Volved cuando estemos mejor
Vuelta a España. Ficoba como punto neurálgico y la ciudad de Irun fueron ayer punto de partida de una de las tres grandes vueltas. Los 176 ciclistas recorrieron casi nueve kilómetros por la ciudad, donde hubo público en varios puntos, a pesar de las indicaciones de seguir la carrera desde casa
Tantos meses esperando a que llegara el 20 de octubre y resulta que la salida de la Vuelta a España desde Irun fue un visto y no visto. Menos mal que iban en salida neutralizada hasta el pie de Gaintxurizketa, porque realmente los ciclistas llevaban una velocidad considerable –a más de los 30 kilómetros por hora que como máximo se puede circular normalmente por esas calles–, apretando al coche de inicio de carrera como queriendo que se apartara y diera la salida oficial cuanto antes.
Pero eso no fue hasta pasada la una y cuarto y ya saliendo del término municipal. Antes, la ciudad amaneció con vientos fuertes que arrastraron lonas y vallas colocadas en varios puntos del recorrido y provocaron quebraderos de cabeza. La organización llegó a temer por la disputa de la etapa, pero por suerte el viento fue amainando.
Irun vivió un día que teóricamente debía ser de fiesta pero en el que pesaba la invisible presencia del coronavirus. El mensaje de quedarse en casa o verlo desde balcones y ventanas no caló en todos. Durante la mañana hubo aficionados que se acercaron a Ficoba para ver la llegada de autobuses y coches y, aunque fuera desde lejos, seguir la presentación de los equipos. Quedó desangelada, porque en Ficoba solo había prensa, personal de La Vuelta, autoridades y muy pocos invitados. Después llegó el corte de cinta y, con un pequeño retraso, se dio la salida a la primera etapa de la 75ª Vuelta a España.
Aficionados en el centro
Sobre todo en el paseo Colón y en la calle Mayor sí que hubo aficionados. Seguramente el caramelo de ver pasar a Valverde, Roglic, Froome y compañía era demasiado goloso como para obedecer las indicaciones y cometieron ese pequeño pecado. Eso sí, todos con mascarillas y sin sensación de excesiva aglomeración.
Precisamente al paso por la calle Mayor llegó una de las anécdotas de la jornada. Diez minutos antes del paso del pelotón, los bolardos que impiden bajar la calle en determinados momentos decidieron que querían ser protagonistas y subieron, no dejando pasar a los coches que abrían la carrera. Quedó en un susto y el castigo a su travesura fue que les pasaron por encima los ciclistas y las decenas de coches que acompañan a la carrera. También los conducidos por el irundarra Juanma Garate y el beratarra afincado en Hondarribia Patxi Vila, que casi gastaron sus bocinas de tanto saludar.
En un visto y no visto, La Vuelta se fue de Irun y, tras la positiva experiencia, solo coartada por el coronavirus, lo que cabe pedir es que esta carrera vuelva a Irun cuando estemos sin pandemia.
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