Los feriantes no sacan un balance positivo
«La feria es la que anima todas las fiestas» asegura Teodoro Malo, responsable de la churrería ambulante
Los vendedores y responsables de las atracciones de Ficoba perdieron público ante las actividades del centro
- MAIALEN APARICIO
- IRUN
Este año los asentadores de puestos dejaron la avenida Iparralde para volver al centro de Irun. Gracias a ello recuperaron la visibilidad y el número de ventas que habían ido perdiendo progresivamente en los últimos tres años. Pero a diferencia de ellos, los feriantes de las atracciones permanecieron en Ficoba, recinto ferial de Gipuzkoa, y han sufrido las consecuencias.
Teodoro Malo, feriante habitual que ha vivido 44 años las fiestas de la ciudad, advierte de la pérdida de público, en parte causada por el traslado de sus antiguos vecinos. «El público se había acostumbrado a bajar aquí por los puestos y, ahora que ya no están, nadie se acuerda de nosotros». Hasta ahora, ambas partes formaban un conjunto al que visitar en fiestas, pero esa unidad se ha perdido con los cambios de este año.
Por otro lado, el feriante también asegura que el buen trato con el Ayuntamiento se mantiene a nivel de contratación, ya que no les han puesto pegas para venir e instalarse. Pero que el malestar es más «cuestión de sentimiento, porque la sensación es que este año nos han abandonado».
Falta de visibilidad
Para los afectados uno de los principales problemas ha sido la falta de visibilidad que tienen. «No estamos mal, aquí hay sitio y se pueden hacer muchas cosas, pero si no nos ven, y si ni siquiera saben dónde estamos...», se queja Teodoro Malo. Para los feriantes la falta de visibilidad se debe, entre otros aspectos, al hecho de que este año el Ayuntamiento de Irun no haya colocado la señalización que indica el lugar de las atracciones. «Otros años ponían indicaciones para llegar a la feria desde el centro de la ciudad y a lo largo de la carretera». Las señales se colocaban en las vías cercanas a Ficoba y facilitaban la llegada de público nuevo a través de la frontera o de la antigua Nacional 1.
«Con la crisis, ahora viene menos gente de fuera, pero el problema es que este año no se han preocupado en atraer el público de ninguna manera», asegura Roberto Bermis, responsable del Bingo de la feria, y añade que «el año pasado pusieron el tren e hicieron conciertos y juegos para niños. Pero este año nada». Una de las posibles soluciones que ven los afectados es la de restablecer para el año que viene el tren que traía a los iruneses desde el centro de la ciudad hasta el recinto feriante. Para ellos el tren representaba una llegada constante de público que, consciente de que no tenía que subir la cuesta, ni sufrir el calor del verano, se anima más a visitarles.
Otro de los aspectos que habría favorecido hasta ahora a los comerciantes ambulantes eran las sucesivas obras en el centro de la ciudad. «El año pasado trajeron aquí los conciertos y demás actividades que se hacían en la plaza Urdanibia», rememora Roberto Bermis. Y es que, a causa de las obras, los entretenimientos no pudieron desarrollarse en los lugares habituales y tuvieron que ser desplazados hasta las instalaciones de Ficoba. Los feriantes ven en esas actividades una gran oportunidad para hacer caja. «Si hay conciertos, verbenas o juegos para los niños, la gente se desplaza hasta aquí, y eso, es bueno para nosotros», asegura Juan Manuel Ortega, dueño de la tómbola de la feria.
Un año perdido
Pronto los gastos superarán los ingresos, por eso algunos de los implicados ya se han planteado el cambiar la ruta o dejar de venir a la ciudad otro año más. «Como esto no cambie no sé qué va a pasar. Podría darse la posibilidad de no venir otra vez. Es grave que lleves aquí semanas y que sólo tengas un par de días fuertes», explica el churrero Teodoro Malo. Para otros, como Ortega, ha sido difícil recuperar las pérdidas: «Un día normal, medio bueno, puedes ganar 400 euros, pero por ejemplo hemos tenido días que sólo sacamos 12 euros, y otros de no sacar nada de nada. Cero».
Los feriantes de las barracas son conscientes de las limitaciones que tienen. Se trata de un gran conjunto de atracciones u otros puestos que ocupan unos 5.000 metros cuadrados. «Sé que es difícil, pero se podría abrir la posibilidad de llevarnos, otra vez, al centro tal y cómo estábamos hace unos años», recuerda Elisabeth Rodríguez, trabajadora del mesón. «Dan ganas de tirar la toalla. Muchas noches cerramos temprano, no por el horario establecido, sino por aburrimiento. Porque a partir de las 20.00 horas ya no venía nadie», asegura Teodoro Malo. Aunque, ahora mismo, los afectados sólo tienen una petición para el año próximo. «Sólo pedimos, que para la próxima vez, organicen cosas a nuestro alrededor, que nos tengan en cuenta».
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