El festival Dies Oiassonis confirma el éxito de su ambiciosa apuesta
El mercado y la variedad de la oferta lúdico-cultural dibujan «la línea para el futuro»
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
El festival romano Dies Oiassonis se presentaba este año más ambicioso que nunca. Más extenso gracias al mercado; más variado por incorporar espectáculo teatral y desfile de moda; generoso en cuanto a recreaciones, representaciones y talleres de reconstrucción de la siempre llamativa tecnología clásica. También ha sido, posiblemente, la edición con mayor respaldo de público. Aunque pueda parecer que se trata de una relación directa de causa-efecto, lo cierto es que no siempre los esfuerzos extraordinarios reciben la recompensa deseada. Afortunadamente, este Dies Oiassonis acertó.
«Creo que todos estamos muy contentos: el Museo, el Ayuntamiento, los participantes y colaboradores, la hostelería...», señalaba Miguel Ángel Páez, delegado municipal de Promoción Económica y Turismo. «En un fin de semana de julio, con ese tiempo, tener la ciudad llena de gente como la hemos tenido tiene un valor importantísimo cuando compites con la playa», recalcó. «Hablar con un comerciante, hablar con un hostelero y que te digan que están contentos es una buena noticia para la ciudad».
Público en todo momento
Páez aportó algunos datos que confirman esos resultados de asistencia, como las «450 personas que acudieron a ver la representación teatral de Medea el domingo» (la lluvia llevó a suspender la del viernes). Destacó que se vendieran todos los tickets para la cena romana, que se llenara cada edición de los talleres gastronómicos, «que se duplicaran las visitas que habitualmente recibe el museo en un fin de semana o que hubiera muchas peticiones de pincho romano en los bares», y subrayó la presencia de «mucho visitante francés».
Además, apuntó que «poder contar con ese gran mercado permitió que hubiera mucha gente durante todo el fin de semana», más allá de los actos clave del programa. «Tenemos que intentar mantener ese despliegue» de puestos que se extendían desde la plazoleta del Juncal hasta la plaza Erromes y su entorno. Pero no se olvidó de la importancia del aporte «cultural y lúdico» que «aunque ha estado muy bien, seguro que se puede mejorar». El problema, como siempre, es que «tenemos recursos limitados. Este año, con lo que teníamos, hemos acertado; esta debe ser la línea para futuras ediciones. Tenemos un elemento de atracción turística, una singularidad».
Mostró su deseo de que a los aportes municipales y forales de este año, «además de la colaboración de algunos hosteleros y más de 200 voluntarios que han permitido sacar el programa adelante», se vayan incorporando otros sectores económicos.
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