«Nos encanta poder aconsejar al cliente para que se lleve el mejor producto»
M. J. A. | IRUN.
La Droguería Perfumería Manolo abrió sus puertas al público en el año 1955. El establecimiento lleva el nombre de su fundador: Manolo Hernández, ya fallecido, padre de Gloria y de Begoña que son quienes siguen al frente del negocio. «Él puso la primera droguería, con unas poquitas cosas. En un principio, se instaló en el local de al lado, donde está ahora la librería y luego ya ocupó el actual, en el que antes estaba la zapatería Artigas».
De los primeros tiempos de la droguería, Gloria recuerda que los esmaltes de uñas «se vendían a granel y el detergente se servía a paladas. Se trabajaba mucho en aquel entonces. Nosotras hemos nacido detrás del mostrador y aquí hemos seguido. Al ser un comercio pequeño, hemos tenido que ir especializándonos, retirándonos de las marcas que pueden encontrarse en las grandes superficies y con las que no podemos competir de ninguna manera. Hemos ampliado nuestras referencias en productos como betunes, ceras y detergentes, que siempre han sido nuestro fuerte. Antes, por poner un ejemplo, había cuatro tonos de betún y ahora hay cincuenta y nosotras los tenemos. También podemos ofrecer un montón de productos para limpiar el cuero o para limpiar las mamparas o para limpiar cualquier cosa. En las grandes superficies tienen grandes cantidades, pero no hay tantas referencias».
El consejo del experto
Aunque Gloria y Begoña pasan buena parte del día en su comercio, también son amas de casa «y algo sabemos de problemas domésticos. Estamos encantadas de poder aconsejar a los clientes sobre qué producto es el mejor para cada cosa. Con el paso de los años, los materiales han cambiado y también han cambiado los productos y nosotras los vamos probando y vamos aconsejando».
«A los clientes les gusta que seamos las mismas personas las que les atendemos desde hace años y también les gusta que les expliquemos lo que les va a ir mejor. Para nosotras es divertido, porque nos gusta hacer este trabajo. Quizá por eso conservamos clientes desde hace muchos años. Hay familias enteras, hasta tres generaciones que siempre vienen comprar aquí», añade Begoña.
«Una cosa que me encanta», continúa Gloria, «es cuando viene la gente de Madrid a pasar unos días de vacaciones y me dice: 'Es que en Madrid nunca encuentro esto y siempre tengo que comprarlo aquí'. ¿Qué producto? Por ejemplo, un gorro de ducha, que ya no se encuentra en ningún sitio y aquí hemos tenido hasta seis u ocho modelos diferentes. Eso a mí me llena de orgullo y satisfacción y me hace sentir como una reina».
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