Objetos que evocan recuerdos
La sexta edición de la Feria de Antigüedades reúne en Ficoba hasta mañana a 35 anticuarios y almonedas
- JOSEBA ZUBIALDE
- IRUN
Una cámara Rolleiflex de los años cincuenta, un brasero de carbón con el que antaño se calentaban las sábanas antes de acostarse o máquinas de escribir de los años setenta. En la Feria de Antigüedades que hasta mañana acoge Ficoba se pueden encontrar todo tipo de artilugios del siglo pasado y más antiguos en los cerca de 30.000 objetos que 35 anticuarios y almonedas venidos de España, Francia, Holanda e Inglaterra han traído para esta cita a Irun.
«Hay un casco de guerra que tiene hasta un balazo», comentaba ayer Peio, que andaba a la caza de un mueble antiguo con su mujer. Mientras que para algunos las layas y herramientas de labranza expuestas en uno de los puestos pasaban totalmente desapercibidas, a este donostiarra le evocaban recuerdos de su pasado. «Mucha gente no sabe para qué sirven, pero yo hace sesenta años usaba esas herramientas en el caserío», rememoraba sin poder evitar una sonrisa.
La variedad es una de las señas de identidad de esta cita, que ya va por su sexta edición. Analizando a fondo cada uno de los puestos se encontraba Xabier, que había venido desde Donostia con un único objetivo: «Solo vengo para ver si encuentro una pipa, soy un gran aficionado a fumar tabaco en ella». No obstante, aseguraba ser «un asiduo» a esta feria, aunque ni las cámaras antiguas, ni los sellos y monedas, ni tan siquiera los objetos religiosos, eran capaces de despistarle de su objetivo.
Muchos de los objetos que hay en la feria «despiertan mucha curiosidad entre los visitantes», incidía Javier Vázquez. Con 38 años en la profesión, este irunés subrayaba que el secreto para conseguir objetos singulares «está en conocer gente, tener contactos y dar muchas vueltas». Entre los artículos que ha traído se encuentran un autómata publicitario «totalmente funcional» de los años setenta o una máquina de bolas de anís de 1930 que «funciona con un céntimo de peseta». También cuenta con un expendedor de cerillas, «similar al que había a la entrada del topo en el Paseo de Colón en los setenta. Al lado también había una máquina de tabaco».
En otro de los puestos, Oriol Pell no escatimaba en explicaciones a todo aquel que se lo pidiera sobre lo que había traído. Sifones, navajas, varias figuras de patos de color blanco, fumigadores para matar moscas, sillas de jardín... «Llevo un poco de todo», aseguraba este gironés. También contaba con un «caballo que es una especie de bicicleta. Se le da pedales con las manos y la dirección se maneja con los pies», explicaba, un juguete que «tal vez sea de un poquito antes de los años veinte».
Cincuenta objetos a subasta
Uno de los alicientes de esta feria, y por lo que se ha caracterizado desde su inicio, es la subasta a viva voz que tendrá lugar esta tarde, con precios de salida a partir de 40 euros. Entre los 50 objetos elegidos por los expositores, y por los que se podrá pujar a partir de las 18.00 horas, están una muñeca, un cuadro o una réplica de un galeón, entre otros.
Por otro lado, la organización también sorteará entre todos los visitantes un vale de 200 euros mañana, cuyo ganador podrá gastar el premio para hacerse con algún objeto al que le haya echado el ojo.
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