Tomás Sáez (New York, New York...): «Muchos pensaron que estaba loco al mudarme, pero estaba enamorado»
Ni los rascacielos más altos, ni el inmenso bullicio de la gran ciudad hacen olvidar a este irundarra sus raíces
- YLENIA BENITO BIDASOANDV@GMAIL.COM
Suenan los primeros acordes. Tan-tan-tararán. Aparece la voz de Frank Sinatra. 'La Voz'. Cuenta que 'start spreading the news. I am leaving today. I want to be a part of it. New York, New York'. Sinatra relata con la más pegadiza de las melodías y su inconfundible voz que se marcha, se va. Quiere ser parte de ella, de Nueva York. El resto de la canción ya se la saben. Ahora la están tarareando, suena en su cabeza. Tal vez también lo hizo hace treinta año en la de Tomás Sáez. Un irundarra que como Sinatra, dejó su humilde ciudad para probar suerte en la gran manzana. 'New York, New York... tan-tan-tararán...'
-¿Te fuiste al ritmo de Sinatra?
-Creo que más bien al ritmo del tren, trabajaba en la estación cuando me marché.
-Parafraseando a Sinatra de nuevo, 'I did it my way', lo hiciste a tu manera...
-Algo así, hace tanto ya... ¡Me fui en 1985! Llegué a Nueva York el 5 de diciembre de hace ya 31 años.
-¡De Irun al mundo!
-Del barrio de la Aduana, allí me crié. Mis abuelos tenían el Bar Aduana, que más tarde llevaron mis padres. Recuerdo que mi casa lindaba con la de Don Ramón Iribarren y los Iturria. Ahora tengo recuerdos muy idílicos, supongo que la fantasía de la infancia ayuda... Pero sí, tengo muy buenos recuerdos.
-Del barrio de la Aduana y trabajador del ferrocarril, ¿qué te lleva a Nueva York? No pudo ser un tren...
-¡Fue el amor! Acabé en Nueva York enamorado de la que hoy es mi mujer. Dejé el trabajo que tenía en Renfe y me trasladé. Muchos pensaron que estaba loco por dejar un trabajo fijo en el que me pagaban decentemente, no te voy a engañar...
-Hasta los más locos tienen un plan, ¿cuál era el tuyo?
-Cuando aparecí aquí me di cuenta de que tenía que empezar de cero si es que quería salir adelante. Tenía veinticinco años recién cumplidos y tuve que reeducarme. Cuando emigras aquí, te encuentras con la barrera del idioma, pero también con la cultural y económica.
-¿Qué hiciste?
-Pues me lié la manta a la cabeza y nada más llegar, mientras trabajaba, fui a la Universidad de Nueva York a estudiar dirección empresarial con especial énfasis en la dirección de hostelería y junto a mi esposa un MBA en comercio.
-Si me permites... ¡Yes you can!
-Eso es. Con todo ello me gané las judías, literalmente. La verdad es que nunca he dejado de aprender. En la Universidad de Purchase, que está a treinta minutos de donde vivo, también estudié Arquitectura y Arte de Cultura Nativa Americana. Luego me dio por las finanzas, así que también me puse a ello.
-Tal y como lo cuentas parece que fue sencillo...
-No vine con una idea clara, pero sabía que me iba a esforzar al máximo. Eso sí, al principio todo me parecía de otro planeta, pero al final me he dado cuenta que no es tan diferente. Para salir adelante, el esfuerzo es la clave. Yo tengo una filosofía muy clara, he venido a 6.000 kilómetros para salir adelante y educarme. No todo sale bien a la primera, pero cada error es una lección.
-¿Has conseguido el 'american way of life'?
-No lo sé... A mí se me nota mucho que no soy 'yankee', ¡me delata mi acento europeo! Dicen que es parte de mi encanto, así que no hago mucho esfuerzo por corregirlo. ¿Y sabes qué digo cuando me dicen que tuve suerte?
-¡Dime!
-Mi suerte empezaba a las 4.30 de la mañana y mi suerte descansaba a las 23.30, cuando terminaba mi jornada laboral. Ese fue mi horario durante muchos años. Ahora vivo de los réditos de 'mi suerte'.
-Seguro que tus primeros pasos por la gran ciudad te han dejado momentos divertidos también...
-¡Muchos! Cuando empecé a trabajar en serio, en muchas ocasiones tuve que moverme por hoteles de lujo. De esos a los que los famosos llaman 'segunda casa'. Cada día llegaba a casa y le decía a mi mujer 'hoy he charlado con tal, ¿sabes quién es?', y la mayoría de las veces eran gente famosísima. Pero yo soy muy despistado.
-En Nueva York están todos los famosos y todas las películas, ¿no?
-¡Casi todas! ¿Sabes? Nuestra primera casa estaba en la zona de los griegos, la llaman Astoria. Es un lugar muy americano donde filman muchas películas y series. Está al lado del Hell's Gate, que tiene unas vistas privilegiadas de Manhattan. No existe una serie o película relacionada con Nueva York en la que no aparezca esa imagen. Te lo aseguro.
-Ahora nos llegan muchas películas y series americanas, pero también mucha política...
-¡De política también podemos hablar!
-¿Hillary-Trump, Trump-Hillary?
-Ambos. Trabajé para Donald Trump cuando compró el Hotel Plaza de Nueva York. También he metido muchas horas en elecciones locales, estatales y presidenciales. La última fue hace ya mucho tiempo, cuando Hillary Clinton optaba para senadora. Hoy en día este mundillo ya no me llama la atención...
-¿Desilusionado?
-Bueno, creo que con los años me he convertido un poco en Antistesnes. El marketing, la falta de compromiso y la hipocresía impera en ese mundo, así que ya no me interesa. La política se ha convertido en un reality de televisión.
-Aquí la victoria de Trump nos ha pillado por sorpresa, ¿a ti?
-Para nada. A eso de las diez me fui a la cama y le dije a mi mujer, 'Trump va a ser presidente'. Me levanté, como siempre a las cinco y media, y vi que Hillary había perdido. Estos días estoy de 'consolador de demócratas'.
-¿Qué les ha pasado?
-Era de esperar. Los demócratas se 'cargaron' a Sanders, no se puede imponer un candidato y esperar que la gente lo acepte sin rechistar. Por otro lado, deberían haber puesto la oreja en la pared para escuchar el dolor de la gente. Otro gallo les cantaría ahora...
-Y no Trump...
-Donald Trump es un demagogo profesional, no hay ninguna duda, pero no es nada nuevo en el mundo de los políticos, que hacen lo que haga falta para ganar elecciones en tiempos de desesperación. En esta campaña ha habido tantas promesas vacías que la gente ha votado a alguien que les ha dicho lo que querían escuchar.
-Yo quiero escuchar que hablas de Irun por allí...
-¡Claro! De hecho, hoy he estado hablando con un amigo de Seattle que ya estuvo en Irun una vez y quiere volver. Ya estamos preparando un viaje juntos por allí.
-¿Te veremos pronto?
-Intento ir un par de veces al año.Procuro visitar a mis excompañeros del ferrocarril y la biblioteca, a la que siempre llevo libros.
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