viernes, 18 de diciembre de 2020

«Los músicos prefieren sus aparatos de siempre, los que son más antiguos»

Noticia publicada en Diario Vasco,el viernes día 18 de Diciembre de 2020.

«Los músicos prefieren sus aparatos de siempre, los que son más antiguos»

Desde hace tres décadas en este pequeño local del barrio de Artia se arreglan aparatos para que la música no pareJesús y Unai Etxeberria Músicos, técnicos y viceversa

Por las manos de Jesús y Unai han pasado y pasan miles de aparatos para que podamos disfrutar de la música sin fallos. / F. DE LA HERA
Por las manos de Jesús y Unai han pasado y pasan miles de aparatos para que podamos disfrutar de la música sin fallos. / F. DE LA HERA
YLENIA BENITO

Hace poco un amigo me contó uno de los secretos de la perfección del padrino del soul, James Brown. Era muy exigente con sus músicos y solo se rodeaba de grandes talentos, pero tenía un 'cruel' sistema de multas. Los ensayos eran largos, eternos, pero si durante el directo alguno fallaba, Brown marcaba con la mano detrás de la espalda los cinco dólares que le iba a descontar de su salario. Cuentan las leyendas que los grandes músicos son exigentes. No todos son como James Brown, pero sí odian los fallos. Eso lo saben bien Jesús y Unai. Lo saben por ser músicos exigentes, pero también, y sobre todo, por ser los encargados de que cualquier aparato musical funcione y suene bien. James Brown nunca hubiera descontado cinco dólares al sueldo de Unai o Jesús por un altavoz en mal estado o un piano desafinado. En casa de los Etxeberria todo suena bien. Aquí, James Brown hubiera dicho bien alto eso de «I feel good».

–Jesús, yo no reconozco nada. Solo veo cables y aparatos, pero aquí todo hace música...

–(Risas) Claro, aquí lo tenemos todo medio desmontado, pero ya hay quien reconoce las cosas. Más de una vez nos han dicho: «este altavoz lo he visto en tal concierto». Trabajamos con muchos músicos y algunos muy reconocidos. Hace poco hemos tenido una reliquia, ¡hasta le saqué fotos!

JESÚS«Somos músicos y eso es importante porque sabemos lo que sucede en primera persona»UNAI

«Me gusta el hard rock para trabajar, pero cuando salgo de aquí toco el piano en clases de ballet»

–¿El qué?

–Unos altavoces de la última gira de Tina Turner. Llevaban su nombre, eran preciosos y de muy buena calidad. Fue increíble tenerlos aquí.

–¿Los viejos rockeros nunca mueren y sus aparatos tampoco, Unai?

–Es curioso. La tecnología ha avanzado muchísimo y lo sigue haciendo, pero los músicos casi siempre prefieren las cosas antiguas. Prefieren sus aparatos de siempre. ¡No nos dejan casi ni quitar el polvo a las cosas!

–¿Por qué?

–Es verdad que los aparatos de antes son una maravilla. Suenan bien, incluso mejor. Es curioso. Luego también hay costumbres. Los músicos se hacen a los cables y los aparatos y les gusta mantenerlos así. Si funciona, ¿por qué lo vas a cambiar?

–Y si no funciona... ¡lo arregla Jesús!

–Lo intento. La verdad es que trabajamos muchísimo. Y desde que está Unai conmigo estoy aún más contento. Sabe muchísimo, domina el campo a las mil maravillas. Es mi relevo, pero de momento somos un buen equipo.

–Los dos sois músicos, ¿os ponéis de acuerdo en la banda sonora del taller?

–(Risas) Para nada. Yo no sé cómo lo hace Unai, pero le encanta poner música muy cañera cuando estamos trabajando. No me vas a creer, pero yo necesito música tranquila o silencio.

–¡Pero si tú tocas la batería, Jesús!

–Lo sé, lo sé. Pero cuando trabajamos, yo me concentro mejor con algo tranquilo.

–¿Qué música pones, Unai?

–Me gusta mucho el hard rock. Yo cuanto más caña pongo, mejor me concentro. Es como que me empuja a hacer más y mejor. (Risas) ¿Pero cuando salgo de aquí sabes a dónde voy?

–Sorpréndeme...

–A la Academia de Ballet de Irun a tocar el piano. Me encanta la música clásica.

–¿Cómo pasas del hard rock al 'Lago de los cisnes'?

–(Risas) No lo sé, pero me encanta. Sin embargo, mi padre de aquí se va a tocar la batería. Está claro que nos gusta la música.

–Jesús, ¿qué fue primero? ¿El músico o el técnico?

–Pues no sabría decirte. Yo llevaré aquí unos treinta años ya. Y tocando la batería menos, diría yo. Con los Back ya llevo unos años, ya sabes, pero lo que sí recuerdo es cómo empezó Unai.

–¿Cómo?

–Fui al centro en el que iba a estudiar con una instalación que me habían dejado aquí y le dije a un profesor: «¿qué tiene que estudiar Unai para arreglar esto?». Es de los pocos, si no el único, que ha salido de ahí sabiendo lo que iba a arreglar después.

–En tu caso, Unai, estaba claro que a la música, de una forma u otra, te ibas a dedicar.

–En casa la música siempre ha estado presente. Recuerdo cómo escuchábamos los cassettes del grupo de mi aita, pero empecé en el conservatorio de muy txiki. Con cinco años ya estaba ahí. Primero el clarinete y luego ya me pasé al teclado. A la par, la electrónica siempre me ha gustado. Siempre he salseando mucho con los Lego y con todas las piezas que encontraba en casa. Todo lo que tenía placas o cables lo tenía que tocar y desmontar.

–Este es un buen sitio para montar y desmontar aparatos...

–¡Eso es! He venido siempre a echarle una mano al aita, pero oficialmente empecé en el 2012. Los mayas anunciaron el fin del mundo y yo empecé aquí.

–A poner en orden el mundo musical. Vosotros, Jesús, sois los responsables de que muchos músicos suenen bien...

–Bueno, nuestro trabajo es importante, sí. Yo creo que sobre todo, lo que aportamos es que somos músicos. Eso nos hace muy competentes. Nosotros sabemos lo que sucede sobre un escenario en primera persona. Sabemos si un aparato distorsiona porque está estropeado o porque es así. Y aquí también aportamos soluciones, siempre tenemos un plan B.

–Por vuestras manos pasan aparatos de muchos músicos y lugares...

–Reparamos sonido profesional. Nos llegan cosas de Cartagena, Galicia o Francia, por ejemplo. Nos envían cosas de muchos lugares, la verdad. Luego, por una faceta o la otra, nos conoce mucha gente y saben que somos muy muy puntillosos y muy exigentes. Esa es la mejor publicidad que podemos tener.

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