El final de octubre llega con sentimientos encontrados para Nekane Arostegui. Tras cuatro décadas detrás del mostrador, ha llegado el momento de jubilarse, por lo que el jueves bajará para siempre la persiana de la tienda de ropa que lleva su nombre, ubicada en el número 27 del Paseo Colón de Irun. Un cierre que afronta con la satisfacción de haber dedicado su vida a una profesión en la que se ha volcado con pasión y que le ha dado grandes alegrías, aunque también con la tristeza de despedirse de sus clientas.

La trayectoria de Arostegi en el pequeño comercio comenzó hace cuarenta años. Proveniente del mundo de la hostelería y con dos hijos pequeños, deseaba un trabajo que le permitiera gestionar su tiempo, así que decidió emprender su propio negocio. Encontró entonces un local idóneo, en la esquina entre las calles José Eguino y Serapio Múgica. “Era una tienda de lencería que se traspasaba, en una buena zona comercial, así que me animé”, recuerda. Arostegui conocía bien el sector del textil, dado que su madre había regentado una tienda de ropa llamada Pilar, en la calle Fuenterrabia, por lo que ella creció detrás de un mostrador.

Especializada en tallas grandes

Dando continuidad al negocio anterior de la calle Serapio Múgica, en la nueva Boutique Nekane comenzó ofreciendo lencería, prendas de mujer y también de niños. Sin embargo, con el tiempo decidió especializarse en ropa de señora y tallas grandes, una línea que ha mantenido hasta el final. 

El buen rendimiento de su pequeño comercio impulsó a Arostegui a seguir creciendo. Así, en 1998 adquirió un segundo local en el número 27 del Paseo Colón, donde abrió una nueva tienda en la que, manteniendo su oferta en tallas grandes, se enfocó en prendas para eventos especiales y en colecciones para señora con un estilo más juvenil. 

Desde entonces ha mantenido ambas tiendas: la primera, atendida por su empleada de confianza, María Celia Román, quien la ha acompañado durante tres décadas; y la segunda, gestionada directamente por ella. Para asegurar el buen funcionamiento del negocio, en el que se ha volcado por completo, ha tratado siempre de mantenerse al día en tendencias, asistiendo para ello a las ferias del sector. También se ha formado de manera continúa a través de cursos de la Federación Mercantil.

No obstante, como ocurre con muchos pequeños comercios, también ha enfrentado momentos difíciles. “Aquí nos afectó mucho el cierre de la Aduana, se notó mucho. Después la crisis del 2008 y, por supuesto, la pandemia, que ha provocado que muchos negocios se hayan quedado por el camino”.

Las grandes cadenas y la compra online también han supuesto un reto. “Las costumbres han ido cambiando, sobre todo en la gente joven. Pero yo no lo he notado tanto, porque tengo una clientela a la que le gusta ver el artículo, tocarlo, probárselo… Además, al estar especializadas en tallas grandes y gente de más de 55 años, las clientas también aprecian mucho que las prendas se puedan adaptar a cada cuerpo. Y eso solo se consigue en el trato personal”, cuenta.

Una clientela muy fiel

De todo este tiempo, Arostegui destaca la fidelidad de sus clientas. “He tenido mucha clientela de Irun, y también de Navarra e Iparralde, quizá por cercanía. Pero lo que siempre me ha sorprendido mucho es que viniera gente de Goierri, Zarautz y Donosti. Fíjate que son zonas en las que hay mucho comercio, pero han sido clientas muy fieles”, reconoce.

En este sentido, atribuye su éxito a ofrecer siempre productos de calidad y, sobre todo, a brindar un buen servicio. “Si a la gente le das un buen producto y le atiendes bien, se van contentos y vuelven, aunque se tengan que desplazar”, asegura.

A lo largo de los últimos meses, desde que anunció su próxima jubilación, Arostegui ha sentido aún más el cariño de sus clientas. “Muchas han venido a despedirse, también los proveedores. Yo misma me quedo a veces asombrada con las muestras de cariño, siempre nos desean lo mejor. Y lo que más me preguntan es ‘¿A dónde voy yo ahora?’. Me piden referencias, porque falta comercio”.

Consciente de la grave crisis que atraviesan los pequeños negocios locales, Arostegui mantiene una perspectiva optimista. “Creo que esto va a cambiar. Nos hemos dejado llevar por las tecnologías y la rapidez, y el ritmo de vida que llevamos también influye mucho. Pero creo que en algún momento se va a volver a valorar el pequeño comercio. Porque una ciudad sin comercio no tiene vida, es una ciudad dormitorio. Y a todos nos gusta ir de viaje y ver una ciudad bonita, con comercio, con terrazas… Es cuestión de tiempo que las cosas cambien, pero por desgracia por el camino van a caer muchos negocios”, afirma. 

Por este motivo anima a quienes deseen emprender a dar el paso. “Tendrán que hacer un estudio de mercado, pero lo más importante es que tengan en cuenta que si le dedican tiempo y cuidan al cliente, dándole calidad a un precio razonable y un buen servicio, el negocio va a funcionar, porque es lo que la gente demanda. Yo cierro porque me jubilo, pero la tienda funciona muy bien”. 

La despedida final

Tras el cierre de la Boutique Nekane de la calle Serapio Múgica el pasado 30 de junio, Arostegui se enfrenta ahora a la recta final en la tienda del Paseo Colón con una sensación agridulce. “Me da pena cerrar para siempre, pero al mismo tiempo estoy ilusionada porque ahora, con mucho más tiempo libre, voy a poder dedicarme a cosas que me gustan, como la fotografía o la informática”.

Por el momento, hasta el jueves seguirá atendiendo a sus clientas en el horario habitual y junto a María Celia Román, a quien califica como “una trabajadora excepcional”. Y aunque después bajará la persiana para siempre, adelanta que la próxima semana todavía acudirá a la tienda por las mañanas, para continuar recogiéndolo todo, por lo que si alguien deseara acercarse, será bienvenido.