Curiosos personajes iruneses desfilan por el libro 'El cuartel de Uranzu'
Las historias se sitúan en los años de la niñez del autor, durante las primeras décadas de la dictadura franquista El abogado y escritor Juan José Lersundi publica un volumen de relatos cortos
Juan José Lersundi, abogado-economista y escritor irunés acaba de publicar 'El cuartel de Uranzu' (Ediciones Andante), un libro de relatos cortos, por el que desfilan curiosos personajes iruneses. Tan peculiares son los protagonistas de las historias contadas por Lersundi que «en la editorial me dijeron: «¡Oye, estos personajes te los has inventado!». No, en absoluto. Son todos reales. He cambiado los nombres y los apodos, porque no quiero que vengan los familiares a ponerme demandas civiles», dice sonriendo el autor.
Tras la publicación de numerosos trabajos de investigación y divulgación histórica, Juanjo Lersundi se toma un respiro con 'El cuartel de Uranzu', un libro escrito «desde un punto de vista desenfadado, sin querer hacer una profunda tesis. Todo está salpicado con anécdotas». Los relatos están situados «en la época de mi niñez, en las primeras décadas de la dictadura franquista y se complementan con las enseñanzas que nos daban en el local de los republicanos al que acudía mi padre».
El hilo conductor
Por las 172 páginas del libro desfilan todos esos personajes que Lersundi guarda en su memoria. Sus historias pueden leerse de manera independiente, pero el libro tiene un hilo conductor, basado en tres ejes importantes: el cuartel de Uranzu, que le da título, el sistema de enseñanza nacional-católico y el local en el que se reunían los viejos republicanos.
«El cuartel de Uranzu simboliza un poco el militarismo que estaba vigente entonces», explica el autor. «Aquella era una sociedad completamente disciplinada, aunque tenía sus ventajas... la seguridad ciudadana y pocas más. Había unas carencias absolutas, desde el punto de vista material. El segundo eje del libro es «el sistema de enseñanza que nos imponían» y el tercero, «el local de los viejos republicanos, donde se nos daban una serie de enseñanzas sobre las cuestiones más dispares y heterogéneas, como el neorrealismo italiano o los masones, por los que siempre preguntábamos, cosas a las que no podías acceder a través de los periódicos, ni de los libros porque estaban absolutamente censuradas».
'El cuartel de Uranzu' es, en parte, «un homenaje volteriano a la tolerancia de aquellos republicanos, que eran totalmente antifranquistas, pero que no guardaban odio ni resquemor. Mi padre estuvo seis años en el exilio y condenado muerte. Le expropiaron el local donde ejercía un negocio de importación y estuvo quince años sin pasaporte. Pero él, como todos sus amigos, tenía una visión positiva de la evolución política. Era gente tolerante dentro del republicanismo. Representaban un poco las tendencias del periodo inicial de la Segunda República, es decir, las que venían representadas por Ortega y Gasset, Unamuno, Pérez de Ayala... Ellos no eran en absoluto partidarios de un frentepopulismo, ni de un comunismo dictatorial, ni de nada de eso».
La constante, en aquel grupo de viejos republicanos, era «la esperanza en que se iba a terminar pronto el régimen franquista y eso que ya iban con una serie de prórrogas. Al final, mi padre decía: «¡A ver si me voy a morir yo antes que Franco!» y esa era la única ilusión que le quedaba. Se murió antes Franco, afortunadamente».
Una de las anécdotas que Juanjo Lersundi recoge en su libro refleja la diferencia, a los ojos de un niño, que existía entre los países democráticos europeos y la España de aquel entonces. «El Tour de France entró por primera vez en España. Me acuerdo como si fuera hoy. Nosotros, que teníamos vacaciones en el colegio de La Salle, fuimos todos a ver el Tour. Nos llamaron la atención los ciclistas, con sus bicicletas magníficas, que aquí no había. Pero nos llamó más la atención todavía el aspecto comercial de la caravana publicitaria. Aquí, que el pan era negro, que estaba vigente la cartilla de racionamiento, llegaban de repente unos señores que echaban chocolatinas, revistas y camisetas».
Algunos personajes
Entre los personajes que desfilan por 'El cuartel de Uranzu' y cuya realidad supera la ficción, Juanjo Lersundi cita a dos, «que eran una especie de santos laicos anarquistas». Un día, estos dos personajes aparecieron en Dakar. « ¿Cómo llegaron hasta allí? Estaban en Pasajes, en fiestas de San Fermín. En un bar, se encontraron con la tripulación de un barco mercante con bandera senegalesa, cuyo capitán era francés. Entraron en conversación con él e hicieron una gran amistad, mientras bebían unas cantidades inimaginables de lo que fuera. Al final, ya nadie se acordaban de nada y el capitán dijo: 'No hay problema. ¡Todos a dormir al barco!'».
Los dos iruneses estuvieron durmiendo unas doce o quince horas y cundo se despertaron estaban en alta mar». El capitán les recordó que la noche anterior le habían dicho que querían ir a Dakar y así fue. Pasaron en la capital senegalesa «doce o quince días. Sus respectivas familias estaban siempre en vilo, pero luego les perdonaban todo porque eran buena gente», cuenta Lersundi.
Éstas y otras muchas historias increíbles pero ciertas ocurridas en el Irun nos regala la memoria del escritor Juanjo Lersundi en 'El cuartel de Uranzu'. El libro puede encontrarse ya en las librerías de la ciudad.
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