La dualidad del antiguo Oiasso
Investigaciones recientes apuntan a un asentamiento prerromano con idéntico nombre pero otra ubicación
En el contexto del 250 aniversario de Irun, Mertxe Urteaga pronunció una conferencia sobre cómo fue el paso de la prehistoria a la historia
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
Los descubrimientos arqueológicos de las últimas décadas han permitido ubicar el asentamiento romano de Oiasso en la actual ciudad de Irun. Así, el irundarra se encontró un día con un ascendiente vestido con toga al que no conocía de nada. Pero antes de aquél, hubo otros ancestros. Mertxe Urteaga, directora del Museo Oiasso, dedicó a esto la segunda de las conferencias históricas previstas este año con motivo del 250 aniversario de la Real Cédula de Exención que dio a Irun plena independencia.
Urteaga proponía un viaje por épocas difíciles de definir, situadas en la línea temporal antes de que existiera la 'ciudad' romana («en realidad, en Roma, 'ciudad' significaba otra cosa, pero valga para entendernos ahora», especificó) que hemos descubierto estos años. Así, empezó por recordar que lo que distingue la historia de la prehistoria es la escritura y que, dado que fueron los primeros en escribir sobre este suelo que ahora llamamos Gipuzkoa, entramos en la historia «gracias a los geógrafos de Roma».
Lo significativo en este caso es que ya hablaban de Oiasso antes de establecerse aquí, definiéndolo como un «asentamiento indígena de los vascones de la costa». Parecería lógico pensar que los romanos lo ocuparon y lo transformaron en una población a su imagen y semejanza: ordenada respecto a su cardus y su decumanus, con sus termas de tamaño medio, su necrópolis exterior, etcétera. «Ya os adelanto que no es así. Pensábamos que sí, pero han pasado muchos años ya, se han hecho muchos trabajos y sondeos, se ha movido mucha tierra y, debajo de la ocupación romana, no ha aparecido nada». Urteaga reforzaba la tesis aludiendo a que la descripción que hicieron los romanos del asentamiento indígena no correspondía tampoco a la orografía del lugar en el que ubicaron luego 'su' Oiasso.
Sí hay evidencias de que, aproximadamente un siglo antes que la ciudad, poco antes del año cero, los romanos establecieron un asentamiento militar de algún tipo. Al final de la charla, desde el público pidieron alguna explicación al respecto: «¿qué se ha encontrado para saber que hubo un asentamiento militar?». «En la necrópolis de Santa Elena encontramos un ajuar militar, pero sobre todo es porque han aparecido monedas con un resello que impedía que pudieran usarse fuera del propio destacamento militar». Por si fuera poco, «también hay restos de vajillas que se corresponden con las que llevaban los militares cuando se desplazaban».
Pasado romano por casualidad
En los últimos años se han descubierto ésta y otras muchas cosas que Urteaga mencionó durante una conferencia que también le sirvió para reivindicar cómo y gracias a quién empezó todo esto. Porque si hoy Irun tiene un pasado romano, es, casi casi, por pura casualidad.
«En 1969, el Ayuntamiento de Irun se estaba planteando construir un anfiteatro en la plazoleta del Juncal. Jaime Rodríguez Salís pidió paralizar la obra porque, decía, allí había restos romanos». Por aquel entonces, nadie defendía que hubiera habido asentamiento romano alguno en la zona así que Urteaga calificó de «carambola» no solo que el alcalde diera permiso a Salís para tratar de probar su tesis, sino que, además, éste tuviera «la suerte de hacer un sondeo y encontrar restos». Dos años después, el propio Salís se las ingenió para que le autorizaran una excavación arqueológica en la ermita de Santa Elena. Y entonces sí. Una necrópolis afianzó la teoría de un asentamiento de carácter romano.
Desde entonces, diversos descubrimientos han ido concretando el dibujo de un Oiasso romano sobre una planicie que adecuaron artificialmente en la loma de Beraun, desde el ayuntamiento hasta el punto en el que la calle Francisco de Gainza dibuja una pronunciada pendiente para bajar a la Ertzainetxea: restos de una herrería en la calle Beraketa, las termas en la trasera del actual museo, el sótano de una vivienda en la plaza Etxeandia... Pero sobre todo, «el descubrimiento estrella que aún nos emociona», recordó Urteaga. Se refería a las maderas de un varadero romano para reparar embarcaciones que aparecieron bajo la calle Santiago y que impulsaron el proyecto del actual museo.
Efectivamente, la investigación arqueológica ha aportado un gran conocimiento sobre aquel Irun romano llamado Oiasso. Su gran reto ahora es ubicar el lugar en el que estaba el otro Oiasso, el prehistórico, un asentamiento indígena vascón que, atendiendo a los restos de otros de la misma época y a las referencias que dejaron escritas los romanos, «estaría fortificado y ocuparía una posición elevada, estratégica».
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