Noticia publicada en Diario Noticias de Gipuzkoa,el sábado día 22 de Febrero de 2020.
Xabier GarateARTESANO CREADOR DEL ZANPANTZAR DE IRUN
"Si no hubiésemos adaptado la tradición del Zanpantzar a los tiempos modernos, no hubiera tenido tanto tirón"
"Si no hubiésemos adaptado la tradición del Zanpantzar a los tiempos modernos, no hubiera tenido tanto tirón"
Ya son 32 los años que Xabier Garate y su hermano Benito llevan construyendo al Zanpantzar del Carnaval de Irun, siempre ataviado con disfraces para la ocasión
Zanpantzar favorito. ¿De los que hacemos? No podría quedarme con ninguno, todos han tenido algo especial.
Disfraz para este año. Ninguno, soy de los que disfruta del Carnaval desde detrás de la valla.
Carnaval preferido. Me gustan muchos, pero el de Lantz, que conserva elementos tradicionales.
Figura favorita de las Euskal Inauteriak. Me encantan los Momotxorros de Altsasu porque son personajes recuperados y por la brusquedad de su estética, con sus cuernos y sus mandiles.
IRUN – Con las manos llenas de arcilla, en plena faena, esculpiendo el rostro de lo que sería un gigante. Así se encontraba Xabier Garate durante la mañana de ayer, menos de 24 horas después de la presentación del Zanpantzar faraónico que él y su hermano Benito han elaborado para los carnavales de Irun de este año, cuando aseguraba que, a pesar de las fechas festivas, en su taller "no hay descanso".
¿Quién o qué es Zanpantzar?
–El origen de la tradición es muy extenso y a nivel de Europa hay muchas figuras folclóricas que representan lo mismo; por ejemplo, en Iparralde la figura del Saint Pansard es popular y se conserva bastante. Zanpantzar es un personaje muy similar a Miel Otxin, lo que hace es representar todos los males. Se supone que durante el Carnaval se le captura, se le exhibe, se le hace un juicio y al final se le ejecuta en la hoguera. Así los pueblos afrontan la primavera libres de esos males; ese es el origen primitivo del concepto.
En Irun, usted y su hermano llevan fabricando al Zanpantzar desde 1988 en su taller. ¿Es que antes no se hacía?
–Durante el franquismo muchas tradiciones propias de nuestro entorno desaparecieron y el Zanpantzar no fue la excepción. Hay alguna fotografía por ahí de principios del siglo pasado en el que se ve un muñeco del estilo del Olentzero al que se llevaba en un carro, así era el Zanpan-tzar en Irun. Cuando llegó la transición se empezaron a recuperar estas figuras y nosotros lo hicimos con el Zanpantzar.
Pero el de hoy en día no se parece en nada a Olentzero.
–Los tres primeros años en los que fabricamos la figura sí que mantuvo ese aspecto. Además no tenía la estructura de gigante que tiene hoy, era una figura estática, rellena de paja, que dejábamos en la plaza San Juan durante los carnavales. El primer año aguantó hasta el martes intacto; al siguiente alguien le prendió fuego la noche del viernes y un año después no pasó de la del jueves.
Se le tienen que ir a uno un poco las ganas de organizar nada, ¿no?
–Estuvimos a punto de dejar de hacerlo, pero decidimos darle la vuelta. Al año siguiente, en lugar de una figura estática hicimos un Zanpantzar con forma de gigante, que se pudiera mover. Desde ese año también empezamos a disfrazarlo. La figura es siempre la misma e intentamos que tenga unos rasgos característicos básicos, pero desde principios de los 90 cada año va ataviado de forma distinta. Es una de las claves de su popularidad; los carnavales han cambiado y si no hubiéramos adaptado la tradición, no tendría tanto tirón.
¿Cómo deciden de qué disfrazarlo?
–Con base en la actualidad, con un toque de humor. El año del hundimiento del Prestige, el Zanpantzar le hizo referencia. Lo mismo durante la crisis y las soluciones mágicas que nos vendían; se disfrazó de conejo que sale de la chistera un año, de un Pinocho amante de los recortes otro...
El de este año va de faraón, pero en lugar de cetros lleva trenes y casitas. ¿A qué hace referencia?
–Es Tutankamon, llamado "el faraón niño" porque murió a los 20 años. Por eso, en lugar de cetros prefiere llevar sus juguetes. En la frente lleva un símbolo que quizás alguien reconozca. Hace referencia a esos proyectos faraónicos que nos venden como solución a todos los problemas.
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