Las casetas vuelven al centro
Vendedores y clientes se muestran satisfechos por el regreso a Luis Mariano
- MAIALEN APARICIO
- IRUN
Los comerciantes de puestos ambulantes han vuelto al centro de la ciudad, después de varios años instalados en Ficoba y en la avenida de Iparralde. Su regreso a los jardines de Luis Mariano ha sido posible, entre otras cosas, gracias a las protestas que presentaron el año pasado. «Hemos sido muchos los que nos hemos quejado, pero el año pasado entregamos una protesta formal por escrito», recuerda Ana Álvarez, vendedora afectada. Y es que el centro ofrece más oportunidades para los, ya habituales, asentadores de las fiestas. La mayoría de ellos asegura que el público no está dispuesto a desplazarse única y exclusivamente para ver los puestos.
Uno de los atractivos del centro de la ciudad es, precisamente, la cantidad de gente que pasa por él, no sólo los habituales trabajadores, sino también algún que otro despistado turista. «Ser visto no implica vender, pero al menos tienes presencia en el día a día», afirma Ana Álvarez, asentadora desde hace tres años.
Horario ampliado
La antigua localización, en Ficoba y la avenida Iparralde, además de no ayudar a la llegada de público nuevo, limitaba el perfil de los consumidores. «Muchos de los que iban hasta las atracciones eran padres o abuelos que acompañan a los niños, pero no todos los puestos nos dirigimos al público infantil», explica Mayra Santellán. Ahora los puestos están a la vista de todos y al alcance de más gente, no sólo de niños o de un perfil determinado. La llegada de más público también afecta al horario de los vendedores, quienes están dispuestos a abrir durante la mañana y no sólo por la tarde, como ocurría el año pasado. «Antes sólo vendíamos durante una hora u hora y media, pero ahora podemos vender en cualquier momento», asegura David Martín, asentador veterano en las fiestas de San Marcial.
El público también es consciente de que la cercanía de las casetas asegura mayores visitas. «Por aquí pasamos casi a diario y posiblemente pasaremos cuatro o cinco veces más esta semana», confirma una clienta. Mientras que antes, las visitas se limitaban «a un par de veces por semana, como mucho».
La vuelta al centro también afecta al ánimo de los vendedores, que ven la oportunidad de reponerse de las pérdidas de otros años. «Casi no cubríamos los gastos», confiesa David Martín y añade: «Muchos dejaron de venir porque no les era rentable». Los vendedores también deben tener en cuenta el precio del alquiler de la caseta, muchas veces elevado para el número de ventas que realizan. «Parece que ahora, al venir al centro, vamos a cubrir gastos y algo más», manifiesta otro de los afectados.
«Competencia desleal»
Los vendedores de los puestos tienen que enfrentarse, también, a la competencia desleal de quienes, a diferencia de ellos, no pagan los impuestos requeridos, ni presentan los documentos necesarios para ofrecer sus productos. «Nosotros cumplimos con todo lo que se nos pide y nos colocamos donde se nos dice», recuerda uno de los comerciantes. Esta competencia desleal fue uno de los factores que llevaron a los asentadores a presentar una queja formal.
Los vendedores que al final decidieron quedarse y todos aquellos que prueban suerte un año más, acompañan al público transeúnte que, curioso, se acerca de nuevo a los puestos de Luis Mariano. Las fiestas comienzan con más alegría que nunca. Para los vendedores, empieza una nueva temporada, esta vez con más posibilidades y con esperanza renovada. Y para el público, con la promesa de acercar, otra vez, los tradicionales puestos de asentadores al corazón de la ciudad.
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