Una comparsa con mucha cabeza
Bidasoako Erraldoiak anima el ambiente de las calles de Irun con sus bailes y carreras detrás de la chavalería
- MARÍA JOSÉ ATIENZA
- IRUN
El casero, la amoña, la inglesa, el escocés, el negro, la negra, el chino y la china están muy ocupados en estos días de fiesta. Trabajan como custodios de gigantes y gigantillas y atizan con sus látigos de goma espuma a cualquiera que se acerque con malas intenciones.
Mari Carmen Jiménez, Teresa Basterra, Ángel Martín, Mikel Pascual, Jesús Sánchez, Ander Pérez, Aitor Tembra y Lourdes Irisarri son algunos de los miembros de Bidasoako Erraldoiak que dan vida a esta alegre cuadrilla de cabezudos. Junto con los zaldikos, gigantes, gigantillas y otros personajes como Don Quijote y Sancho, recorren las calles de Irun animando el ambiente con sus bailes y sus carreras detrás de la chavalería. «Los que mejor lo pasamos somos nosotros -dice Teresa- aunque acabamos cansados, porque llevar la cabeza sobre los hombros pesa lo suyo, unos cinco kilos más o menos, y además, aquí dentro hace mucho calor».
Casi todos los personajes de Bidasoako Erraldoiak fueron creados entre 1930 y 1940 por el maestro marmolista José María Celaya. Cuando nació la comparsa, Celaya donó a sus componentes los viejos moldes de yeso y también les enseñó la técnica del cartón-piedra. Tiempo después, con la colaboración del artesano Xabier Garate, rehicieron todas las figuras en poliéster, para mantenerlas vivas y darles resistencia.
Hace tres años, Teresa empezó «llevando a la china» y ahora carga con la amoña, «'la vieja', como dicen los chavales. Su traje es más cómodo y como me voy haciendo mayor, me siento más identificada con ella. A veces, cambiamos de cabeza, pero muchos chavales ya nos conocen. En estas fiestas, los que más corren son los chinos, porque son los más jóvenes, pero no hay que fiarse, porque pueden cambiar de cabeza en cualquier momento».
La chavalería que corre esquivando los latigazos, «tiene entre 7 y 13 años, más o menos», comenta Mari Carmen, que lleva sobre sus hombros a 'la inglesa'. «Los mayores son los más gamberretes. Te dan cates en el culo o en la cabeza, que es donde más molesta, porque hace mucho ruido, pero en general se portan bien». Por debajo de los siete años, «la mayoría de los niños se asusta, nos tiene miedo y nosotros intentamos quitárselo. Les damos la mano, nos acercamos para que nos toquen la cara y así, terminan por llamarnos. También les dejamos la goma espuma, para que vean que es blanda y no hace daño».
Al igual que el resto de la cuadrilla de cabezudos, 'la amoña' y 'la inglesa se lo pasan «en grande. Somos una comparsa muy familiar, unos 60, entre mayores, medianos y pequeños. Aquí estamos las mujeres, los maridos, los hijos y hasta los nietos, que en cuanto cogen altura van tomando el relevo. Nos gusta lo que hacemos y, sobre todo, nos gusta hacer pasar un buen rato a los niños.
Sobre los hombros. El casero, la inglesa, el negro, la negra, la amoña y el escocés se preparan para salir con la comparsa. / FOTOS F. DE LA HERA
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