Noticia publicada en Diario Vasco,el lunes día 1 de Marzo de 2021.
«El mayor daño fue que se llenó todo de hollín»
Incendio. Mientras siguen las investigaciones, los caseríos de Irun tratan de regresar a una rutina de normalidad
La Policía Foral de Navarra continúa con sus investigaciones al objeto de determinar el origen del incendio que el pasado fin de semana asoló la comarca de Bortziriak y se extendió hacia Iparralde y Gipuzkoa, donde afectó a unas 400 hectáreas del Parque Natural de Aiako Harria en el término municipal de Irun.
Agentes de la comisaría de Elizondo han realizado ya una inspección ocular en busca de pistas y han comenzado a recoger testimonios de testigos. Por otro lado, con la colaboración de los ayuntamientos de Bera y Lesaka en labor de intermediarios con los afectados, han registrado 15 denuncias por daños. En Irun, donde más de 100 hectáreas por las que pasó el fuego eran privadas, los daños principalmente se han registrado, al menos hasta ahora, en plantaciones de arbolado. Los caseríos de la zona, afortunadamente, no han reportado afecciones de gravedad, gracias también, destacan desde el consistorio irundarra, «al gran trabajo de los bomberos, los retenes y algunos vecinos de la zona que enfriaron los puntos clave», evitando que las llamas alcanzaran los baserris.
«La Ertzaintza se alarmó más que nosotros: era un fuego bajo y el entorno del caserío está muy limpio» caserío Saroiazpi
En zonas como la vertiente sureste del monte San Marcial, hacia la carretera de Endarlatsa, el incendio se quedó cerca, pero sin llegar a los límites de los caseríos. «Las regatas de esta zona seguro que ayudaron», aseguran desde Saroiazpi, donde las llamas se veían «a unos 300 metros. Se veían es un decir, porque estaba todo lleno de humo». Este caserío, enclavado en una pequeña vaguada, fue evacuado, «pero la Ertzaintza estaba más alarmada que nosotros. Aquí, el fuego iba bajo, quemaba las hojas del suelo y la maleza y, con el fuerte viento, pasaba muy rápido. Los alrededores del caserío están limpios porque tenemos cabras que se encargan de eso y la regata aumenta la protección».
Por precaución, los residentes fueron trasladados, «a San Marcial. Allí nos ofrecieron ir a un hotel y fuimos. Nos llevamos los perros y dejamos sueltas las cabras, que saben lo que hacen y se buscan la comida. Pero no estuvimos ni un día fuera». Todas las cabras han vuelto a casa y el mayor daño sobre el caserío fue «que todo estaba lleno de hollín cuando volvimos. Incluso dentro de casa. Hemos tenido que limpiar todo varias veces», con resultado más que satisfactorio porque no queda ni rastro de lo ocurrido.
«Hemos tenido suerte»
Muy cerca de Saroiazpi, en la misma ladera, está Erkastegi, un caserío donde viven ocho personas y en el que el número de animales es mucho mayor. Además de perros y gatos, «tenemos vacas, ovejas, gallinas, gansos y cerdos», cuenta Ana Mujika, la ama de la familia residente, que asegura que «en los 52 años que tengo no he visto un incendio ni parecido a éste. Hace treinta años hubo otros fuegos importantes en Irun, pero nada que se pareciera a esto».
«A las 15.30 del sábado nos empezó a caer ceniza encima. El fuego llegó a estar a 200 metros de casa» Caserío Erkastegi
En su casa empezaron a notar el humo ya a las 11.30 horas del sábado, «traído por el viento. Para las 15.30, nos estaba cayendo ceniza encima» y aunque el denso humo les impedía verlo, llegaron a tener el incendio «a unos 200 metros, al otro lado de esta regata», explica Mujika señalando la otra vertiente del valle desde la trasera de su caserío. Pronto llegaron los ertzainas y un voluntario de Protección Civil «a decirnos que teníamos que salir 'por patas', como se suele decir». Mujika presenta un par de quejas respecto a esa evacuación porque por un lado, «nadie nos ofreció esa posibilidad de ir a un hotel de la que luego he oído a hablar al alcalde» y, por otro, «porque mientras nosotros teníamos que dejar nuestra casa, veíamos que había gente paseando por aquí».
Antes de irse soltaron todos los animales confiando «en su institinto de protección, que les va a llevar siempre a alejarse del fuego. Pero claro, no nos fuimos traquilos. De hecho volvimos por la noche para ver por dónde andaba el ganado y hasta dónde se había acercado el fuego». Cuando regresaron el domingo, más allá de encontrarse hollín por todas partes, sus posesiones estaban intactas y los animales, todos en casa. Por eso, Mujika decía que «al final, no podemos quejarnos. Hemos tenido suerte. Mi tía vive en un caserío de Peñas de Aya, de los últimos a los que permitieron volver, ya el domingo por la noche. Cuando llegó eran las 22.30, ya estaba lloviendo y desde su casa aún se veían llamas en zonas de Lesaka. Nos contó que al día siguiente, cuando abrió las ventanas, el panorama era terrible».
Mujika confía en que las investigaciones resuelvan el origen del fuego. «En estos casos, siempre hablamos todos demasiado, pero hay unos protocolos para las quemas y, sinceramente, me parece imposible que fuera accidental».
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