ciencias sociales no se parecen mucho a la filosofía, ¿no?
-Sí, cualquier cosa, cualquier materia se aproxima al pensamiento. Da igual que sea física o una lengua. El saber termina convergiendo en el saber.
-Sumemos otro saber a tu 'currículum', ¿la poesía cuándo la descubres?
-Con una profesora maravillosa que tuve en COU. Milagros, está jubilada hace mucho tiempo, pero a veces aún hablamos. Ella me descubrió la poesía con un poema que trajo el primer día de clase.
-¿Lo recuerdas?
-Sí, era de Blas de Otero. Uno de estos religioso-metafísicos de su primera época. 'Hombre' creo que se titula.
-El 1 de diciembre has organizado un recital sobre Blas de Otero, podría ser un doble homenaje...
-(Risas) El recital es con motivo del centenario de su nacimiento, pero sí, da la casualidad de que yo me inicié en la poesía con Blas de Otero. Ese poema me encantó y me dediqué durante un tiempo a imitar cosas de Blas de Otero y Miguel Hernández. Ahí surgió mi primer impulso poético.
-¿A escribir o leer?
-Bueno, como cualquiera, leo muchísimo más. Lees mil versos y escribes uno. La función del escritor es básicamente leer. Escribía cosillas sueltas, cosas para mi. Los primeros poemas son siempre cosas para olvidar.
-Háblame de esos poetas a los que tanto has leído, ¿tienes preferidos?
-Cada poeta tiene siempre algo maravilloso escondido en alguna parte. El canon está recogido en los manuales de la historia de la literatura, pero yo me muevo por gustos. A veces no tienen que ver con ese canon, claro. Pero bueno, ahí está Quevedo; el gran Quevedo siempre será el gran Quevedo. O Cervantes, que básicamente no es poeta, aunque tiene obra poética. ¿Pero qué es el Quijote si no un maravilloso poema que dura muchas, muchas páginas? Luego está Shakespeare, me encantan sus poemas, pero me conmueven sus tragedias.
-¿Hay que tener una sensibilidad especial para la poesía?
-Para nada. La poesía no tiene las facultades de la música, pero engancha rápidamente. Escuchamos 'tantantannnnn' y esa música en seguida nos coloca en la 'Quinta Sinfonía' de Beethoven. Pero la poesía es ligeramente más humana que la música, al fin y al cabo, todos nos manejamos con las palabras. Utilizamos las palabras para señalar nuestros enfados o agradecimientos, ahí también hay poesía.
-Normal que funcionen tan bien tus tertulias poéticas...
-No me puedo quejar, año tras año mantenemos un grupo. Allá por el 93 se me ocurrió la idea y lo hablé con Iñaki Ceberio, el bibliotecario de Irun, porque pensé que el mejor lugar era la biblioteca. Un lugar con muchos libros y poetas.
-¿Hace falta escribir en verso para ir a las tertulias?
-¡No hace falta ni hablar! Hay quien viene solo a escuchar. La intención es conocer a poetas, aquellos que no llegan a los manuales de literatura. Hablamos, leemos...
-¡Y recitáis! Lo veremos el jueves.
-Así es. El jueves a partir de las 19.00 estáis todos invitados al CBA a escuchar poemas de Blas de Otero.
-De estas tertulias nació una nueva 'profesión' para ti...
-Podría decir que soy divulgador de divulgación, o más fácil, bloguero.
-¿Escribes desde hace mucho en tu blog, 'tertuliaspoeticas'?
-Lo abrí en 2004 para subir ahí los textos de las tertulias. Empezó así y poco a poco se ha ido transformando y creciendo. Ahora tiene más de dos mil entradas, y no todo es poesía.
-¿Qué más hay?
-De alguna forma, la poesía en mi está unida con la mitología, que me encanta. El querer saber más sobre mitología me llevó al cielo. Éste está unido con la astronomía, así que empecé a leer de forma más cotidiana libros de astronomía y ciencia.
-¿Has venido con dos libros, pero podías haber traído un telescopio?
-Cuando salgo de viaje a veces lo llevo. El cielo nos cuenta muchas cosas, pero hemos perdido los lenguajes que habla el cielo. La lengua de la orientación, de la materia... En el saber está todo unido. Mi interés a los dieciocho estaba en la filosofía, pero he llegado a la pregunta del ser a través de la física actual.
-Me quedan preguntas por hacer...
-Normal, una pregunta siempre lleva a otra, y a otra, y otra...
No hay comentarios:
Publicar un comentario