Noticia publicada en Diario Vasco,el domingo día 13 de Febrero de 2022.
Iñudeak eta artzainak celebran sus bodas de plata
Eraiki Dantza Taldea. La comparsa de Behobia realizará su desfile número 25 por Irun el próximo domingo, ilusionada por retomar el acto tras el parón del año pasado
El 7 de febrero de 1999 la comparsa de Iñudeak eta artzainak salía desde la plaza Txanaleta bailando y lanzando bebés al aire bajo la lluvia. Fue la primera vez que la comitiva de Eraiki Dantza Taldea desfilaba por las calles de Irun el fin de semana previo a Carnaval. El domingo que viene, cumplen 25 años haciéndolo. La comparsa celebra sus bodas de plata con más ganas que nunca, generadas tanto por el aniversario como porque supone el regreso después del obligado parón del año pasado. «Tenemos muchísimas ganas de volver a desfilar», aseguran Itsaso Aranburu y Unai Arretxe, integrantes de Eraiki. La confirmación definitiva de que podrían realizar el acto se comunicó hace apenas unas semanas, a finales de enero.
Esa primera vez que desfilaron en los Carnavales de Irun fue en 1999, pero el origen de la comparsa se remonta más atrás: antiguamente, la sociedad Irungo Atsegiña era la encargada de organizar la comitiva de Iñudeak eta artzaiak, que representa «la sociedad y costumbres de principios del siglo XX, en la belle epoque». Después de años sin salir, en 1997 y con motivo del 75 aniversario de la sociedad, la Irungo Atsegiña propuso a Eraiki Dantza Taldea que hiciese un baile de Iñudeak eta artzaiak junto a ellos. El resultado fue tan bueno que el grupo de dantza se animó a coger el testigo y retomar la comparsa.
componentes, aproximadamente, integrarán este año la comparsa de Iñudeak eta ar-tzainak Son 25 parejas de dantzaris, alrededor de 60 personajes variopintos, cerca de 40 niños y niñas, las txarangas Jostallu y Gauerdi y los dos gigantes del alcalde y la alcaldesa de la Irungo Atsegiña.
El refrán dice que 'Novia mojada, novia afortunada', pero aquel chaparrón que en 1999 empapó a las nodrizas las regó, también, de buenos augurios. Porque más de dos décadas después, la comparsa de Iñudeak eta artzaiak ha crecido en número de participantes y se ha convertido en un evento indispensable para el Carnaval irundarra que combina, de manera soberbia, los ingredientes propios de estas fiestas: disfraces, baile y tradición. Los primeros, cuidadísimos al detalle desde las txapelas de los artzaias hasta los bordados de los puños de las camisas de las iñudes. Lo segundo, con la destreza propia de un grupo de dantza que ejecuta durante el desfile fandangos, arin-arin, zortzikos y otros bailes. Y lo tercero, aludiendo no sólo a una tradición vasca y guipuzcoana, sino también de la propia ciudad: la comparsa primigenia de la Irungo Atsegiña se remonta a principios del siglo XX. Sobre estas líneas puede verse una fotografía del Archivo municipal que muestra a un grupo de pequeñas nodrizas. En la ficha de la instantánea no se indica a qué año corresponde, pero desde el Archivo explican que, teniendo en cuenta los edificios que aparecen, la fotografía debe de datar de entre 1954 y 1959.
Un grupo suele elegir cada año disfraces sorpresa: han sido jugadores del Unión, personajes de circo, una cuadrilla torera...
En el primer desfile organizado por Eraiki fueron 150 las personas que participaron en la comparsa, cuyo recorrido comenzaba en la plaza Txanaleta; para el domingo que viene, el grupo espera contar con alrededor de 200 integrantes que desfilarán desde la calle Santiago hasta Luis Mariano. «No va a ser nuestro año más multitudinario», adelantan Arretxe y Aranburu. Ha habido ediciones en las que la cifra de componentes se ha acercado a los 300 pero, teniendo en cuenta el parón de los últimos dos años, está costando retomar las actividades.
A las nodrizas y pastores, que representan a las niñeras que cuidan de los bebés de familias adineradas y a sus parejas, se les unen todo tipo de personajes para formar esa comitiva de la Belle Epoque en la que hay de todo: el alcalde y la alcadesa, junto a los corporativos de época; barquilleros, galleteros, vendedores de globos, floristas, el panadero, la tropa clerical encabezada por el obispo, médicos y enfermeras, el afilador... Sin olvidar la presencia de las txarangas Jostallu y Gauerdi al mando de la ambientación musical. En 2019 se sumaron a la comitiva unos invitados de altura, concretamente de más de tres metros: los baserritarras gigantes de la Irungo Atsegiña. Al año siguiente tomaron el relevo los gigantes del alcalde y la alcaldesa, que repetirán en este 2022.
Los personajes sorpresa
Ha habido incorporaciones destacadas, como, en 2015, jugadores de la primera plantilla del Real Unión para conmemorar el centenario del club; o la cuadrilla taurina que desfiló en 2017, que representaba a los toreros del cartel de 1910 de la desaparecida plaza de toros de Irun. En cierta ocasión apareció también una tropa circense, otro año un grupo reivindicativo se encaró con los integrantes disfrazados del alcalde y los corporativos para exigirles sus reivindicaciones... Itsaso Aranburu y Unai Arretxe explican que quienes cada año sorprenden al público «son un grupo de dantzaris de Eraiki y sus familiares y amigos. ¡Pero es que nosotros mismos nunca sabemos de qué se van a disfrazar! Cuando hacemos la reunión en la que repartimos los papeles de los personajes, ellos nunca desvelan de qué irán... ¡Es sorpresa!».
Los chalecos, ¡al carro!
Veinticinco años dan para muchas historias y anécdotas, y los dantzaris no pueden evitar recordar «todas las veces que nos ha llovido». Pero eso no les ha quitado las ganas de desfilar, aunque hayan tenido que adaptarse: Unai Arretxe explica que «los chalecos rojos que vestimos los artzaiak destiñen mucho y llevamos camisas blancas que se manchan en seguida. Algún año ha empezado a llover cuando íbamos por el paseo de Colón, y he tenido que pedir a la gente que se quitase los chalecos y recogerlos a toda prisa, en mitad del desfile». Para guardarlos contaron con la complicidad de la panadera y los barrenderos de la comparsa, que cedieron su carro y cubos para mantenerlos a buen recaudo.
Esa lluvia que les ha acompañado varias veces ha provocado que tuvieran que aprovechar paradas del desfile, como la de la plaza del Ensanche, «para secarnos un poco, como podíamos». Precisamente esa parada los dantzaris realizan uno de los momentos más destacados del desfile: la representación en la que las iñudes llevan a sus bebés ante el alcalde «para que los inscriba en el registro»; a continuación, al obispo y el cura, que los bautiza; y finalmente, a la cita con los médicos y enfermeras para que les administren la preceptivas vacunas. Justo después se realiza la kontradantza seguida del zortziko con el que los artzaias cortejan a las iñudes. Al final, como se hace en la plaza San Juan, bailan un fandango y un arin-arin, que se repiten en Luis Mariano para finalizar el desfile.
La comparsa se dejó ver por última vez un mes antes de aquel confinamiento que marcó el inicio de una época que todos soñamos con dejar atrás. Los Iñudeak eta artzainak volverán a desfilar por Irun con la doble ilusión que supone celebrar sus bodas de plata y volver a llenar las calles de bailes, alegría y ambiente festivo. Una ilusión que, sin duda, será compartida con el público que aplaudirá su regreso.
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