sábado, 28 de diciembre de 2019

Otra mirada sobre la antigua Oiasso

Noticia publicada en Diario Vasco,el sábado día 28 de Diciembre de 2019.

Otra mirada sobre la antigua Oiasso

Contar el museo. Aizpea Goenaga, en el centro, y Jokin Lanz, a la derecha, ofrecieron una visión amplia del Irun romano y su época. /  F. DE LA HERA
Contar el museo. Aizpea Goenaga, en el centro, y Jokin Lanz, a la derecha, ofrecieron una visión amplia del Irun romano y su época. / F. DE LA HERA

Aizpea Goenaga, coordinadora general del museo, ofreció su visión de la exposición permanente | El historiador Jokin Lanz también participó en una visita guiada navideña que sorprendió y encantó a los asistentes

IÑIGO MORONDOIRUN.
Hubo quien se acercó el jueves al museo porque sabía cuál era el plan y otros tuvieron la fortuna de haber elegido esa mañana para saldar una deuda pendiente y visitar Irun y su museo romano. El caso es que once personas tuvieron el placer de asistir al recorrido por la exposición permanente de Oiasso que guiaron conjuntamente la actriz y guionista Aizpea Goenaga, desde julio coordinadora general del museo, y el historiador Jokin Lanz.
Que no dé la impresión de que ella puso el punto de comunicación y conexión con el público y él, el conocimiento científico, porque lo cierto es que si bien son las especialidades respectivas, los dos se manejaron mejor que bien en ambas facetas. Cierto que Lanz asumía más protagonismo, sobre todo ante las preguntas de los visitantes, a la hora de ahondar en aspectos de la vida en la época clásica y que, precisamente sobre algunos de esos detalles, Goenaga expresaba la fascinación que compartían el resto de visitantes, pero ella dejó también buenas muestras de sus conocimientos de lo que cuenta el museo y más allá. De su cuenta llegó la explicación de las duras condiciones de vida que las mujeres tenían en la sociedad romana, más dura cuanto más abajo en la escala social, pero incluso en la zona noble eran ninguneadas. «Sólo existían como mujer de, hija de o incluso viuda de. Muchas veces nos maravillamos de las cosas que los romanos consiguieron hacer, pero no se nos debe pasar por alto que era un mundo muy duro y muy cruel».

Buenas historias

Con esa dureza se presentaba también Roma en nuevos territorios de su interés. «Llegaban y explicaban la situación: podéis pagarnos impuestos, entregarnos hombres para nuestro ejército y cedernos vuestras relaciones exteriores y seguir con vuestras costumbres y en próspera relación comercial con nosotros. O podéis negaros y os conquistaremos». Así lo expuso Jokin Lanz. Muchos pueblos no accedían a lo primero «y había guerra. De aquéllas escribían mucho, hay mucha información. Los vascones, a la vista de lo que había pasado en pueblos cercanos, parece que optaron por la paz y por eso hay menos registros».
El recorrido sirvió para contar muchas historietas relacionadas con Oiasso: sobre rederas y mineros, sobre tecnología y alimentación, sobre urbanismo, fiestas y cultura. También para destacar Irun como un yacimiento arqueológico único. «No se ha encontrado prácticamente ninguna inscripción, ni grandes estatuas, ni edificios monumentales más allá de las termas», admitía Goenaga. «Pero es de los lugares que más restos orgánicos de esa época ha conservado». En la estabilidad de humedad y temperatura de los barros del subsuelo irunés, huesos de frutas y animales, espinas de pescado, cuerdas, cinturones de cuero, suelas de calzado... han perdurado 20 siglos. «En toda la península sólo ha aparecido una suela y aquí, toda esta vitrina». Un filón para la investigación. «Un arqueólogo italiano que vino no dejaba de hacer aspavientos al ver tantas».
Por la misma razón que se conservaron esas piezas ha sobrevivido también el puerto romano bajo la calle Santiago. «El único que ha aparecido en toda la península». Gracias a la información que propició a los arqueólogos y a otros restos en la costa guipuzcoana, se sabe que había dos tipos de navegación. Una de largo recorrido con grandes barcos que exportaban los metales de Aiako Harria e importaban bienes (muchas veces de lujo) desde muy lejanos puntos y otra de cabotaje, con pequeños navíos que recorrían el litoral fondeando cada pocos kilómetros, propiciando el comercio y la conexión entre las aldeas costeras. Goenaga y Lanz demostraron con éstas y otras aportaciones que Oiasso es un museo que no soprende por sus grandes piezas, sino por sus enormes historias.

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