viernes, 9 de abril de 2021

«Quince flautas y una armónica ya me parecían un museo y ahora...»

Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 9 de Abril de 2021.

«Quince flautas y una armónica ya me parecían un museo y ahora...»

En Irun tienen una increíble colección de instrumentos de todo el mundo bajo el nombre 'Música para ver'Kote Loidi y Lourdes Yarza La música también se ve

Lourdes y Kote tienen un tesoro en forma de colección de instrumentos no convencionales traídos de casi cada rincón del mundo. / F. DE LA HERA
Lourdes y Kote tienen un tesoro en forma de colección de instrumentos no convencionales traídos de casi cada rincón del mundo. / F. DE LA HERA
YLENIA BENITO

Es algo casi instintivo. Suena esa melodía que nos gusta y cerramos los ojos. Las notas entran mejor así y un frío-calor recorre nuestra piel. También lo hacemos cuando queremos recordar esas notas o la letra de esa canción que tanto nos emocionaba. Cerramos los ojos y la música fluye. Es algo mágico. Otra forma de ver sin utilizar la vista. La música no solo entra por los oídos, también lo hace por los ojos. Esto sucede con tu canción preferida y también con la magnífica colección de Kote y Lourdes. Miles de instrumentos de todo el mundo componen la orquesta de todas las historias, la música de todas las tradiciones, la melodía de todos los ritos y las notas de tantas culturas diferentes. Así es 'Música para ver', una colección de 4.800 instrumentos del mundo. Kote y Lourdes no solo nos dan la opción de ver y admirar la música, sino también la oportunidad de viajar a los lugares más exóticos y recónditos del planeta y a tiempos que ya solo aparecen en los libros de historia. Su dedicación, su curiosidad, su sabiduría y su generosidad son, además, igual de grandes que su colección. Julio Verne utilizó 80 días para dar la vuelta al mundo, Kote y Lourdes la dan a través de la música más artesanal. Una música para ver. Bon voyage!

–Kote, ¿esto qué es?

–Un silbo de Indonesia. Parece una pequeña obra de arte, ¿verdad? Solo tiene un sonido, pero algunos ganaderos tienen más de un silbo y cada uno está asociado a un caballo. Es increíble lo que puede significar algo aparentemente tan simple.

TRAYECTORIA«A base de kilómetros y la ayuda de mucha gente, la colección es de 4.800 instrumentos»ARTESANÍA«Todos los instrumentos son piezas artesanales, no hay dos iguales y son obras de arte»

–Los instrumentos de vuestra colección no sirven para grandes conciertos de orquestas...

–Son piezas artesanales. No hay dos iguales y muchas son verdaderas obras de arte. No coleccionamos instrumentos clásicos, sino instrumentos artesanales y tradicionales. Esos que son parte del folklore de un lugar por pequeño que sea. Mira, mira esto...

–¿Qué es, Lourdes?

–Unas sonajas. Son africanas, de la etnia Kongo, de la República democrática del Congo. Esto ya solo lo hay en museos, de verdad. Están hechas con semillas o frutos secos. Y esto de aquí, Kote, cuéntale...

–¿A dónde viajamos ahora?

–Estos son sonajeros canadienses, de la costa oeste de Canadá. Son de uso chamánico, normalmente tienen dos caras: la buena y la mala. Así, según la cara que presente el chamán al cielo está intentando influir de una forma u otra.

–Geografía e historia. Es una clase completa...

–Así empecé. Cuanto más sabes, te das cuenta de que sabes poco. Lourdes siempre dice que aquí aprendemos de todo: geografía, ritos, materiales, culturas... Y música, claro.

–¿Y cómo empezó todo?

–Te vas a reír. La pieza de origen, no es una, fueron quince flautas y una armónica. (Risas) Estaban en casa de mis padres, en una especie de cuadro y a mí eso ya me parecía un museo. Por aquel entonces tocaba el txistu en la Irungo Atsegiña, por ejemplo, y empecé a coleccionar flautas. Llegué a tener 220, pero me di cuenta de que solo flautas no podía coleccionar. Bueno, nos dimos cuenta porque ahí también ya estaba Lourdes en el lío.

–¿De dónde salieron tantas flautas, Lourdes?

–Algunas, como los dos tocábamos, nos las intercambiábamos en festivales. Así conseguimos flautas rumanas o chinas. Es verdad que estar tan cerca de la frontera también ha sido una suerte. Al otro lado, cuidan mucho estas cosas y hemos recorrido muchísimos brocantes también. Poco a poco, y con la ayuda de mucha gente, hemos ido ampliando la colección y ahora hay 4.800 instrumentos.

–Cada instrumento tiene una historia y seguro que una aventura. ¿Verdad, Kote?

–¡Tenemos para escribir un libro! Mira, te cuento una. Cuando Lourdes me preguntaba qué quería para mi cumpleaños, yo siempre le decía que un 'Morin khuur'. Es un violín de dos cuerdas de Mongolia muy difícil de encontrar. Entonces no había Internet ni nada, pero en un mes conseguimos dos. Uno de ellos nos lo consiguió un brocante de Francia, Richard, ¿te acuerdas? Lo que era imposible, mira, se convirtió en el emblema de la colección.

–Lourdes, sin Internet, habréis hecho muchos kilómetros también...

–Muchísimos. Y a veces para no encontrar nada. Íbamos el fin de semana a algún brocante o también hemos hecho muchos viajes con nuestros hijos. Hay cosas que nos ha costado encontrar. Recuerdo cuando estábamos en Polonia y queríamos un violín, un 'Suka bitgorajska'. Nos localizaron a un señor, así que cambiamos nuestra ruta y qué aventura fue esa. Acabamos en un pueblo y recorriendo un bosque sin saber a dónde íbamos. (Risas) ¡Pero lo conseguimos!

–Vuestra colección es un museo gigante, ¿no lo habéis pensado?

–Nos encanta exponer y nos encantaría que todos estos instrumentos estuvieran expuestos. Esto es un viaje por el mundo, es cultura. Desde 1992 hemos hecho más de cien exposiciones y todas diferentes. Etnográficamente es una colección muy variada, no habrá muchas así en el mundo. Ojalá las instituciones se preocuparan y ocuparan más por la cultura. De momento, aquí estamos para quien nos llama y nos quiere visitar. Y tenemos una web: musicaparaver.org. Ahí tenemos muchos instrumentos clasificados.

–Eso es un trabajo, Kote...

–Para nosotros es una pasión. Hemos pasado y pasamos muchas horas aquí investigando sobre los instrumentos. Es un placer. Nos encanta descubrir cosas nuevas y contarlas también. Por aquí han pasado desde islandeses a sicilianos. Esto es música para ver.

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