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Muchos juguetes y que no llueva hoy
Los pajes de Melchor, Gaspar y Baltasar se acercaron ayer al Ayuntamiento a recoger las cartas. Mientras los niños pedían regalos y aseguraban haberse portado bien, los mayores sólo querían «poder ver el desfile de hoy sin agua»
05.01.14 - 00:22 -
El 4 de enero por la tarde siempre hay cola para entrar en el Ayuntamiento. A las cuatro de la tarde se abren las puertas de la casa consistorial y desde antes suele haber gente esperando. No tanta al principio, pero a medida que avanzan las horas, y por muchos esfuerzos que se hagan por diseñar la organización de la fila al estilo de los grandes parques temáticos, la cola se extiende por la plaza. Ayer, con la lluvia y el viento azotando, no era, desde luego, una espera agradable ni para los padres ni para los niños que, esto también es cierto, ni con la tromba de agua veían disminuida su ilusión.
Se jugaban mucho la verdad. Eran conscientes de que en poco más de un día el árbol de su casa puede estar dando sombra a todas esas cosas que han pedido a los Reyes Magos. La de ayer era una tarde clave para ellos. Porque el paje, cuando cogía su carta, les preguntaba qué tal se habían portado. Tenían que convencerle de que se merecen lo que han pedido y no faltaron promesas que intentaban asegurar el éxito: «Me he portado bien, pero el año que viene me voy a portar aún mejor», le prometía al paje del Melchor una niñita sentada en sus rodillas. Tras ella, le tocaba el turno a Pablo, que tiene cuatro años. No quiso desvelar el contenido de su carta privada a los Reyes, pero sí contaba que «le he hecho un dibujo. Salen ellos y salgo yo también». Estaba convencido de que les iba a gustar a Sus Majestades. Esos pueden ser muchos puntos a su favor. Quizá por eso no estaba en absoluto preocupado, le interesaban más otras cuestiones. «¿Por qué los pajes de los Reyes Magos llevan esos guantes blancos tan finos?». Y lo que es más importante, «¿cómo vuelven luego los pajes a su país?»
«Una muñeca grande»
Dara, otra niña irundarra, también había rendido ya visita a los pajes y a la salida del Ayuntamiento lucía una calma que contrastaba con la excitación de los que aún esperaban turno al otro lado de la valla que separaba en los arkupes la entrada al consistorio de la salida.
«Le he pedido una muñeca. Una muñeca grande. Y que tenga la casita», explicaba para, a continuación, matizar, por si acaso: «entera». Le había contado al paje que se había portado «muy bien todo el año. Y también le he dicho que tengo cuatro años». Como si el paje no lo supiera ya...
A Dara la acompañaban varios familiares, entre otras, su tía Gema. «Nosotros lo que pedimos, a los Reyes Magos o a quien sea, es que mañana (por hoy) no llueva, para que podamos esperar tranquilos la cabalgata y para que los niños puedan disfrutarla». La jornada de ayer, con esas rachas de lluvia tan intensas, activó las alertas de padres y familiares. No así las de los críos. Uno, que salía del consistorio junto a otro algo más mayor y que sostenía entre sus manos un puñado inabarcable de caramelos, le preguntaba «¿y mañana reparten todavía más caramelos?». La respuesta fue afirmativa y la cara del pequeño acogió una sonrisa triunfal.
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