BIDASOA
Irun. Calle Freyre. 1945
19.05.12 - 03:01 -
JOSEFA MARÍA SETIÉN |
Antes de "inventarse" las zonas comerciales y peatonales, la calle Freyre -una de las calles entrañables de nuestro pueblo- era perfectamente ambas cosas. En esa época, todos éramos peatones y nuestras posibilidades de consumo muy limitadas. El objetivo -por lo menos en mi casa- era sobrevivir todos los meses, sin pasarlo demasiado mal. ¡Años de zapatos con suela de cartón e inviernos con sabañones! Entonces, creía que eso de Freyre, tenía algo que ver con los frailes de la Salle, ya que en esa época, los mayores llamaban al Colegio de San Marcial "los freres". Mucho más tarde supe que Freyre fue un general que entró en Irún el 30 de junio de l8l3.
El lado Este de la calle se iniciaba con la droguería de Sucesores de Arístegui y continuaba la calle con una vivienda de esa familia. La Joyería y Relojería Gaba tenía en su fachada un gran termómetro, cuyo mercurio reventó, cuando tuvo que marcar menos 17 grados en febrero de l956. Ese lado de la calle terminaba con la tienda de Lecuona. Los camisones de franela con florecillas que indefectiblemente nos traían los Reyes provenían de ese establecimiento, en cuyo escaparate había muchísimos juguetes, muñecas, etc.
El lado Oeste llegaba hasta la plaza de San Juan. En ese lado había muchas tiendas. Recuerdo la tienda de Maximino, donde por una peseta, nos daban diez pastas oscuras, de forma ovalada, riquísimas; solíamos comentar que estarían hechas con "pixarras" de pasteles.
El bar de la viuda de Polo era frecuentado por soldados, seguramente de la ribera de Navarra y Rioja, ya que siempre cantaban jotas. Tenía este establecimiento un largo mostrador con un fregadero de cemento rojo oscuro y blanco que siempre me recordaba el interior de las morcillas. Ahí dábamos la lata pidiendo un vaso de agua, cuando volvíamos de nuestras correrías por los escombros. Nos atendían con amabilidad y llegamos a pensar que formaba parte de su trabajo atender a la chavalería sedienta.
La tienda de tejidos de las Hermanas Hergueta tenía dos escaparates en galería interior, se llamaba ¡Arriba España! Supongo que por eso mi madre compraba siempre la tela para mi vestido de verano en la tienda de Cornelia, en el Paseo Colón.
Eureka, peluquería de señoras, estaba en un primer piso y pertenecía a D. Arturo Arrufat, una peluquería para nosotros era casi ciencia ficción, ahí se hacían aquellas permanentes llenas de tubos y bigudíes en una especie de silla eléctrica.
Camisería Mancisidor; Ultramarinos Estomba, Recondo ¡buen pan! ¡Ay. aquellos maravillosos mielines! Mercería Carmen, donde comprábamos hilos de zurcir, dedales, sedalinas, agujas, camisetas de felpa, etc. Carmen contaba y hablaba en suses: «Una peseta y seis suses. Me das dos pesetas, ahí tienes los cambios, catorce suses».
La droguería de Léon Arabolaza era una tienda de gran actividad, perfumada con aquellas pastillas de cera de abeja que introducidas en un palo abrillantaban y aromaban nuestras casas. Ferretería Arabolaza, Gumer con bata gris y gafas de aumento vendía toda clase de clavos, tornillos, baterías de cocina, etc.
Terminaba la calle con la tienda de Susperregui, la más amplia y moderna de la calle, donde se vendían las primeras medias de "cristal", lencería fina, bisutería, paraguas y un enorme surtido de botones.
En esta calle vivió D. Sebastián Cucullo, fue mi médico. Él curaba nuestros empachos y catarros; gran médico, sencillo y amable, en bicicleta visitaba a sus enfermos de los caseríos de Meaka y Olaberria.
Ahora, tenemos una plaza moderna, magnífica,con un proyecto ambicioso que se completará a pesar o por la crisis, y yo cierro los ojos y evoco. aquella calle.
Irunen bazan kale txiki bat
Errian erdi erdian
Freyre kalea zeukan izena
Norbaiten omenaldian
Mila beatzireun irurogeian
Tamalez desagertuzan
Lehen pasiuan ibiltzen giñan
Orain automobilen tartian.
IRUN
«Creo que va a ser un acierto, quedará magnífica»
Josefa María Setién, que vivió en su infancia y juventud en la calle Larretxipi, comparte sus recuerdos en torno a San Juan
19.05.12 - 02:59 -
J. OCHOTECO | IRUN.
«Para mi la plaza San Juan era muy importante: era subir por la escalera y estábamos como en otro mundo...»
«Recuerdo la Diana del día de San Marcial. Pero oye, ¡había cuatro gatos en la plaza! No era lo que es ahora...»
Reside en Hondarribia desde hace cuarenta años, pero Josefa María Setién recuerda perfectamente los momentos vividos, durante su infancia y juventud, en la plaza San Juan. «Nací en Irun, en Endarlaza. Cuando la guerra yo tenía un año y nos fuimos a Francia. Volví a Irun por primera vez con ocho años y medio y nos fuimos a vivir a la calle Larretxipi, mi calle», rememora.
Josefa María, que hasta su regreso a Irun había vivido en Las Landas, recuerda haberse sentido impresionada al llegar a Irun. «Aquellas casas que me parecían enormes... Era la primera vez que veía una ciudad a esa escala. El Ayuntamiento... ¡Nunca había visto un eficio tan grande! Y además, los montes: veía Peñas de Aia desde San Juan y desde mi casa».
La plaza «era muy importante para mi: era subir la escalera y estábamos como en otro mundo... Allí estaba San Juan Harri, y aquella figura en la primera casa de la cuesta de San Marcial... Nos impresionaba mucho esa figura».
Otros recuerdos de Josefa María en torno a la plaza San Juan están relacionados con las fiestas: «recuerdo la Diana, a las seis de la mañana del día de San Marcial. Cuando yo era muy pequeña subíamos corriendo a escucharla. Allí estaba don Teodoro Murua, el director de la Banda. Pero oye, ¡había cuatro gatos en la plaza! Entonces no se hacía gaupasa, para la Diana madrugábamos unos cuantos, pero no era lo que es ahora». Los sanmarciales no eran los únicos festejos que tenían por escenario la plaza San Juan: «recuerdo los bailes de cuando tenía quince o dieciséis años... Primero tocaba la Banda y luego los txistularis, que eran los hermanos Arrieta y Zubeldia».
«La vida giraba en torno a la plaza. Era la arteria principal de Irun», asegura Josefa María. «Desde allí accedíamos al paseo Colón. Me acuerdo del mercado viejo, de la cola que había para la carne... Íbamos casi de madrugada. Y las pescateras, que se bajaban allí del tranvía y empezaban a vocear, vendiendo su mercancía...».
El futuro
Sobre el nuevo aspecto de la plaza, que dista tanto del lugar que conoció de joven, Josefa María comenta que «aún tienen que construirse el auditorio, el hotel y el edifico municipal, la jardinería es incipiente, los árboles acaban de nacer... Pero creo que cuando esté todo terminado, quedará hermoso», asegura Josefa María, al tiempo que reconoce que aún no ha tenido demasiado tiempo para explorar el nuevo espacio a fondo: «quiero pasearme por la plaza, sentarme en los bancos, ver a San Juan Arri...».
«Creo que la plaza va a ser un acierto y que quedará magnífica», subraya Josefa María, al tiempo que recuerda una frase extraída del libro 'Mémoires d'un touriste', de Stendhal, donde el escritor recoge sus impresiones tras llegar a Irun por primera vez en el año 1838. «Se quedó maravillado con la plaza y lo que él llamó 'le petit palace', refiriéndose al Ayuntamiento».
No hay comentarios:
Publicar un comentario