José Antonio Martínez de Madina (Presidente de Larreaundi Abesbatza): «Siempre me ha gustado cantar, pero nada serio, cantaba en el bar»
El presidente del coro Larreaundi ha tenido una vida como para una novela de aventuras infinita, lo que peor se le da es estar sin hacer nada
Dicen que el canto de las sirenas es infalible. Su voz posee tal dulzura y musicalidad que es imposible evitar ir en su busca. Dicen, también, que solo ha habido alguien capaz de soportar el canto y no lanzarse al mar. Fue Ulises, después de la batalla de Troya, quien se ató a un mástil y venció la mortal tentación. Así lo cuenta la mitología griega, pero, tal vez, nosotros podamos añadir un 'héroe' a esta leyenda. José Antonio también ha pasado muchos años en la mar y seguro que ninguna sirena lo ha distraído. ¡Y sin atarse a un mástil! Seguro que las hubiera convencido él a ellas con su voz o con su salero. Y es que nuestro protagonista se atreve con todo. Cantar, actuar, navegar o fabricar tornillos. Aquí, en Terranova o en Aachen. Si hay 'salsa', está José Antonio.
- Me han advertido: «José Antonio es el perejil de todas las salsas».
-( Risas) Así es, sí. ¡Las salsas me encantan! Las de la cocina y las de fuera de la cocina. No sé estar quieto.
- Yo te he visto cantar en el coro Larreaundi sin moverte, sin coreografía.
- Ahí sí. Ahí tengo que estar quieto y concentrado, pero por eso no me apunté a un coro antes. A mí con 28-30 años me dicen que a las ocho tengo que dejar el poteo para ir a ensayar... ¡les digo que 'tururú'!
- Pero bueno, presidente...
- (Risas) Siempre me ha gustado cantar, pero no había hecho nada en serio. Yo de siempre he cantado en plan taberna. He cerrado los bares a las tres de la mañana con multa y todo. ¡Menos mal que pagaba el del bar!
- ¿Tan mal cantabas como para multarte, José Antonio?
- Hombre, yo creo que era por las horas. (Risas) Tendrás que preguntar a mi directora para saber si canto bien o mal.
- Cantas en dos coros, Kasino Zaharra y Larreaundi, así que mal no lo debes hacer. ¿Cómo te ficharon?
- Pues todo empezó al jubilarme. Mi mujer y yo nos mudamos a Hondarribia y ahí es cuando comenzamos a pensar qué hacer. Me recomendaron ir al club de los jubilados y apuntarme a algo. Fui y pregunté qué había. Me dijeron que había teatro y también un coro. Y dije: «¡pues los dos!». Total, para no dejar huella... ¡mejor hago las dos cosas!
- ¿Te has atrevido con la interpretación también?
- Sí, sí. Yo me atrevo con todo. Estuve dos años o así haciendo teatro, pero la directora del coro, Juncal Gascón, me fichó para cantar también en Larreaundi Abesbatza.
- Eso es porque cantas bien, ¡como las sirenas!
- (Risas) Me lo propuso y yo le dije: «si crees que valgo, ¡voy!». Y estoy muy contento.
- Fichaje estrella porque has acabado siendo presidente. ¿Les costó convencerte?
- ¿Convencerme? Para nada. Conmigo lo tienen súper fácil. A veces me dicen: «¿para qué te metes en tantos líos?». Pues porque a mi me gusta la salsa, el movimiento.
- Antes de ser presidente del Larreaundi Abesbatza, te has fraguado un amplio currículum...
-( Risas) Mira, he hecho de todo. Desde que siendo un chaval, con unos catorce años, empecé a trabajar, no he parado. He sido chapista, electricista, tornero, fresador, marino...
- No se te resiste nada, ¡ni el mar!
- Me he tirado veinte años en la mar. Con 25 años me cansé de estar en los talleres, me dio la venada de la aventura y me fui a Pasajes a coger mi primer barco.
- Así, sin pensarlo.
- Me metí en el bacalao. Mi primer año... ¡lo pasé fatal! Fue muy duro y pasé mucho frío, así que me fui a Bilbao y me metí en los mercantes.
- Seguro que has acabado en todos los barcos de capitán.
- ¡No tanto! Pero un par de oficiales me vieron cómo trabajaba y me insistieron para que fuera a la escuela. Así volví a Pasajes, a la escuela náutica, para sacarme el título de mecánico naval mayor. Después de eso estuve de oficial veinte años recorriendo medio mundo.
- ¡Solo te ha faltado ir a Terranova a cazar ballenas!
- A por ballenas no, pero en Terranova pescando bacalao sí he estado. Han sido años muy duros, pero lo que quedan son recuerdos bonitos. Un poco pirata también he sido, ¿eh? Una vez desembarqué en Nueva Orleans, metí las maletas en un avión hacia Madrid y yo me metí en otro hacía Nueva York. ¡Ahí estuve una semana de turista!
- Lo de organizar viajes también sé que se te da bien. ¿A dónde te vas con el coro el próximo 30 de Abril?
- Nos vamos a Aquisgran, a Alemania. Hemos organizado un intercambio con el coro Cantibus, que es de allí.
- ¿Y cómo ha surgido este intercambio? Seguro que has tenido algo que ver...
- (Risas) ¡Pues no te voy a engañar! Cuando empecé de presidente ya les advertí: «vamos a organizar muchas cosas, ¡eh!». El coro de antes ya ha viajado, pero tan lejos nunca. El caso es que mi cuñado ha vendido la borda que tenía a unos franceses. Esos franceses tenían una amiga alemana con la que me pusieron en contacto porque sabían que también andaba en el mundo coral. Un día charlando le propuse hacer un intercambio y me dijo que sí.
- ¿También hablas alemán?
- Ni una palabra. Menos mal que ella habla bien castellano, que si no...
- Te dijo que sí y te metiste en una nueva salsa...
- Sí. Primero vendimos rifas sorteando mariscadas y después, en Navidad, vendimos lotería. Con ese dinerito hemos cubierto medio viaje y el 30 salimos para allá.
-Seguro que lo tienes todo bien organizado, José Antonio.
-Claro, vamos en autobús. Cada dos o tres horas pararemos y el 'vinillo', el txakoli y la tortilla no faltarán. ¡De eso me encargo yo!
- Menudo chollo de presidente, también habrá que ensayar, ¿no?
- Aquí ya hemos ensayado y allí lo haremos también. Tenemos organizadas varias actividades y visitas, pero el viernes daremos un concierto religioso en la iglesia Vijlen y el sábado un concierto popular.
- Lleváis un programa completo.
- Sin duda, cantaremos canciones de nuestro folklore para que conozcan nuestra cultura, pero también llevamos cosas de Irun para dejar nuestra huella.
- ¿Y la siguiente salsa, el próximo lío, está cerca?
-¡Claro! Ya tengo unas ideas en marcha, ya te contaré.
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