Un regalo para degustar y compartir
Los irundarras disfrutaron de las opilas ayer, día de San Marcos, pese al tiempo revuelto
- JOANA OCHOTECO
- IRUN
«Son para compartirlas. Lo ha dicho el cura», afirmaba Mikel desenvolviendo su opila para disfrutarla junto a sus primas, sentados en un banco de la plazoleta del Juncal. Hacía escasos minutos que había concluido la bendición y todos tenían ganas de saborear los bizcochos pero, como demostraba este niño irundarra, el mensaje recibido durante el acto había calado entre el público.
Lo que no caló, por suerte, fue la lluvia. Los nubarrones de la mañana y un primer chaparrón a las 9.30 no planteaban un buen pronóstico, pero finalmente, las únicas gotas que cayeron durante el acto frente a la iglesia del Juncal fueron de agua bendita. Incluso algún tímido rayo de sol se coló entre las nubes durante la bendición que condujo el párroco Fernando Jiménez: «hemos empezado un poquito más tarde», apenas unos minutos después de las once, «para que no haya nadie que se quede sin la opila bendecida. Pero creo que ya estamos todos». La multitud ocupaba la plazoleta entera, hasta la avenida Navarra, y parte de la calle Escuelas.
El párroco recordó a todos los asistenes que «las opilas os las han regalado, y eso no se nos puede olvidar: en un mundo donde se regala poco, donde todo se compra y vale cada vez más, las madrinas os han regalado con mucha ilusión estas hermosas opilas. Lo primero que tenemos que hacer es dar las gracias». Y en segundo lugar, Fernando Jiménez subrayó que las opilas «son para compartir. Es una costumbre muy bonita de esta zona, que yo no conocía hasta que vine a Irun ya hace 28 años», confesaba el párroco.
«No sé si este año el tiempo ayudará a que podamos ir a Ibarla, San Marcial, Guadalupe...». Pero lo importante del día de San Marcos es disfrutar de las opilas juntos, aunque sea en el comedor de casa: «no son para comerlas uno solo en la habitación, como pasa muchas veces cuando estamos con el ordenador. La opila es para compartirla», reiteró Fernando Jiménez. El párroco envió otra acertada recomendación a los irundarras: «si vais al monte, cuidad de la naturaleza».
No obstante, y visto que el tiempo no era el mejor, hubo quien optó por degustar las opilas al aire libre, pero no muy lejos de casa: «ahora que no llueve, vamos a aprovechar e iremos a comerlas al parque... Que tiene pinta de que en un rato va a haber que sacar el paraguas otra vez», comentaba Encarna, llevando de la mano a sus dos nietos, que portaban sendas opilas envueltas en pañuelos con sus nombres bordados. «Los he hecho yo», afirmaba orgullosa su abuela.
Efectivamente, apenas una hora después la lluvia volvió a hacer acto de presencia. Pese a ello, decenas de personas se animaron a subir a la bendición que tuvo lugar en San Marcial, y que corrió a cargo del párroco Iñaki Larrea. Las demás parroquias de la ciudad también llevaron a cabo sus respectivas bendiciones durante la mañana de ayer.
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