María Berasarte (cantante): «Cuando canto intento ser muy generosa emocionalmente»
MARÍA BERASARTE, CANTANTE, La donostiarra presenta esta tarde en la iglesia del Juncal su disco 'Súbita', en un concierto gratuito
- JOANA OCHOTECO
- IRUN
La cantante María Berasarte presenta hoy a las 20.00 en la parroquia del Juncal su último disco, 'Súbita'. En el concierto, organizado por el circuito Kutxa Kultur y con entrada gratuita, le acompañarán José Luis Montón (guitarra flamenca) José Peixoto (guitarra clásica) y Fernando Júdice (bajo acústico). El concierto de Irun, que María Berasarte adelanta que será «muy especial», precederá a los que tendrán lugar mañana en Zumarraga y el sábado en Oñati. Tras haber triunfado con un primer disco dedicado al fado, la donostiarra quiere, con este nuevo trabajo, volver a los orígenes al tiempo y repasar en forma de música lo que ha sido su trayectoria.
-Ha definido su último disco como «el de mi vida».
-Sí, pero no como el mejor, sino como el de «lo vivido». Es un resumen de muchas sensaciones, vivencias, encuentros, recuerdos... Eso significa 'Súbita'. Es un disco muy ibérico, que define mucho lo que he hecho a lo largo de mi vida. Quería que tuviese un pedacito de Portugal, desde una mirada vasca. Está incluido el tema 'Txoriak txori', de Mikel Laboa, porque es una canción que me acompaña vaya a donde vaya...
-Y ha ido a muchos sitios: Rumanía, Marruecos...
-... Mozambique, Grecia, Inglaterra, China... He querido llevar mi carrera así. Siempre he tenido interés en inspirarme de 'lo de fuera'. Pero ahora, lo que quiero es enraizarme en lo que es más propiamente mío, llevarlo fuera y compartirlo. Quiero que me conozcan también por mi identidad de nacimiento. En mi primer disco canté a la saudade portuguesa, y en este segundo canto a la saudade vasca. Esa melancolía, ese sirimiri, ese verde... Es lo que me ha inspirado.
-La melancolía es una de las características que tiene el fado, género al que ha cantado.
-Creo que mi voz tiene una carga de melancolía natural. Soy hija de gallega, una chica del norte. Encontré en el fado algo con lo que tenía empatía, que me inspiraba, me liberó de alguna manera y provocó una exigencia diferente en mi canto, que venía del clásico.
-La crítica portuguesa definió su primer disco como «el mejor álbum de fado grabado por una voz extranjera».
-Es un gran piropo, pero no me siento fadista. Tengo otra soledad, otro quejido... Lo que quiero es ser yo misma, y si puede ser Berasarte antes que María, mejor. Me suelen presentar como «la cantante vasca», y me encanta. Los vascos somos un poco tímidos y a veces nos da vergüenza destacar y mostrarnos. Pero creo que es bonito que nos expresemos con naturalidad y que compartamos nuestra cultura, nuestras palabras, nuestra manera de vivir. En el canto es donde me libero. Cuando canto intento ser muy generosa emocionalmente, porque creo que es lo más bonito que puedes dar al público: buscar lo que a ti te pasa, lo que sientes, por si a otras personas les hace bien.
-No le gusta sentirse encasillada en un género, ¿verdad?
-Yo soy cantante, y es que me encanta serlo. Así me siento completamente libre, como yo soy. El estar encasillada puede confundir mucho al público. Si hablas de 'fadista vasca', la gente puede hacerse una idea que no se corresponde con la realidad. Cuando luego vienen a los conciertos me dicen que lo que yo hago es algo muy diferente al fado, aunque éste esté también ahí. Creo que cada uno tiene que ser, a su manera, único.
-Aunque ahora ha regresado a sus orígenes, vivió durante una temporada en Lisboa.
-Paso largas temporadas allí por motivos de trabajo, pero ahora, y mientras pueda, mi campamento base va a ser Donostia.
-Su concierto de Irun tendrá lugar en la iglesia del Juncal. ¿Qué le parece este escenario?
-Fui a hablar con el párroco, Fernando, para presentarme y comentarle la propuesta de hacer allí el concierto. Quise ir personalmente porque que te dejen hacerlo en un lugar así no es cualquier cosa. Cuando entré me emocioné: qué lugar tan bonito. Para el público es una experiencia totalmente diferente a la de un concierto en un lugar habitual. Todo resuena de forma completamente distinta; cantas diferente, la acústica está viva... Además, lo musical prevalece sobre el espectáculo y cantas con el respeto que el lugar merece.
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