Servicios de Txingudi muestra los secretos de la gestión de las aguas residuales
La Mancomunidad ha aprovechado para alertar del problema que generan residuos que se vierten indebidamente al WC, como las toallitas húmedas
Ha invitado a los ciudadanos a conocer mañana cómo funcionan las estaciones de bombeo de la comarca
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
La gestión del agua es un elemento básico de la calidad de vida en nuestra sociedad. Damos por hecho que, al abrir el grifo, fluye y que si no la capturamos por el camino, desaparece por el desagüe. Cualquier cosa diferente de estas dos realidades, supone enormes trastornos en nuestro día a día.
Para que esto ocurra de manera tan natural, en la comarca del Bidasoa, Servicios de Txingudi dispone de medios humanos y materiales que resultan ajenos a la mayor parte de la población. En un esfuerzo por dar a conocer su existencia y su complejidad, la Mancomunidad propone cada año, en torno al Día Mundial del Agua (22 de marzo), visitas guiadas a algunas de sus instalaciones. Mañana, ha invitado a los vecinos a conocer la estación de bombeo de Hondartza y la depuradora de Atalerreka.
De esta manera, Servicios de Txingudi trata de «mostrar a la ciudadanía parte del complejo entramado que se esconde tras los sistemas de abastecimiento y saneamiento», explicó la gerente de la empresa pública, Leire Zubitur.
Ella y el responsable de Ciclo Integral del Agua, Samuel Vázquez, se acercaron ayer hasta otra estación de bombeo, la anexa al Stadium Gal, para presentar la campaña 'No alimentes al monstruo', en la que Servicios de Txingudi participa junto a otros seis consorcios vascos del agua y la agencia URA del Gobierno Vasco. Ligando ambas iniciativas, este año, la visita propone un acercamiento a la red de drenaje, concretamente «a uno de los problemas que más le afectan en los últimos tiempos: las toallitas higiénicas que se vierten al inodoro causando averías y atascos», advirtió Zubitur.
Concienciación y mejoras
Aunque los envases de algunas de estas toallitas las identifican como biodegradables e indican incluso la posibilidad de desecharlas por el WC, lo cierto es que «no es un etiquetado correcto. No se deshacen, ni son biodegradables. Quizá lo sean en un plazo de 50 o 100 años, pero para el sistema de saneamiento no lo son», apuntó la gerente. «Pueden bloquear las tuberías de las propias viviendas, las generales o cualquiera de las estaciones de la red de saneamiento».
Entre 2008 y 2011, los residuos retirados de las diversas infraestructuras de saneamiento se incrementaron casi un 40%. Los atascos se multiplicaron. En 2012, sólo en la estación de bombeo de Amute se produjeron 41 taponamientos. Y los técnicos encuentran un culpable claro: el incremento del vertido de las toallitas a la red. Zubitur detalló las medidas que tomó Servicios de Txingudi, que pasaban, fundamentalmente, por instalar nuevos tamices y retirar residuos con mayor frecuencia. El sobrecoste supera los 15.000 euros por año; la inversión anual, los 40.000. Así, el coste por averías de este tipo se ha reducido un 93% y en 2015, la estación de Amute ya sólo registró dos atascos.
Pero no todas las instalaciones son susceptibles de incorporar las medidas necesarias. Por eso «es importante alertar a la ciudadanía de las consecuencias de verter esas toallitas por el inodoro». Zubitur explicó que la campaña de concienciación animará a depositarlas en recipientes para basura y a tener en cuenta que el WC no es tampoco la vía de salida adecuada para otros residuos que se generan en el hogar como «aceites usados o restos de comida».
Las estaciones de bombeo
Entre las instalaciones más sensibles a los efectos de las toallitas y otros residuos indebidos que acaban en el retrete están las estaciones bombeo. Servicios de Txingudi cuenta con seis de estos equipamientos a lo largo del colector general que discurre en paralelo al río y a la bahía, desde Behobia hasta la playa de Hondarribia, para desde allí llevar hasta la depuradora de Atalerreka las aguas de saneamiento y pluviales de toda la comarca.
El agua circula por las canalizaciones «por efecto de la gravedad», explicó Samuel Vázquez. Eso significa que las enormes tuberías del subsuelo siempre apuntan hacia abajo. Llegado un punto, es necesario que una bomba de agua las eleve para recuperar cota y poder seguir recorriendo la comarca 'cuesta abajo'. Existe una estación de bombeo en Behobia a la que llegan las aguas del este de Irun. Aquéllas, más las que recoge la red de saneamiento y el alcantarillado de pluviales del centro de la ciudad terminan en la de Gal. Todas ellas más las de la zona oeste y algunos puntos de Hondarribia, llegan a la de Amute, incluidas las de Jaizubia que impulsa la bomba de San Pablo. Siguen acumulándose de camino a las estaciones de Alameda y Hondartza y desde allí, todas juntas, terminan en la depuradora.
En función del volumen que le llega, cada estación tiene más o menos bombas de mayor o menor tamaño. La de Gal, por ejemplo, puede elevar hasta 800 litros por segundo; la de Amute, mil. Esas capacidades «se ponen a prueba en días de fuertes lluvias», pero en cualquier momento, se superan los 200 litros por segundo. Al cabo del año, «la red de saneamiento mueve entre 7 y 8 millones de metros cúbicos», detalló Vázquez.
Las estaciones de bombeo cumplen también la función de eliminar del sistema una buena parte de residuos que podrían atascarlo. Sus filtros, con un estudiado sistema mecanizado, retiran kilos y kilos de sólidos indebidos, principalmente, sí, las molestas toallitas humedas. «Pero aquí aparece de todo: móviles, ruedas de bicicleta, televisores», comentaba Vázquez. Lo más curioso, «un txintxorro, que alguien tuvo que meter directamente en el colector. Ya imaginamos por dónde...».
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