«Tenemos el deber de la memoria»
El antropólogo forense Francisco Etxeberria llenó Gure Morada en su conferencia El acto se celebró en el marco de la exposición 'Que aflore lo enterrado', sobre el Cementerio de las Botellas, en cuyos trabajos de exhumación participó
El público llenó el pasado miércoles el local de Gure Morada para asistir a la conferencia de Francisco Etxeberria, antropólogo forense, profesor de la UPV, presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y perito judicial, reclamado en numerosos y conocidos procesos de distintos países. Se ocuparon todas las sillas dispuestas ante el estrado del conferenciante y varios de los asistentes siguieron de pie la intervención.
La conferencia de Francisco Etxeberria se desarrolló en el marco de la exposición itinerante 'Que aflore lo enterrado', que puede verse en Gure Morada hasta el día 23 y que han organizado la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la asociación Txinparta. Se trata de una muestra sobre la vida en el penal de San Cristóbal de Pamplona y sobre el hallazgo del Cementerio de las Botellas, donde fueron enterrados 131 presos del régimen franquista.
La primera fosa
Con el lenguaje claro y directo que caracteriza al forense guipuzcoano, su charla titulada 'Abriendo fosas, recuperando dignidades' aportó información de primera mano sobre el Cementerio de las Botellas. Pero Etxeberria no se quedó en la memoria histórica del fuerte de San Cristobal, sino que habló sobre las exhumaciones que se vienen llevando a cabo desde el año 2000 hasta la actualidad, sobre las dificultades y atascos judiciales padecidos en la realización de este trabajo y sobre las fluctuaciones de recursos públicos disponibles, dependiendo del partido que ostente el gobierno o de la comunidad autónoma en la que se localice la fosa.
Hace 17 años, en Priaranza del Bierzo (León), se abrió la primera fosa común, en la que fueron exhumados los restos de 13 civiles republicanos. Desde entonces hasta hoy, se han abierto 500 fosas más, en las que se han hallado los restos de unas 8.000 personas. Aún quedan cerca de 2.500 fosas por abrir y más de 100.000 personas desaparecidas.
Pero, «¿dónde estábamos antes del 2000?» fue la pregunta con la que Paco Etxeberria abrió su conferencia. Antes del 2000, sólo hubo casos sueltos de exhumaciones. El conferenciante recordó a Esperanza Pérez, una mujer de Palencia que, una vez muerto Franco, gastó 300.000 pesetas de las de la época en buscar a su padre y a otros siete familiares desaparecidos. En su pueblo la trataron de loca, pero acabó encontrando los restos de 150 personas.
Hubo casos similares en distintos municipios españoles, aunque tras el 23-F «la gente se asustó». Hasta el 21 de octubre de 2000, fecha en que se abrió la fosa de Priaranza del Bierzo, dejando a la vista unas imágenes impactantes. «Las fotos atrapan, pero atrapan más las explicaciones de los familiares», señaló el forense. Aquél fue un trabajo «que no lo impulsó ningún partido político», dijo Etxeberria, sino que partió «de un movimiento civil». Después, «vinieron de todos los partidos políticos y quedaron conmovidos y avergonzados, en general».
Tras la apertura de la primera fosa, el movimiento comenzó a expandirse. «Nos empezaron a llamar de todas partes y no dábamos abasto», explicó Etxeberria. «No estábamos hablando del pasado, sino del presente, en el sentido de que hay una serie de injusticias que nunca fueron atendidas y que nos alcanzan».
De las 500 fosas abiertas desde el año 2000, la mayor parte (227) han sido localizadas en Castilla-León. En el País Vasco se han abierto, hasta la fecha, 35, pero las hay repartidas por toda España «porque la represión fue generalizada».
El movimiento civil fue en aumento y forzó la acción política. En 2007 se aprobó la Ley de Memoria Histórica y en 2011, el Protocolo de Exhumaciones. Entre 2006 y 2011, con Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, se concedierron subvenciones estatales para la memoria histórica. Ése fue el periodo en el que aumentó el número de exhumaciones. Después, la apertura de fosas comenzó a decaer, sobre todo en aquellas comunidades autónomas en las que la recuperación de la memoria histórica no estaba regulada. No es el caso del País Vasco, donde «desde 2003 hay un plan concreto para hacerlo y además, se ha creado el Instituto Gogora».
Derechos humanos
El trabajo de memoria histórica es poliédrico. Tiene un plano simbólico, un plano judicial «atascado», un plano histórico, un plano político... Pero el equipo de Etxeberria siempre ha trabajado en el plano «de los derechos humanos». El forense cree que instituciones y particulares deben implicarse, porque «si todas las víctimas tienen derecho a la memoria, significa que los demás tenemos el deber de la memoria».
Etxebarria se mostró, por último, partidario de la creación de una Comisión de la Verdad, un órgano oficial de carácter no judicial y convencido de que el trabajo podría completarse en un par de legislaturas, «porque hay personas cualificadas para hacerlo en toda España».
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