Entre esos ciudadanos que acuden al Archivo a realizar alguna consulta hay quien lo hace motivado por su interés en la historia, por conocer más sobre el pasado de la ciudad... Y también, sobre el pasado de uno mismo. Sagrario Arrizabalaga recuerda el caso de un joven argentino que acudió el año pasado junto a su mujer y contó a los responsables del Archivo que su padre había emigrado a América «justo después de la guerra. Logramos localizar muchos datos sobre su familia, como que habían vivido en la calle Larretxipi». Ambos pudieron desplazarse hasta allí y ver la casa concreta en la que había vivido el padre del joven.
Pero la historia tuvo una segunda parte hace apenas una semana: «el hermano de ese chico vino con un árbol genealógico que había realizado y nos explicó que querían intentar localizar primos u otros parientes que pudieran tener en Irun. Me preguntó si podía decirle qué gente con ese apellido seguía viviendo en la ciudad, pero le expliqué que por la Ley de Protección de Datos no podemos dar esa información». No obstante, «le animé a preguntar en las redes sociales. Pero hubo más suerte: encontramos el padrón del hermano de su abuelo y descubrimos que, hasta la década de los 50, que es por ley la época hasta la que podemos dejar ver los padrones, ese hombre había vivido en la calle Santiago».
Sagrario Arrizabalaga le animó a ir hacia allí para conocer la zona. «El chico entró a un bar y preguntó a un señor mayor si conocía a alguien con el mismo apellido que aquel pariente. '¡Sí hombre! ¡Si todavía vive!'». Y de hecho, en la misma calle Santiago. «Fue a verle, cenó con su hijo... Al día siguiente vino encantado a contárnoslo», recuerda la archivera.
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