Un viaje erótico a la Roma más clásica
El Museo Oiasso exhibe una exposición sobre la sexualidad romana, alejada de los mitos pero con la naturalidad y la claridad con la que se trataba entonces
- IÑIGO MORONDO | IRUN.
El cine y la televisión han trasladado a menudo un concepto libertino de la sexualidad en la Roma clásica. La verdad es que existían leyes que regulaban su práctica, incluso conductas socialmente reprobadas. La mitificación seguramente se deba a que no existía para los romanos mucho reparo al tratar la cuestión del sexo. Se hablaba de él, se escribía sobre él y se representaba en pinturas y objetos con la misma naturalidad que cualquier otro aspecto de la vida.
De todo eso, de lo debido y lo indebido, de lo que se promulgaba de puertas para afuera y de lo que en realidad ocurría en la intimidad de los hogares, de las penas y castigos para quienes eran sorprendidos cruzando las líneas (legales o sociales), habla 'Sexo en Roma', «la exposición que este verano acoge el Museo Oiasso en una nueva colaboración con el Museu d'Arqueologia de Catalunya», anuncia Juncal Eizaguirre, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Irun. Es la primera vez que esta muestra sale fuera de Cataluña donde «ha tenido un gran éxito y ha sido visitada por más de 70.000 personas», asegura Josep Manuel Rueda, director del MAC.
El trabajo se ha ideado y diseñado desde el Museo de Badalona y su técnica de Arqueología, Esther Gurri, lo ha comisariado. «La intención no era crear un discurso, sino que los romanos nos contaran cómo vivían el sexo». Se construye desde los textos, pero las piezas arqueológicas y las reproducciones de pinturas, «casi todas de Pompeya», son igualmente expresivas. Hubo al montar la muestra un problema con la documentación «y tuvimos que buscar una filóloga clásica para traducir los originales, porque vimos que las traducciones que teníamos, que eran del siglo XIX no eran fieles». Estaban 'censuradas' por lo explícito del texto en latín.
El sexo, una cuestión de clase
Tras dibujar la organización social romana e introducir sus conceptos de matrimonio y amor, las partes más impactantes de la muestra llegan con la descripción de las relaciones privadas y de la sexualidad divina. Con la misma naturalidad de la que los romanos hacían gala al hablar del tema, se cuentan los entresijos del sexo en la época.
«Había cosas prohibidas», afirma Gurri. Dado que al hombre se le confería la obligación de ser la parte activa, «el sexo oral estaba mal considerado, tanto la felación como el cunnilingus», éste último porque «el hombre no debía rebajarse a dar placer a la mujer». También era impropio el 'masturbare', «ya que ahí podía estar perdiéndose un hijo que podría ayudar en la conquista del Mediterráneo o podría ser un buen juez». La homosexualidad femenina se reprobaba (aunque existía); la masculina sólo admitía al ciudadano en el rol activo, lo otro era 'impudicitia' propia de clases bajas.
Lo cierto es que muchas limitaciones tenían que ver con la estratificación por clases de la sociedad romana. «Un varón no podía agredir sexualmente a una mujer de su misma clase, fuera viuda, joven o niña. Ahora, con un esclavo o un liberto podía hacer lo que quisiera». La prostitución, aunque inadmisible en ciudadanas, no era condenable en sí misma. De hecho, las paredes de Oiasso reproducen algunos anuncios que las 'meretrix' «escribían en las paredes, ofreciendo sus servicios, a veces con dibujos, e informando del precio», indica Gurri.
El sexo en el panteón divino acerca la muestra a la zoofilia (por la transformación en animal que se atribuía a Júpiter en sus conquistas extraconyugales) y mitos como el de Cupido y Hermafrodito. También está presente Priapo, «con su enorme falo erecto, que no tiene nada de sexual, sino que es símbolo de fertilidad». No era raro que, en petición de progenie, «hombres y mujeres lucieran colgantes en forma de pene», ni ver a un hombre usando un 'rython', copa de más que evidente alusión fálica de la que se bebía como de un porrón.
La forma en la que trataban la cuestión de la sexualidad dice mucho de cómo era la sociedad romana, pero es cierto que 'Sexo en Roma' «rompe con lo que acostumbramos a ver en arqueología», dice la gerente de Oiasso, Cristina Aguirre. «Es una exposición con muchas piezas, textos magníficos e imágenes de gran delicadeza que merecen disfrutarse despacio, con tiempo».
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