viernes, 23 de marzo de 2012

"Un día tras otro te levantas de la cama y dices: ¿Y ahora qué cojones hago?"

Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa sección Sociedad , el viernes día 23 de Marzo de 2012.


SOCIEDAD

"Un día tras otro te levantas de la cama y dices: ¿Y ahora qué cojones hago?"

TRES PARADOS
DE 32, 50 Y 54 AÑOS RELATAN SU SITUACIÓN
Desempleados de Errenteria acampan hoy para denunciar "el callejón sin salida" del mercado laboral
JORGE NAPAL - Viernes, 23 de Marzo de 2012 - Actualizado a las 05:28h
De izquierda a derecha, Arkaitz Irastorza, Rafa Lorente y Luis Martín.
(A. García)
DONOSTIA. El carácter más optimista se acaba viniendo abajo cuando a un día se sucede otro sin atisbar la salida. Siempre es lo mismo, una rutina que mina la paciencia hasta el desespero. El mercado laboral parece como un tren que pasa de largo, y el parado, a pie de estación, aguarda una oportunidad para subirse a él, pero el tren parece cada día más lejano. "Es desesperante", coinciden Rafa Lorente, de 54 años, Luis Martín, de 50, y el más joven de los tres, Arkaitz Irastorza, de 32. "Un día tras otro te levantas de la cama y dices: ¿Y ahora qué cojones hago?". Llevan demasiado tiempo sin trabajo.
Martín reconoce que el desempleo está llegando a cambiar su carácter de por sí inquieto. Este vecino de Errenteria, que trabajaba de albañil hasta que hace tres años le dijeron que se acabó lo que se daba, siempre había saltado de una actividad a otra, entregado a "mil chapuzas" en casa o en el domicilio de quien se lo solicitara. "Te quedas en paro y con el tiempo te vuelves como los jubilados, sin otro quehacer, te vas apagando. Antes nunca me acostaba más tarde de once. Ahora me duermo hacia las tres de la mañana. Ya ni buscas trabajo, porque no hay donde buscar", reconoce sin ninguna ilusión este integrante de la Asamblea de Parados de Errenteria.
Hoy a media tarde, Martín, Rafa y Arkaitz y cuantos quieran acompañarles cogerán la tienda y se plantarán en la Alameda de Errenteria para protagonizar una acampada que concluirá mañana con una manifestación por las calles del pueblo. Quieren denunciar la falta de oportunidades y los recortes "insoportables" que sigue dejando atrás la crisis. Animan a dar rienda suelta a su indignación a todo aquel que lo desee. En Errenteria, según sus cifras, hay 3.005 desempleados, "de los cuales 1.457 no están cobrando ninguna prestación". Se preguntan por qué no se refleja todo ello "con más intensidad" a pie de calle.
Si Martín hace tiempo que se acuesta de madrugada, Lorente, con frecuencia, ni siquiera pega ojo. "Hay noches que me quedo en vela", reconoce el hombre, preocupado por el futuro de sus hijos, de 18 y 28 años. "¡Vaya legado que les estamos dejando!". Hace un año que Lorente y unos cuantos parados más de la construcción comenzaron a movilizarse contra "esta vergonzosa situación". Lorente lleva tres años en paro. En otro tiempo, el curso natural de las cosas indicaba que tras una vida entregada al trabajo uno se había cubierto las espaldas lo suficiente como para gozar de una jubilación más o menos tranquila. A Lorente, después de cotizar durante 35 años, tan solo le queda lo que llama "la limosna", un subsidio de 400 euros para una persona que se ha dejado la piel desde los catorce años. "A la familia, muchas veces, ni le miras a la cara. Es una situación muy desagradable. ¿Dónde voy a encontrar trabajo a mi edad?", se pregunta con escepticismo y cierto desespero el hombre, ante una hipoteca que, ajena a las penurias, sigue llegando cada mes.
INDIGNACIÓN Arkaitz, que podría ser su hijo por edad, es un chaval que trabajó en Gureak hasta que llegó el despido. "Te quedas en una situación en la que ves truncado tu proyecto de vida. A mi edad, lo lógico sería ir dejando la casa de la ama, pero independizarme resulta imposible". A renglón seguido, el joven se refugia en el humor, quizá, el modo más inteligente de defenderse ante tanta adversidad. "Cuando voy a Lanbide, me lo tomo como quien va a poner una vela. Vas allá, sabes que no va a servir para nada, pero por lo menos ya has cumplido por un día". Los tres sonríen, pero son risas tristes.
En realidad, bajo esa aparente jovialidad se esconden cantidades ingentes de mala leche. Coinciden los tres en que el malestar por la situación crece, "aunque todavía la gente no ha tocado fondo lo suficiente para echarse a la calle. El día que nos unamos todos y prenda la llama de la indignación, quizá, empiecen a cambiar las cosas", reflexiona Lorente, sorprendido por el goteo de desahucios que han acabado por convertirse en un drama cotidiano. "Pones la tele y se te cae el alma a los pies. Esto es una caída libre".
Rebasados los 50, ni Lorente ni Martín tienen apenas motivos para creer en el futuro. "¿Qué como lo vemos? Así", responden cerrando los ojos. "Muy negro, no veo la salida", dice Lorente, mientras Arkaitz hace un repaso de "la cantidad de empleo destruido" sin que por el momento haya noticias de nuevas oportunidades laborales. "Si hace falta me pongo a fabricar naves espaciales", suelta el joven con un nuevo golpe de humor que deja poso amarg
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