El ciclista que acertaba en las dianas más importantes
Un mes después de su retirada, repasamos con el irundarra Juanma Garate las victorias que consiguió en su carrera profesional
- I.A.
- IRUN
Decir si son muchas o pocas las seis victorias que consiguió Juanma Garate en su recién acabada carrera profesional es relativo. Lo que no cabe duda es que el irundarra logró victorias de postín. Tiene el honor de haber ganado etapas en Tour de Francia, Giro de Italia y Vuelta a España, además del Campeonato de España. La lista se cierra con sendas etapas en Trentino y Suiza, a las que podemos añadir el maillot de la montaña del Giro de Italia.
Con una memoria asombrosa, repasamos con el irundarra las seis victorias de su carrera profesional.
Vuelta a España
Bajo la lluvia en Vinaros
Garate estrenó su palmarés profesional en una de las tres grandes, ganando la etapa entre Tarragona y Vinaros, en la Vuelta a España de 2001. Recuerda que «era un día que según mi compañero Mariano Piccoli, la escapada iba a llegar y estaba bastante claro que podía llegar. Pero llovía a mares y yo iba detrás, agazapado. Mariano en manga corta estaba metiéndose en todas las peleas y al final vino atrás a por mí y me enganchó para que fuera delante. Atacamos y nos metimos los dos en un grupo de catorce».
En la parte final de la carrera «Piccoli me dijo que iba muerto y que disputara yo. Y me encontraba muy bien. Para disputar la etapa nos quedamos Domínguez y yo y al sprint fue relativamente fácil».
En el momento «no me daba cuenta de lo que significaba esa victoria. Sí que es verdad que veía mucho lío, que me entrevistó José María García y le llamó en directo a mi madre... Sabía que era algo importante pero entonces no le di mucha relevancia».
Ganar aquella etapa no le hizo perder la perspectiva. «Por un lado pensaba que podía ganar, pero también era consciente de que se habían dado algunas circunstancias. Escapada, lluvia... Al día siguiente me pusieron en mi sitio, era difícil ponerse a soñar».
Giro del Trentino
La única en solitario
Las seis victorias que Garate ha conseguido en su carrera llegaron después de otras tantas escapadas y casi siempre tuvo que disputar la etapa con algún compañero de la fuga. No fue así en la etapa Merano-Coredo, tercera del Giro del Trentino de 2002, que finalizó tras una ascensión de 4,5 kilómetros a Val di Non.
Aquel año, el irundarra fue cuarto en el Giro y semanas antes tuvo «uno de esos días en los que vas sin cadena. Iba sobrado, de esos días 'tontos' en los que vas muy fácil».
Cuenta que «se había formado la escapada, también estaba Piccoli, y recuerdo que vimos en un puerto cómo un colombiano nos iba remontando, agarrado al coche. Cuando llegó donde nosotros le dije 'ya sabemos cómo has llegado, si se te ocurre atacar, te paso por encima'».
El colombiano «se hizo el loco y atacó. Fui a por él, le pasé y al final llegué solo, con veintiocho segundos de ventaja sobre los buenos, los que estaban disputando la general. Miras la clasificación y ves que salgo yo primero, y luego Garzelli, Casagrande... y puedes pensar que les había soltado, pero no fue así».
Vuelta a Suiza
Contra las vallas en el sprint
El mismo 2002, después del cuarto puesto en el Giro, el ciclista del Lampre logró otra victoria, en una Vuelta a Suiza que es de las rondas por etapas que aparecen en el siguiente escalón a Vuelta, Giro y Tour.
Fue en la etapa entre Martigni y Vevey, de nuevo en una fuga, «bastante grande, con corredores de mucho nombre: Rolf Aldag, Gianluca Bortolami, Elio Aggiano... Especialistas en fugas y rematadores. Y yo decía, 'a ver cómo lo hago para poder ganar a éstos'...».
Se produjeron muchos ataques entre los protagonistas de la escapada pero ninguno salió adelante y «nos tocaba jugarnos la etapa al sprint. Yo sabía que la meta era complicada, con un giro de noventa grados a cien metros de llegar, algo impensable hoy en día. Yo iba por la derecha, Bortolami arrancó por la izquierda abriéndose para trazar la curva. Cuando la cogió, me chocó y me fui contra la valla, pero tuve chispa para volver a sprintar y casi ganarle».
Aunque Garate fue segundo en meta, «Bortolami ni celebró la victoria. Y no nos hizo falta reclamar, porque enseguida los jueces le descalificaron por el sprint irregular. Mientras él hacía la ceremonia del podio yo ya estaba haciendo el control antidóping».
Ganar por descalificación no es lo más deseado, pero «yo veía que podía ganar ese día. De hecho, le remonté en esos últimos cien metros».
Campeonato de España
«El mejor corredor de España»
Hay que saltar hasta 2005 y ya con los colores del Saunier Duval para encontrar la cuarta victoria, que llegó en el Campeonato de España, celebrado en Murcia.
Cuenta Garate cómo «mi director, Josean Fernández 'Matxin', me dijo al llegar al equipo, 'voy a hacer de tí el mejor corredor de España. Porque eres rápido, subes bien, contrarrelojeas...'. Era una burrada pero por un día al menos lo consiguió, porque gané aquel campeonato. Sabía motivarte».
La carrera fue «dura, con un recorrido exigente de 231 kilómetros y con 40 grados. Como siempre, Banesto estaba en superioridad numérica y con Valverde favorito. Pero yo tenía en el equipo a Perdiguero, Cañada, 'Purito'... Tampoco estaba mal».
Garate se marcó como misión «estar delante e intentar ser mayoría al final. Nos juntamos veintitantos y solo tiraba Mancebo para Valverde. Si llegábamos así, ganaría Valverde en casa, así que decidí atacar».
Cuando arrancó, «me di cuenta de que iba muy bien, porque había alargado la forma del Giro. Abrí hueco enseguida pero ir solo no era buena señal. Me cazó Mancebo y levanté un poco el pie para los tres últimos kilómetros. Nos dimos unos relevos y en el sprint nos tocamos y gané bien. Luego él me decía, 'yo pensaba que tú, siendo vasco, no querrías el maillot éste...', pero yo no corría en Euskaltel».
Ese maillot con los colores de la bandera de España lo llevó en el Quick Step. Cuenta Juanma que «en el único sitio donde no se valoraba era aquí. En el resto de países tener el campeón es lo más. Y por ejemplo en mi equipo de entonces había un patrocinador que tenía fábrica en Zaragoza y estaban encantados porque tenían al campeón de Bélgica y al de España».
Reconoce que «había que tener valor para ir a entrenar con ese maillot y ya recibí algún comentario negativo, pero nada importante. En cambio en el extranjero me reconocían más».
Giro de Italia
Tappone en San Pellegrino
Precisamente con ese maillot ganó en 2006 la etapa del Giro de Italia entre Pordenone y el paso de San Pellegrino, de 224 kilómetros y con los puertos de Forcella Staulanza, Fedaia y Pordoi antes de la ascensión final, todos entre 1.800 y 2.300 metros de altitud. Fue un Tappone (etapón) de siete horas y cuarto.
Para entonces, «había hecho casi todos los puestos del segundo al décimo, dos veces, y aunque había conseguido muchas cosas en Italia, sentía la necesidad de ganar una etapa. Ese año busqué la victoria por encima de la general», y aún así terminó séptimo.
La etapa salió «muy despacio y hacia el kilómetro 80 nos fuimos unos veinte. Entre ellos, Bettini, que me dijo que me iba a ayudar. Él y yo sabíamos que era mejor ese día que el siguiente, como nos decía el director. Y se cumplió. Y un campeón del mundo me ayudó a ganar».
Continúa señalando que «Voigt era compañero de Basso, que iba líder, y no dio un relevo en todo el día. Cuando empezó la batalla estaba fresco y salía a todos los ataques. Yo vigilaba a Di Luca y Sella y ellos a mí. Y estaban también Parra, Patxi Vila... Era una fuga de mucho nivel».
En esa circunstancia, Garate jugó al póquer. «Les dejé irse a algunos y estuvimos Sella, Di Luca y yo viendo a ver quién era más frío. Les pude dejar y fui cazando a los de delante. Cuando cogí a Patxi y Valjavec, éste saltó pero Patxi me avisó que el esloveno iba muerto. Quedarían seis a meta y empezaba la parte más dura de San Pellegrino, que es muy dura».
Siendo cabeza de carrera, «vi que Voigt venía remontando. Levanté un poco el pie y cuando llegó puse un ritmo muy fuerte durante quinientos metros. Entonces me dijo 'Ok, ok, stop. You win' (vale, vale, para. Tú ganas). No hubo tiempo para más explicaciones». El alemán consideraba desleal disputarle la etapa tras haber ido todo el día a rueda.
En el último repecho del 14% «le volví a preguntar y me dijo que sí, que era su palabra. Yo pensaba que se iba a poner delante y yo le iba a sprintar pero él siguió siempre detrás mío, me dio dos palmaditas en la espalda y eso quedó un poco feo. Porque parecía que me regalaba la victoria, pero yo ya se la había jugado a falta de cinco kilómetros. Él necesitaba llegar con el primero después de no dar relevos pero prefirió no ganar».
Tour de Francia
Mont Ventoux
No muchos ciclistas han conseguido ganar etapas en las tres rondas grandes y a Garate le faltaba la del Tour de Francia, que consiguió en 2009 en el mítico Mont Ventoux. No solo ganó una etapa del Tour, sino que además lo hizo en una cumbre donde antes inscribieron su nombre algunos ilustres como Bobet, Gaul, Poulidor, Julio Jiménez, Merckx, Jean François Bernard, Pantani o Virenque. Y Chris Froome en 2013.
En el penúltimo día, en la salida de Montelimar, «Flecha nos empezó a animar, dando una 'txapa', que si era historia del ciclismo, oportunidad de estar en los libros... Por no oírle más le dije que ya iría yo a por la escapada y se calló. A la noche en el hotel ni se lo creía».
El irundarra pensaba que «iba a haber fuga pero que igual no llegaría, porque había cosas en juego en la general. Aún así me metí en la escapada y me encontraba bien. Había gente que me daba miedo, porque eran buenos, pero todos estábamos justos de fuerzas».
Antes de empezar el temible Mont Ventoux «llevábamos una minutada pero hacía mucho viento y nadie tiraba. Y el pelotón venía muy rápido, por lo que las opciones se iban reduciendo. Y la opción era atacar desde pie de puerto, para poder hacer una limpia rápida. Hice tres arrancadas incluso antes de empezar la ascensión y nos quedamos cinco. Al final me quedé solo con Tony Martin, que había hecho un gran Tour».
Aunque por detrás venían fuerte, las opciones de victoria se mantenían. Pero el viento se convirtió en un enemigo indeseado. «En el último kilómetro teníamos viento en contra muy fuerte y no había referencias, porque los carteles se habían caído. Le había atacado pero le esperé un poco para no ir solo contra el viento. Tony Martin puso un ritmo bastante fuerte, pero sin atacar, para soltarme, y yo esperé a jugármela en el sprint porque había conocido el puerto unas semanas antes en la Dauphiné y eso me ayudó».
La llegada fue apoteósica. «No ves la meta, porque es un rampón y luego baja. Llegué y vi a toda la gente y fue una pasada». Aunque las anteriores victorias habían tenido su repercusión, «ganar en el Tour es lo más. Tú sueñas con ser profesional, correr un Tour y, si puedes, ganar en el Tour. Era lo máximo a lo que podía aspirar y además fue esa etapa».
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