Tiempo libre en el cole Dunboa
Irungo Gaztedia ha iniciado con el nuevo curso su tercer año de actividades. Este grupo de jóvenes voluntarios irundarras quiere ofrecer «una alternativa de ocio a chicos y chicas y la oportunidad de hacer cosas diferentes»
- IÑIGO MORONDO | IRUN.
Su trabajo, silencioso, empezó con ánimo de voluntariado vocacional. Un grupo de jóvenes irundarras entusiastas de las colonias municipales en su adolescencia, quería que las siguientes generaciones disfrutaran de esas dinámicas tan positivas y creó una iniciativa de tiempo libre. Uno al uso, pero sin identificaciones religiosas ni similares. «Es algo muy extendido en otros municipios. Aquí sin embargo, no había», explica Aritz Peciña. Es uno de los tres coordinadores de Irungo Gaztedia, que cuenta en su plantilla con otros 11 monitores «todos titulados o en el proceso de obtener el título», destaca, con cierto justificado orgullo.
Su planteamiento de inicio era «habilitar un espacio de ocio para jóvenes de entre 11 y 16 años; una alternativa mediante la que conocer gente, divertirse, hacer actividades diferentes...» Encontraron en la entidad guipuzcoana Gaztedi (un servicio integral de apoyo a adolescentes, sin ánimo de lucro) un paraguas para su constitución y una fuente de recursos especializados (sociólogos, psicólogos) con los que desarrollar los planes de trabajo y los objetivos que debían alcanzarse.
De la dirección del colegio Dunboa y de Educación del Gobierno Vasco obtuvieron un espacio físico para sus encuentros. Con esas herramientas y muchas ganas de hacer, echaron a andar. «La semana pasada empezamos el que es ya el tercer curso de actividades», recuerda Aritz.
La cita es cada domingo por la tarde, a las cuatro y media, en el mencionado colegio Dunboa. «El domingo es el día en el que el adolescente tiene menos referencias de ocio. Nosotros proponemos ésta. Viene quien quiere y, si le apetece, repite. Nunca es obligatorio venir, por supuesto», subraya, aunque reconoce que esa libertad complica un poco su labor y la de sus compañeros porque la afluencia acaba siendo muy variable. «El año pasado, en el grupo de entre 11 y 13 años llegaron a juntarse algunos días veintitantos chicos y chicas. En el de 14 a 16, algo menos de 20. Pero normalmente no vienen tantos». La cifra fluctúa según el momento del año, según si hace mejor o peor tiempo.
En sus juegos y actividades, lo lúdico, que resulte divertido, es fundamental, pero «sin perder de vista los objetivos marcados, colectivos y, a veces, individuales». Porque en algún caso hay algo de labor social, de evitar aislamientos, de abrir oportunidades a «gente que en su entorno tiene un rol y que aquí tiene el expediente en blanco». De los encuentros dominicales, «surgen propuestas de planes: playa, surf, karts, paintball, montaña... Muchas veces, son cosas que estos jóvenes no tienen con quién hacer, porque igual en su grupo de amigos a nadie más le interesa eso». Irungo Gaztedia pone todo de su parte para que los planes salgan adelante.
Ahora que el Ayuntamiento ha elegido Dunboa entre los centros cuyo patio se abrirá los fines de semana al uso público, van a tener vecinos. «Y estamos encantados. A los chavales les llama la atención ver que hay algo organizado. Se acercan y se lo pasan bien. Y si quieren, ya saben dónde y cuándo encontrarnos».
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