miércoles, 21 de octubre de 2020

La Vuelta le debe una a Irun... y a Gipuzkoa

Noticia publicada en Diario Vasco,el miércoles día 21 de Octubre de 2020.

La Vuelta le debe una a Irun... y a Gipuzkoa

La carrera arrancó en una burbuja impermeable para una afición que se asomó con prudencia a las cunetas el día que volvió a ganar Roglic

El pelotón de la Vuelta avanza en los primeros metros de la etapa y dobla el paseo Colón de Irun en dirección a la avenida de Iparralde./ F. DE LA HERA
El pelotón de la Vuelta avanza en los primeros metros de la etapa y dobla el paseo Colón de Irun en dirección a la avenida de Iparralde. / F. DE LA HERA
Gaizka Lasa
GAIZKA LASAirun.
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Estaría bien que un día la Vuelta arrancara en Irun. Ayer lo hizo en una burbuja, cerrada, impermeable, instalada en un parking de un recinto ferial. Como si arrancara en Marte. Aislada del planeta de los mortales. Irun, eso sí, prestó su pista de aterrizaje a esa pompa donde caben camiones, amasijos de hierro, plataformas publicitarias, equipos de sonido, guardias de seguridad, coches, motos y, muy al fondo, unos cuantos ciclistas fugaces. Fue un gesto altruista por parte de la ciudad. Si no fuera por ella, no había espectáculo deportivo para todo el mundo. Pero si Irun se concibe como el conjunto de irundarras, la Vuelta no salió ayer en Irun, del mismo modo que si entendemos Gipuzkoa como las gentes que la habitan, la carrera no transitó ayer por el territorio.

Menos mal que en su día los ingenieros de caminos diseñaron una de las salidas de Irun hacia la variante –para la parte más fronteriza, junto a Ficoba y el Stadium Gal– en ligera pendiente ascendente. Porque ese tramo, entre la carretera y el pretil, se convirtió en la atalaya desde donde avistar la estructura blindada de la Vuelta. El podio y las carpas de la carrera abajo, en el parking de Ficoba, y el colorido desfile de vehículos relucientes al lado, por la entrada de la variante. Ese fue el giro de cuello de los aficionados agolpados en la improvisada grada. Con eso se conformaron.

«Yo diría que más que apenados, estamos de mala leche. ¡Por una vez que vienen aquí! Hasta nos hemos pedido fiesta en el trabajo», clamaba David, un irundarra que se acercó a ese balcón de la variante, vestido de ciclista y con bicicleta, cómo si no, junto a unos amigos. «¿Que qué haremos ahora? Verles por aquí y, cuando salgan, intentar ir a otro punto de Irun para pillarles allí y hacer alguna foto», añadía Miren, una de sus acompañantes. Enrabietada pero comprensiva al mismo tiempo. «Es lo que nos ha tocado. Además, los que organizan la Vuelta son los mismos que el Tour y parece que son más escrupulosos que los que hacen el Giro y controlan todo mucho más», decía señalando un entorno repleto de medidas de seguridad.

Otro del grupo, Manu, exteriorizaba el pesar de todos. «¿Cuándo va a volver a salir de Irun una Vuelta? Es que es algo que igual no lo volvemos a ver. ¡Y con la afición que hay aquí». Miren lanzaba la propuesta a Javier Guillén. «Tienen que volver a organizarlo aquí. Ya que todo está siendo tan diferente, cuando se normalice la situación, que se repitan todas las etapas, pero con fundamento». O sea, con público.

Lo dijo hasta Joaquím 'Purito' Rodríguez en la salida, a la que fue invitado como embajador de Caser seguros. «La afición es el pulmón de la carrera. Psicológicamente los ciclistas pierden ese plus que te da la gente y habrá corredores que lo noten más que otros. Ya lo han vivido en el Tour de Omán o en Dubai. ¡Pero aquí, en el País Vasco!».

La de ayer no fue una travesía silenciosa como las de aquellas latitudes porque en cada rincón de cada barrio de Irun, Lezo, Errenteria, Donostia, Usurbil, Orio, Zarautz, Getaria, Zumaia, Azpeitia, Azkoitia, Zumarraga, Legazpi, Oñati, Bergara, Elgeta y Eibar emergió la resistencia txirrindulari de este pueblo. Guerra de guerrillas contra las restricciones. Sana rebeldía. Aplausos y vítores en cada cruce. Pero faltó la exhibición colectiva de la mejor afición del mundo. Hubo goteo de animación. Faltó la pasión a mares habitual. ¿Y si todos esos pueblos cerraran sus puertas como lo hicieron varios municipios italianos con la Milán San Remo? ¡Como lo ha hecho Utrecht! Se acabó. No habría carrera. La Vuelta le debe una a Irun... y a Gipuzkoa.

Las subidas a Karabieta y Elgeta mostraron la punta del iceberg de lo que puede animar una carrera la afición vasca. No tanto Arrate, cerrado a cal y canto. De paso, la señal de televisión vendió los encantos de un territorio ideal para organizar carreras ciclistas. La Vuelta le debe una.

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