domingo, 21 de febrero de 2021

«El fuego nos ha rodeado, pero no podíamos irnos y dejar al ganado solo»

Noticia publicada en Diario Vasco,el domoingo día 21 de Febrero de 2021.

«El fuego nos ha rodeado, pero no podíamos irnos y dejar al ganado solo»

Los vecinos del Bidasoa han vivido momentos de «mucha tensión» desde el sábado. Su mayor miedo, «que prendiera la hierba y los animales murieran»

«El fuego nos ha rodeado, pero no podíamos irnos y dejar al ganado solo»
DE LA HERA
MACARENA TEJADA y A. DEL CASTILLO
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Ha sido un fin de semana de tensión para los vecinos del barrio de Bidasoa, en Irun, y de Lesaka. La vida de los baserritarras de la zona más afectada por el incendio originado en Bera se puso del revés el sábado y este domingo aún no había recuperado la normalidad. Cuarenta familias tuvieron que abandonar sus casas. La mayoría pudo regresar. Y otras tantas que también fueron advertidas del peligro decidieron quedarse sobre el terreno. «El fuego nos ha rodeado, pero no podíamos irnos y dejar el ganado solo», alegan.

Carlos Iriondo | Caserío Intxaurreta Berri (Irun)«Me desalojaron, pero no sin antes dar de comer a las vacas»

Desde que el incendio de Bera llegó a Gipuzkoa el sábado, la vida de Carlos Iriondo, del caserío Intxaurreta Berri de Irun, se ha visto patas arriba. Su casa, en pleno barrio de Bidasoa, muy cerca de Lesaka, se vio rodeada de llamas desde la mañana, lo que obligó a la Ertzaintza a evacuar la zona, que este domingo lucía ya calcinada. «Los agentes vinieron hacia las cinco de la tarde. Nos dijeron que teníamos que desalojar ya», explica Carlos ya de vuelta en su caserío, después de haber pasado la noche en el hotel Aitana de Irun. Con el fuego rodeándole y sin apenas margen de reacción, se cambió de ropa y se fue «sin nada. Con lo puesto», apunta con cierta resignación. Su primer pensamiento cuando le dijeron que debía dejar su casa fue el ganado: sus vacas y ovejas. «Pedí permiso para darles la comida. Al principio no me dejaron, pero no podía irme dejándolas así. Conseguí convencerles», explica. Las ovejas descansaban en una campa que tiene fuera, las recogió y las alimentó. «Tenía miedo a que prendiera la hierba y murieran quemadas. Lo mejor era guardarlas en la cuadra», matiza.

Pese a que en el hotel estuvieron «tranquilos» porque «lo peor ya había pasado», Carlos no podía dejar de pensar en sus animales. «Alguna chispa podía llegar porque el viento era fuerte. Afortunadamente no ha pasado nada», tal y como pudo comprobar en la mañana de este domingo, cuando hacia las 9.30 horas regresó al caserío. «Estaba todo controlado ya y al llegar no hemos visto nada, aunque cuando nos fuimos sí que el fuego estaba muy cerca», cuenta mientras señala el monte que rodea el caserío, todo abrasado.

Jon Indakoetxea | Caserío Lamiarri (Irun)«El fuego no llegó de milagro. La N-121 hizo de cortafuegos»

Jon Indakoetxea, del caserío irundarra de Lamiarri, apenas durmió anoche. No pudo descansar «ni un minuto». Pasó la noche «pendiente del fuego», que no llegó a su casa «de milagro. La carretera N-121 hizo de cortafuegos y paró las llamas». Si no hubiera sido por esa vía, quizá Lamiarri estaría ya quemado. Pero «por suerte» nada tiene que lamentar Jon, que ha pasado el fin de semana «en tensión».

Como a Carlos, la Ertzaintza también quiso evacuar a este joven irundarra, pero él se negó. «Tengo animales y no quería dejarlos solos. Además, esta es mi casa. A nadie le gusta abandonar su hogar», se defiende. «Me dijeron que si me quedaba tuviera precaución. Si veía que el fuego se avivaba, tenía que llamar a los bomberos». Poco después, las llamas «avivaron» y tuvo que coger el teléfono. Mientras, junto a su pareja, hacía tiempo a la espera de que el incendio cediera, vieron que las llamas se acercaban a una chabola de un vecino. Ambos se acercaron como pudieron «a rescatar a sus gallinas, que pasaron noche con nosotros. Él no estaba y teníamos que sacarlas. El fuego estaba al lado. No nos podíamos quedar parados y dejar que murieran calcinadas», relata con los nervios aún en el cuerpo. «A lo tonto, se ha librado todo, pero el fuego nos ha rodeado. El sábado incluso ayudé a un guarda forestal que no era de aquí a buscar caminos para cortar el fuego, pero era imposible. Subí con él al monte, entró una ráfaga de aire y nos tuvimos que ir. El fuego tenía mucha tirada».

Joxean Etxeberria | Caserío Lastaola (Irun)«De madrugada nos hemos puesto a ayudar a sofocar»

El barrio Bidasoa amaneció este domingo triste. «Es una pena lo que ha pasado. Todo nuestro ganado en peligro y sin electricidad... No hay derecho», se lamenta Joxean Etxeberria, del caserío Lastaola de Irun, conocido por la cría de ganado vacuno para leche. Después de toda la noche sin dormir «-nos hemos levantado hacia las tres de la mañana para ayudar a sofocar el fuego-», no les quedó otra que, llegado el momento de ordeñar, poner en marcha su propio generador. Solo estaba alumbrada una zona de la estancia, la ganadería. El ordeño, a altas horas de la mañana y sin electricidad, fue todo un los grandes retos del fin de semana.

Lastaola, situado a pocos metros de Lamiarri, también iba a ser desalojado, pero Joxean y su familia se negaron. «Vivo de esto. Mis animales están aquí. ¿Si me voy yo se vienen conmigo? ¿Alguien me los va a cuidar?», se pregunta. «Preferí quedarme y ayudar aquí, aunque tampoco nos han puesto las cosas fáciles. Ha sido una pesadilla».

Miren Maia Elizondo | Caserío Gardelberri (Lesaka)«De noche el fuego asusta todavía más»

En el barrio lesakarra de Auzoberri, que se encuentra entre Aiako Harria y Endarlatsa, las familias de los distintos caseríos tampoco durmieron en toda la noche. «A las tres de la mañana salimos y dimos una vuelta para ver hasta dónde llegaban las llamas, porque parecía que cada vez estaban más cerca. La verdad es que de noche el incendio asusta aún más», explica Miren Maia Elizondo, del caserío Gardelberri, donde vive con sus padres Josetxo y Nekane, que junto a su hermana Nerea estuvieron durante horas en vilo. «Nos encontramos con los bomberos. Lo tenían difícil. Era de noche, un terreno tan escarpado y no conocían el suelo. Parece que al final han hecho un cortafuegos para que las llamas no vengan para este lado», explican mientras miran el fuego que este domingo por la mañana aún permanecía activo, aunque avanzando «más despacio».

Juantxo Loiarte y Javier Odriozola | Vecinos de Bera y Lesaka«Ver el paisaje totalmente quemado es desolador»

Juantxo Loiarte y Javier Odriozola, de Bera y Lesaka respectivamente, acudieron este domingo a la muga a observar el fuego. Eran alrededor de las doce del mediodía y todavía asombraban las llamas que saltaban por la zona de Erlaitz. «Impresiona mucho. Ver el paraje totalmente quemado es desolador», coinciden. «No entendemos cómo ha podido pasar. Se han quemado más de 1.500 hectáreas, es una pasada», reflexionan a orillas del río Bidasoa, con su moto aparcado a un lado de la carretera. «El incendio ha generado mucho destrozo. Sobre todo va a causar pérdidas para las familias que viven del ganado en caseríos. Esta es una zona muy agrestre», explican. A su alrededor, se divisan decenas de caseríos repartidos por verdes campas.

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