La obra en Juan Thalamas abre un nuevo recorrido peatonal en Artia
Se mantiene el aparcamiento pero el vial se transforma en una calle 20 en la que conviven coches, peatones y bicicletas
- IÑIGO MORONDO
- IRUN
El primer tramo de la calle Juan Thalamas Labandibar contaba con una 'vía de servicio' a la que se accedía desde la zona más próxima a Palmera Montero y habilitaba salida mediante incorporación a la GI-636 (la antigua N-1). Con aceras de metro escaso, aparcamiento y conductores que lo usaban como opción para ir hacia Behobia, este punto, frente al polideportivo Azken Portu, «necesitaba una actuación integral de mejora. Era algo que la AVV del barrio y los padres que llevan a sus hijos a la parada del autobús escolar venían demandando, un lugar en el que teníamos detectada la necesidad de actuar», explicó ayer la delegada de Movilidad y Obras, Cristina Laborda. Se programó una obra que mejorara el conjunto en cuanto a su aspecto pero que, sobre todo, «aportara seguridad a los vecinos».
Con una inversión de 187.000 euros, el ayuntamiento adjudicó los trabajos a Construcciones Otegui-Gaztañaga. Durante las últimas semanas, se cerró el acceso rodado al vial, se prohibió el aparcamiento y se limitó al mínimo imprescindible el tránsito de peatones.
Pero esta semana ya se ha recuperado la normalidad de acuerdo con las nuevas condiciones. No se aprecian las renovaciones de los colectores de saneamiento y de pluviales que también se han acometido, pero sí los cambios en la ordenación. El aparcamiento disponible sigue siendo el mismo, «sólo se han eliminado, porque no quedaba más remedio, dos plazas. Somos muy conscientes de la necesidad que tiene el barrio en este sentido», apuntaba Laborda. Para los coches, el cambio principal es que se ha eliminado la incorporación desde el vial a la carretera general, limitando por tanto el tráfico exclusivamente al aparcamiento, con acceso y salida desde el punto que antes era sólo de entrada.
Nuevo eje peatonal
Los cambios principales se han producido para los peatones, que ahora han tomado la calle en toda su anchura. La carretera y la acera se han equiparado en altura y no hay distinción entre una y otra. El pavimento claro utilizado en la capa final se distingue sólo del reservado para aparcar (de color negro), pero sobre él caminan los peatones, ruedan las bicicletas y pasan los coches, eso sí, a una velocidad máxima de 20 kilómetrso por hora.
«Era la única opción, dado el espacio disponible y con la firme intención de no eliminar el aparcamiento», comentaba la delegada. «La gente camina cómodamente y puede convivir con vehículos que van despacio. Además, respondiendo a la petición de los padres que llevaban a sus hijos al bus escolar, hemos ampliado la plazoleta y conectado de forma segura ésta con la parada». Para hacerlo, se ha diferenciado el cruce por el vial con colores diferentes y una imitación, muy lograda, de losas de piedra. Y precisamente ése es el punto en el que la calzada se eleva y cambia de aspecto para advertir a los vehículos, un refuerzo a las señales de zona 20 y de prioridad peatonal que se han colocado a la entrada del vial. También se han modificado los parterrres entre esta vía y la carretera general para que el acceso a la parada del autobús sea más cómodo y directo.
«No ha sido una gran obra, ha durado apenas un par de meses (quedan para terminar algunos detalles de pintura), pero creemos que los vecinos de Artia y los usuarios del polideportivo lo van a notar». Laborda destacó que «es la salida natural del barrio hacia el centro al bajar por las escaleras mecánicas, que tienen mucho uso», y tanto ella como los responsables técnicos de la obra destacaron «los muchísimos peatones que se ven pasar desde que se terminó la obra».
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