Agua en el origen del Irun moderno
En los siglos XVI y XVII se crearon las primeras fuentes públicas documentadas
Tres espacios emblemáticos fueron los elegidos para ofrecer a los ciudadanos cómodo acceso para saciar su sed
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
El Día Mundial del Agua que se celebró el miércoles tiene el objetivo de reclamar la atención del planeta, al menos un día al año, sobre la importancia de este recurso. La humanidad depende del agua para sobrevivir y así ha sido siempre. Las primeras grandes civilizaciones crecieron a orillas de caudolosos ríos y seguro que los primeros pobladores de lo que hoy llamamos Irun tuvieron en cuenta, a la hora de asentarse, la presencia de manantiales.
Hoy el agua fluye con naturalidad de los grifos de los hogares irundarras, pero no siempre fue así. Las canalizaciones que, seguro, construyeron los romanos para su Oiasso desaparecieron. Durante siglos, acceder al agua no fue una tarea tan sencilla, aunque parece que existió cerca de la primitiva iglesia del Juncal algún tipo de manantial. Fue a partir del siglo XVI cuando el municipio tomó conciencia de la importancia de asegurar fuentes sanas y constantes para sus moradores.
La iglesia. La actual parroquia del Juncal comenzó a construirse en 1508 y en sus inmediaciones se instaló una fuente, la primera de Irun que está documentada, si bien eso no descarta que hubiera alguna anterior como indicó la actual archivera municipal, Sagrario Arrizabalaga, en su estudio 'Fuentes, lavaderos y abrevaderos de Irun (siglos XVI-XX)', que se publicó en el boletín número 20 de LUKT, el año 2000. Ese punto estaba situado en las cercanías del Hospital Santa Margarita y en origen daba servicio también a los peregrinos del Camino de Santiago.
Se trasladó varias veces dentro del mismo entorno hasta que con una última obra se ubicó la salida de agua en la trasera de la iglesia parroquial. Allí la conocieron muchos de los irundarras coetáneos como una fuente de piedra que en 1955 'El Bidasoa' citaba para afirmar que durante el Alarde de San Marcial las tropas no osaban «molestar a la viejísima fuente de la calle Santiago». Aún existe una fuente allí, aunque con una estética moderna que despista del origen secular de esta aguada.
La columna. Cita el estudio de Arrizabalaga que la segunda fuente local de la que se tiene constancia es la denominada de Berdellegui o Cantoya. Las investigaciones de la historiadora permitieron concretar que empezó a construirse en 1564, al mismo tiempo que la columna de San Juan Harria, y en el entorno de ésta, en la cercana calle Jesús. En 1853, con la casa consistorial ya construida, la fuente se modificó y se le añadió un abrevadero para los animales. En 1999, el Ayuntamiento de Irun la restauró dotándola del aspecto que tiene en la actualidad, como recoge un texto en la propia fuente, asegurando las condiciones para que siga prestando servicio.
Santa Elena. Se considera la ermita de Santa Elena como el templo cristiano más antiguo de Gipuzkoa. Un pasado más remoto, de época romana está constatado también, así como una necrópolis indígena previa. Fue una de las zonas de Irun más tempranamente pobladas y todos estos datos redundan en la idea de que un manantial cercano proveía agua potable. Una fuente como tal se construyó en 1646, de nuevo según la información recopilada por Arrizabalaga. En 1677 se amplió y reformó dejándola prácticamente como se conoce ahora. Era el principal acceso al agua de Irun y se realizó una gran obra.
El Ayuntamiento incidió en su cuidado y prohibió usos que perjudicaran su salubridad, entre ellos el lavado de ropa, para lo que un siglo después se construyó enfrente un lavadero. Éste y la fuente vivieron sucesivamente etapas de esplendor y decadencia, hasta que bien entrado el siglo XIX, con la proliferación de fuentes y las primeras aguas a domicilio, pesó a primar su valor artístico en vez del funcional. Hoy en día, tras años de episodios vandálicos, el acceso a la fuente está cerrado.
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