Juanito Lekuona, de Kurpil Kirolak, ligó el mejor bacalao al pil pil
Cuarenta y cuatro cazuelas se presentaron a la cuadragésima edición del popular concurso que cada año organiza la sociedad Jostallu
- I.M.
- IRUN
Cuarenta años de competición han convertido el concurso de bacalao al pil pil de Jostallu en uno de los mejores. «En Gipuzkoa, el mejor», afirman los propios miembros del jurado, que son componentes de la donostiarra Cofradía Vasca de Gastronomía y, por tanto, poco sospechosos de pecar de parcialidad 'irundarrista'.
Lo dijeron después de la cata de las 44 cazuelas que se presentaron este año. Tuvieron dificultades para elegir la mejor y tuvieron que valorar «detalles muy pequeños» para acabar proclamando ganador a Juanito Lekuona, reconocido especialista en el pil pil que competía, en representación de la sociedad Kurpil Kirolak. Por su condición de irundarra, además del trofeo, la txapela de ganador y el lote de productos de Alcampo, recibió la copa que dona el Ayuntamiento, un botellón de vino y un lote de productos del comercio Bakailua, todo esto como mejor clasificado local.
Sol, hambre y sed
Ángel Ramajo, presidente de Jostallu, se mostraba muy satisfecho por cómo había resultado esta edición nº 40. «Hemos tenido un par de concursantes más que el año pasado y ha habido mucho público, pese a que un día tan soleado como el del domingo no es lo mejor. Desde luego, la lluvia sería peor, pero con tan buen tiempo, sobre todo después de días tan malos como hemos tenido, mucha gente se va a la playa». A pesar de que calculó a ojo que en la plaza podría haber menos gente que en los años de mayor afluencia, «la verdad es que en la txosna que monta la sociedad, el bacalao se nos acabó en un par de horas, antes que nunca, y la bebida salió muchísima también». Los datos apuntan a que quizá había más gente de lo que parecía o a que, dando por buena la experiencia de Ramajo en las estimaciones, la que se acercó lo hizo con hambre y sed. Para atender a todos los visitantes y para que todo saliera rodado «22 de los 80 socios de la sociedad se presentaron voluntarios en una larga jornada de traer, llevar, atender, servir, limpiar... que empezó antes de las ocho de la mañana».
Una de las novedades de este año fue el trofeo para la mejor cocinera femenina, que se llevaron Carol y Anabel, que cocinaban juntas por el Club Ciclista Irunés. «Esto no iba en detrimento de la clasificación general. Podían haber quedado entre las diez primeras del certamen y, además, haberse llevado este premio. Lo que pretendíamos», insiste Ramajo, «era llamar un poco la atención de las cocineras y animarlas a presentarse al concurso». El año que viene, ese premio extra «quizá vaya por otro lado: la salsa mejor ligada, la mejor presentación... veremos».
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