«En pleno julio hemos tenido en las calles de Irun un mini carnaval...»
Este irundarra, que cambió el pladur por las gominolas, es el rey del buen humor a pie de calle y en las redes socialesMikel Castro Gominolas, retos y buen humor
Algo está pasando en Irun. Con la que está cayendo, se escuchan muchas carcajadas. Alguien está agitando los cimientos de nuestro buen humor. Alguien nos está haciendo sonreír incluso en este, el peor de los momentos. No, no es 'MeCagoEnIrun'. Es alguien más dulce. Mucho más dulce. MarrubiMan es su nombre como superhéroe, pero no se esconde detrás de ninguna capa. Bueno, ahora lleva mascarilla pero debajo siempre hay una risa. Mikel es de los que piensan que de todo lo malo se saca algo bueno. Ese es su súper poder. Y no es el único. Ya ha conseguido que otros comerciantes se sumen a la 'Liga del Buen Humor' y ahora, en su cueva, Marrubi, puede pasar de todo. Y en su cuenta de Instagram, puedes ver al heladero llegar a por piruletas en su carrito vintage o puedes ganar tu peso en gominolas. La diversión con MarrubiMan está asegurada.
–¿Te lo estás pasando bien, eh?
–(Risas) No te voy a engañar. Esto de retar a comerciantes está siendo muy divertido. He estado nervioso esperando qué inventaban los del bar Ekialde, pero ha merecido la pena. Ayer, en pleno julio, hemos tenido en las calles de Irun un mini carnaval. Vinieron a por sus piruletas acompañados de 22 Academy y Aurreratu Elkartea al ritmo de 'Azuquita'. No solo se han implicado ellos, han conseguido que otros también lo hagan. Fue muy divertido.
–Tener una tienda de gominolas, ya de por sí, es divertido. ¿No?
–La verdad es que este es un trabajo bonito, si lo sabes hacer bonito. Todo depende de cómo lo lleves. Quiero decir, puedes estar en la mina y sacar oro o no.
–Tú estás sacando diamantes...
–El rollo que se ha creado con la gente que viene a Marrubi y los seguidores de la cuenta de Instagram, 'marrubi_irun', se agradece. Es verdad que me permiten ser yo mismo y lo disfruto mucho. Otros, en redes sociales, tienen que aparentar seriedad, pero yo puedo ser tal cual. Después de 13 años en el mundo de la construcción, se agradece algo así.
–¿El cemento no es tan divertido como las gominolas?
–Para nada. Empecé a trabajar con 17 años y estuve 13 años poniendo pladur antes de aterrizar en Marrubi.
–¿Cómo?
–Marrubi en realidad lo montó mi hermano Txus, el gran desconocido. (Risas) Pero a los meses tuvo una niña y entonces se hizo cargo mi hermano Jaime. A los dos años, vine a echarle una mano un fin de semana de sanmarciales y se me despertó algo dentro. No sé el qué, pero esa noche le mandé un mensaje y le dije: «se me ha pasado por la cabeza estar ahí contigo».
–¿Y qué dijo tu hermano?
–A mi hermano se le abrió el cielo. (Risas) Dejé la construcción y ya han pasado siete años.
–Pero uno no se convierte en MarrubiMan de la noche a la mañana. ¿Cómo fueron los inicios?
–Al principio tenía miedo, claro. Son muchas referencias y muchas cosas nuevas. Recuerdo que mi hermano me dejaba cobrando y en cuanto entraban tres o cuatro ya le llamaba. Pero si le pones ganas, todo sale. Y luego hay otra cosa clave...
–¿Cuál?
–Yo antes de vendedor he sido y sigo siendo consumidor. (Risas) Eso de que te cansas de las chucherías es un mito. Un mito total.
–Claro, debe ser un trabajo horrible probar todas las gominolas nuevas.
–Sí, todo sea por vosotros. Es un trabajo sacrificado el de probar las cosas, sí.
–A Yon Gallardo en Papperino le sucede lo mismo con los helados, pero ambos tenéis siempre una sonrisa...
–Es que es la mejor manera de estar. Fuera bromas. Yo soy de los que piensa que de todo lo malo no es que se pueda sacar algo bueno, sino que hay que sacarlo.
–Has conseguido muchos cómplices para eso. Para empezar la clientela y los miles de seguidores de las redes sociales...
–Ver crecer a muchos chavales es una gozada. He visto cómo han empezado viniendo con dos euros de paga y ahora son adultos y se resarcen comprando de todo. Además, la relación es muy buena. A algunos les vacilo, luego me los encuentro por ahí y nos hace ilusión vernos. No sé, hay muy buen ambiente.
–¿Los jóvenes son los principales consumidores de chucherías?
–¡Te sorprenderías! (Risas) Bueno, ¿dónde está el límite? Que yo soy joven y tengo 37 años.
–Touchée, cambio de tema. Háblame de cómo estás retando a otros comerciantes...
–Todo comenzó con un sorteo que hice justo después del confinamiento. Sorteé 10kg de gominolas entre todos los comentarios. Hubo más de tres mil. Como vi que funcionó, quise dar un paso más y ayudar a otros comercios para darles más visibilidad. Entonces sorteé 5kg de gominolas entre todos los que mencionasen a dos comercios de Irun. Fue una pasada.
–Y los comerciantes también han tenido premio...
–Sí, a los comercios mencionados en los comentarios ganadores, les he regalado 200 piruletas. Y aquí, fue Iker, el chico de los cartuchos, el que empezó a liarla.
–¿Qué hizo?
–Vino sin bajarse de la moto a recoger las piruletas. (Risas) Fue muy divertido, hicimos hasta tomas falsas, pero Yon de Papperino se picó. Entonces él apareció con su carrito de helados y el que se picó fue Jorge el del Muro.
–¿Y todo sin tú hacer nada?
–Bueno, vacilarles un poco. A Jorge sí le dije si se atrevía a superarlo. Me dijo que por supuesto, que me preparara. Te juro que pensé que iba a aparecer con Santano o con 'MeCagoEnIrun'. Cuando le vi aparecer con la 'Peña Poteo'... ¡me moría de la risa! Luego ya vino lo de retar a los del Ekialde y...
–Ya no hay quien te pare...
–Tengo claro que la única fórmula posible es la de ayudarnos unos a otros. En eso no tengo freno. Y en liarla, pues... El año que viene Marrubi cumple 10 años. Habrá que celebrarlo, ¿no?
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