Avalancha gala a por tabaco y alcohol
Los comercios de Behobia respiran tras recibir una gran afluencia de clientes franceses con la reapertura de la muga. Algunos llegaron a las siete de la mañana
Es como si hubiéramos cerrado los ojos un segundo y no hubiera ocurrido nada de todo lo que ha pasado, como si durante este tiempo hubiéramos abierto todos los días y hoy fuera otra jornada más de trabajo». Loscomerciantes de Behobia se sentían ayer «como niños con zapatos nuevos» al recibir a su clientes franceses por primera vez en más de tres meses. Reconocían haber dormido la noche anterior «con un poco de inquietud» por no saber si la clientela iba a regresar después de tantos días, pero las dudas se disiparon incluso antes de que levantaran las persianas de sus negocios. Rubén Fraile regenta junto a su hermano David La Cave, un establecimiento en el que venden productos de charcutería y alimentación, vinos y licores, y cuando llegó a las 7:20 a su tienda para ponerla a punto antes de abrirla al público a las 8:00, «ya había gente haciendo cola. Principalmente vienen a por tabaco, alcohol y gasolina».
El cierre de la frontera tras decretarse el estado de alarma el 14 de marzo dejó a estos comerciantes «al borde del precipicio» de un día para otro, ya que el público que acude a sus establecimientos procede «en un 99%» del país vecino. Con la movilidad transfronteriza cerrada, los tenderos llegaron a ver su futuro «gris, tirando a negro», pero tras la reapertura de muga encaran el verano con otro talante. «Han sido meses muy duros porque no sabíamos cuándo íbamos a abrir o si todos podríamos aguantar la crisis, pero ya tenemos aquí a nuestra clientela y ahora lo que tenemos ganas es de trabajar mucho», aseguraba Rubén, que además es el presidente de la Asociación de comerciantes de Behobia.
Atrás quedan los tres largos meses de confinamiento y desescalada por la Covid-19 en los que las persianas echadas, las terrazas cerradas y las mesas y sillas encadenadas habían sustituido al trajín habitual de una zona comercial que ayer recuperó su pulso.
A pesar de que el ir y venir de clientes era constante, no resultaba fácil encontrar un lugar para aparcar. Todos los aparcamientos estaban llenos y coches en doble fila esperaban a que algún hueco se liberara. En el parking que está frente de las cafeterías de diecisiete vehículos, todos menos dos eran galos. Entre los que esperaban para repostar en la gasolinera de enfrente, también eran mayoría los del país vecino. De quince que estaban en la cola, únicamente uno no procedía del otro lado de la muga. Y en las máquinas de la OTA, otro tanto. Allí, Iker, el vigilante, se las apañaba como podía para atender las dudas de los que debían sacar su ticket. «No doy a basto. El sábado no había nadie y hoy -por ayer- no cabe un alfiler. Todos son franceses», explicaba.
Mientras tanto, los comerciantes apenas tenían tiempo para atender a alguien que no quisiera realizar alguna compra. Algunos como Arantza Martín, de Chez Pepe, terminaba de poner a punto su tienda de ropa y souvenirs al tiempo que Cristina atendía a unos clientes que adquirieron unas camisetas y unas tazas. «Llevamos todo el mes trabajando para que la tienda esté lista y los hemos recibido con los brazos abiertos, pero a ellos también se les notaba con ganas de venir y recuperar la normalidad», aseguraba Arantza desde detrás del mostrador.
Unos metros más adelante, la mascarilla no dejaba ver la sonrisa de Marco Teixeira, pero se le notaba feliz. «Este movimiento es lo que hacía falta. Sin clientes franceses Behobia estaba muerta. Ya podemos tener algo de ilusión y pensar en recuperar algo de lo que hemos perdido», afirmaba Marco mientras ordenaba un expositor con productos de menaje. «Hay faena como cualquier otro domingo, como si el coronavirus no hubiera pasado. Solo pedimos que siga así. Sería la mejor noticia».
Precios «un 40% más baratos»
Donde tampoco había un segundo de descanso era en los estancos de la zona. En el de Tellechea, había largas colas en las dos puertas de acceso al local. Bajo un sol que apretaba, Eusko Etxepare esperaba pacientemente su turno. «Quizá estaría mejor en la playa, pero quería aprovechar la ocasión», decía. Etxepare vive en la zona de Urrugne y habitualmenteacude a Behobia atraído por los precios de algunos de los productos. Esperó 25 minutos para hacerse con cuatro cartones de su tabaco preferido. «Compensa venir hasta aquí porque a este lado de la muga un cartón de la marca de rubio que fumo ronda los 50 euros. En Francia, en cambio, el mismo cartón puede costar 120 o 130 euros», explicaba antes de dirigirse hacia una licorería para comprar un par de cajas de vino. «EnBehobia la diferencia de precio puede llegar al 40%. Con eso lo digo todo, ¿no?».
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