Comienza en Irun la Vuelta del Covid
La Vuelta arranca con una etapa guipuzcoana en medio de un mar de dudas por la pésima situación sanitaria, recortada a 18 etapas y con siete jornadas en noviembre
La Vuelta parte hoy de Irun camino de Arrate con el difícil reto de dotarse de sentido. En un precario equilibrio entre servir de faro de optimismo para la sociedad o ser tomada como un ejercicio de frivolidad en mitad de una crisis inabarcable. El reto que superó con éxito el Tour, con el que pelea a brazo partido el Giro en un duelo de resultado incierto y el que ha perdido el fútbol, por mucho que la Real sea el nuevo líder de la Liga.
Las circunstancias han permitido a Irun acoger un acontecimiento de repercusión mundial, la salida de una de las tres grandes vueltas por etapas. Como Niza y Palermo. La suspensión de las tres etapas de Holanda hizo que la carrera vaya a arrancar en Euskadi, que este año se ha quedado sin sus dos pruebas principales, la Itzulia y la Clásica de San Sebastián, masculina y femenina. En una hazaña digna de elogio, el día 12 sí se corrió Ordizia. Ese es el patrimonio del ciclismo vasco, prioridad absoluta que preservar. Que las carreras de casa tengan continuidad será lo que hará que el esfuerzo de Irun y de Eibar cobre sentido.
Todo es excepcional en esta Vuelta, empezando por el número de etapas, reducido a 18. Desde 1985 no tiene tan pocas. Se eliminaron las tres de Holanda y las dos de Portugal se trasladaron a Zamora y Salamanca, con finales en Puebla de Sanabria y Ciudad Rodrigo. Las fechas son muy tardías, después de su reubicación por la crisis del coronavirus. Las últimas siete etapas se desarrollarán en el mes de noviembre, en la mitad norte de la península, lo que puede conceder a la meteorología un papel relevante.
Burbujas y controles
La carrera avanzará encerrada en sí misma, en un sistema de tres burbujas que tratarán de minimizar riesgos. La Vuelta ha pedido a los aficionados que animen desde casa y ha prohibido –de acuerdo con las autoridades locales– el acceso de público a todos los finales en alto, incluido Arrate.
Un tráiler medicalizado acompañará a la carrera para la realización de pruebas PCR masivas y los protocolos en las salidas y metas serán estrictos. Eso restará vistosidad a todo el ambiente que suele rodear a una carrera ciclista. Sin ir más lejos, no ha habido presentación de equipos en Irun.
La carrera llega en un momento de pésima situación sanitaria, con las autoridades, incluyendo el Gobierno Vasco, implementando nuevas medidas restrictivas ante el avance del Covid-19. La Vuelta, además, debe atravesar algunas de las zonas más conflictivas en estos momentos, como Navarra, Ourense, Salamanca o Madrid, donde rigen restricciones severas para la población. Ciudades medio confinadas en las que va a desembarcar una caravana itinerante de centenares de personas. La etapa de hoy pasa por siete municipios guipuzcoanos con el semáforo Covid en rojo.
Es por eso que la Vuelta también es una carrera por la legitimidad, por justificar que es necesario que se corra, por demostrar que su valor social, como revulsivo, como aglutinador y como ejemplo de que se puede combatir la pandemia siendo rigurosos es útil y oportuno.
Dureza y nivel
No será fácil sacar al exterior ese optimismo y esa alegría de vivir por parte de una Vuelta obligada a recluirse en sí misma, pero el recorrido y el nivel de los participantes dan pie a confiar en ello. Montaña, mucha y variada, y todas las figuras internacionales disponibles a estas alturas del año componen un menú atractivo para el aficionado, hambriento de buenas noticias.
Con llegadas espectaculares como el Tourmalet o el Angliru y nombres como Roglic, Dumoulin (Jumbo), Carapaz, Froome (Ineos), Valverde, Mas (Movistar) o Pinot (Groumapa), el cartel de la carrera es completo. Cuatro guipuzcoanos salen de Irun, tres en el Astana, los hermanos Izagirre y Alex Aranburu, y uno en el Caja Rural, Aritz Bagües. El Euskaltel no recibió la invitación para correr.
La Vuelta será un oasis en el maltrecho calendario estatal. Dieciocho días de competición que no ocultan el páramo en que se ha convertido la temporada, con solo cuatro carreras tras la reanudación: la propia Vuelta, Vuelta a Burgos, Getxo y Ordizia. En total, 25 días de competición.
Cayeron tres del World Tour, Volta a Catalunya, Itzulia y Clásica de San Sebastián. También Estella y Amorebieta, por lo que de los 14 días de competición profesional previstos en carreteras vascas se han perdido ocho y solo se han salvado Ordizia, Getxo y las cuatro etapas de la Vuelta: Irun-Arrate, Pamplona-Lekunberri, Lodosa y Vitoria-Valdegovía.
Las diez primeras etapas de la Vuelta se disputarán en carreteras de casa o muy cercanas, lo que en condiciones normales habría ofrecido un amplio abanico de posibilidades, que ahora se ven sensiblemente limitadas.
Para Irun, la de hoy es una jornada histórica. No todos los días se organiza la salida de una gran vuelta por etapas. Las circunstancias han permitido que se presente esta oportunidad, al cancelarse la salida de Holanda. La región de Utrecht iba a pagar unos dos millones de euros por la gran salida, prácticamente una semana de actividades. Irun la acabará acogiendo por un precio mínimo de salida de etapa normal, inferior a 50.000 euros. La repercusión se multiplica ahora. Irun es la ciudad que hace posible que salga la Vuelta más atípica de los últimos tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario