Simon: «Es la primera vez en mi vida que me dejo barba, ¡aquí en Irun!»
Argelia, Bélgica e Irun son los lugares que marcan el camino de nuestro protagonista para, al fin, convertirse en un barbero auténtico
En Irun tenemos a nuestro propio 'Barbero de Sevilla'. Nuestro Fígaro se llama Simon, pero no es de Sevilla. Es argelino con toques belgas y ahora irundarras, claro. Tampoco busca conquistar a Rosina que como no tiene barba, no le interesa. Simon es un barbero de verdad. Auténtico, como su local de la calle Joaquín Gamón. En 'Authentic', un salón de barbas y peluquería, el argelino hace de las barbas un arte. Comienza nuestra ópera: 'El barbero de Irun'. Confíen, Simon sólo utiliza las navajas para trabajar. Primer acto.
-Si a un barbero le haces una pregunta incómoda, ¿saca la navaja?
-(Risas) ¡No! Las navajas solo las uso para afeitar. Lo prometo.
-Confío, pero te advierto que me defenderé con mi bolígrafo.
-Eso sí que me da miedo. El inglés y el francés los domino, pero aún estoy aprendiendo castellano. ¡Ten paciencia!
-Bien sûr. Una fácil, ¿de dónde eres?
-Yo nací en Argelia. Soy del norte. No soy árabe, soy bereber.
-¿Allí te formaste como barbero?
-Bueno, he aprendido más en Bélgica, pero sí, los primeros pasos los di allí.
-¿La del barbero es una profesión habitual en Argelia?
-Sí, sí. Allí todo el mundo va a la barbería. Hay muchos barberos, es casi una tradición. Claro, allí es muy barato. Creo que cobran cincuenta céntimos, ¡imagínate!
-Es más barato que hacérselo en casa...
-Allí es algo muy común. Ir a la barbería, estar con amigos, charlar... Por eso no es tan profesional.
-¿Se trabaja diferente?
-Mucho. En Argelia era como estar en casa, con la familia y amigos. Era poco serio y yo quería aprender a ser un profesional, por eso me fui a Bélgica.
-¿Por qué Bélgica? Creía que las barberías eran típicas del Reino Unido...
-Sí, sí. Todas las técnicas vienen de Londres, pero yo tenía un amigo en Bélgica y me resultó más sencillo irme allí. Yo quería trabajar. Llegué y lo primero que hice fue buscar trabajo de barbero.
-¿Fue fácil?
-Sí. Trabajando allí es dónde he aprendido a ser un profesional de verdad.
-¿Qué aprendiste en Bélgica?
-Aprendí mucho sobre productos, en Argelia no usábamos nada. También hice muchos dibujos en el pelo. Ese tipo de corte moderno es muy habitual allí. ¿Sabes? Dibujos como la raya a un lado que llevó Cristiano Ronaldo. (Risas)
-Ronaldo siempre marcando tendencia...
-En Bélgica trabajábamos mucho los dibujos en el pelo. Aquí, los hombres son menos atrevidos.
-Aquí la mayoría de los hombres son de la Real o del Athletic, imitan a Prieto o Aduriz.
-¿Esos son modernos?
-¡No mucho!
-Yo aquí ofrezco corte moderno a diez euros, ¡ojalá se animen!
-Y como barbero, ¿aprendiste técnicas nuevas?
-Sí, también. En Bélgica aprendí a usar la máquina para retocar. En Argelia no la usábamos.
-¿La búsqueda de nuevas técnicas te trajo a Irun?
-(Risas) No, fue otra cosa. En unas vacaciones conocí a la que hoy es mi mujer. Es una catalana que vive en Irun, así que...
-¡L'amour!
-Sí, hace no mucho decidí dejar Bélgica y venir a Irun.
-Una vez instalado, ¿cuándo surge la opción de abrir tu propio negocio?
-Eso es un sueño que he tenido siempre, pero si no llega a ser por el apoyo de mi mujer, tal vez, no lo habría hecho nunca.
-¿Por qué?
-Tenía mucho miedo. Vine aquí y casi no conocía a nadie, tampoco hablo bien el idioma... ¡no sé! Lo veía muy complicado.
-Pero aquí estás, cumpliste el sueño...
-¡Sí! Tenías que haber visto esto el primer día, era muy diferente.
-¿Qué había?
-¡Nada! Sólo una lámpara ahí al fondo. Han sido meses de mucho trabajo. Esto antes era una zapatería, creo, pero estaba muy abandonado.
-Ahora parece una barbería londinense, no te falta de nada.
-Claro, he intentado poner los símbolos de las barberías y tenerlo todo listo para trabajar bien.
-Se nota que te gusta tu trabajo...
-¡Muchísimo! Ser barbero es un arte. Me gustan las cosas artesanales y esto lo es. Empecé a trabajar con diecinueve años y cada vez me gusta más. Esta profesión es muy especial. Disfruto mucho trabajando con las manos, con el trato de la gente...
-¿Qué tal te han acogido los irundarras?
-Muy, muy bien. Yo intento cuidar mucho a mis clientes, ellos son el mejor testigo de mi trabajo. Si mis clientes se van contentos, se lo recomendarán a otros. Eso es importante.
-La mejor estrategia de marketing, sin duda.
-Sí, sí. Es la mejor publicidad. Estos días de fiestas, he trabajado mucho. Los hombres también son coquetos y han venido a arreglarse.
-¿Vienen a cortarse el pelo o a afeitarse?
-Hay de todo. Estoy muy contento.
-Tú llevas barba, la navaja contigo no la usas...
-(Risas) Me acabo de dejar barba por primera vez en mi vida, ¡aquí en Irun! No a todo el mundo le queda bien o tiene una buena barba.
-¿No? En la era de los hipsters, yo creía que a todos los hombres les venía bien la barba.
-No, yo creo que la barba roja es la mejor. Hay hombres que tienen muy poca barba, yo les aconsejo que no se la dejen.
-¡Así sacas la navaja!
-(Risas) Yo siempre he ido con afeitado perfecto. La cara queda muy bien después de un buen afeitado. Suave y limpia. Al principio hasta se me hizo raro dejarme la barba.
-Eres un barbero con barba. Auténtico, como tu local.
-¡Uy! Lo que me costó encontrar el nombre...
-¡No me digas! ¿Por qué?
-Yo quería un nombre especial, pero que definiese bien este trabajo. Un día estaba en casa, en el sofá, y me vino a la cabeza la palabra 'authentic'. Lo vi claro. Eso quiero yo, que este sea un sitio auténtico; nuevo, pero tradicional. Una barbería de verdad, auténtica y única.
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