El mortero romano de madera, una pieza casi única en el mundo
- I.M. | IRUN.
El Museo Oiasso, desde su nacimiento, ha tenido una vocación muy didáctica y se ha apoyado siempre en la tecnología del momento para hacer llegar al visitante toda la información de la forma más sencilla y cómoda posible. Sin embargo, también desde el comienzo, ha adolecido de restos arqueológicos de gran porte: no han aparecido en Irun ni en los alrededores grandes esculturas, espectaculares relieves ni fragmentos de enormes columnas. «¿No encontrasteis mosaicos en las termas?», preguntaba una de las visitantes a Juanjo Jiménez. Tuvo que contestar que «desgraciadamente no».
Pero varias veces durante la visita guíada Jiménez reivindicó el valor de muchas de las piezas que se exponen en las vitrinas del museo irundarras. «Entiendo que pueden parecer 'aburridas', pero han servido para que ahora tengamos mucha información sobre cómo era Oiasso, para que sepamos de la importancia de su puerto, de su actividad minera, del día a día de sus habitantes».
Y entre toda la pequeña piecería, el guía incidía en «los restos orgánicos. No es nada habitual encontrar cuero, madera, cuerda y similares de hace dos mil años o más. Son materiales que se degradan muy rápido. La cerámica es dura en ese sentido, aguanta bien el paso del tiempo, pero los metales, que se oxidan y se corroen, y por supuesto los materiales orgánicos, normalmente no aguantan tanto tiempo».
En los yacimientos de la comarca «se han dado unas condiciones de humedad muy concretas que han permitido que se conserven ciertos restos», restos que han aportado muchísima información. Las suelas de cuero hablan a los esudiosos actuales del calzado de nuestros antepasados. Encontrar un cinturón de ese mismo material da una pista de que no solo vestían túnicas con cordeles. Seguramente porque el clima aquí no era tan cálido como donde nació aquella extendida moda clásica. «Estas agujas de hueso las usaban las mujeres para recogerse el pelo sobre la nuca. En la época del cambio de era, lo de llevar el pelo largo y suelto se veía en Roma como algo propio de bárbaros y a la vista de la cantidad de estos restos que hemos hallado parece que esa cuestión estética estaba también muy presente aquí».
De entre todos los restos expuestos, Jiménez destacó un mortero de madera. «La nueva directora del Museo, Pía Alkain, nos recordaba hace unas semanas que es uno de los dos que hay en el mundo de este material y de época romana. El otro, que está en Italia, se encontró en un pecio».
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