Solemnidad, alegría... y bendita sombra
La Junta de Mandos del Alarde tradicional y la Corporación municipal renovaron el Voto en un solemne acto que tuvo lugar junto a la ermita de San Marcial
El intenso calor del mediodía no impidió que las campas de Aldabe se abarrotasen un año más
- JOANA OCHOTECO
- IRUN
Surtidores extra en varios puntos de la campa, ventiladores sobre el tablado de la ermita y botellines de agua y coca colas a diestro y siniestro. Pero lo más codiciado ayer, en el monte Aldabe, fue la sombra de los árboles. A pesar del calor, cientos de personas acudieron a renovar, 493 años después, la promesa 'del pueblo de Irun a San Marcial.
Porque en torno a esa promesa gira todo lo que ocurre en esta ciudad cada 30 de junio. Al filo del mediodía y con el sol en su punto álgido, la solemnidad se hizo un hueco en medio del ambiente festivo: el general, comandante, demás miembros del Estado Mayor, cantineras y mandos de las compañías desfilaron hasta el tablado frente a la ermita de San Marcial, bajo la imagen del santo. A través de la megafonía, se recordó a los centenares de personas que se agolpaban el motivo por el que, año tras año, el 30 de junio es lo que es. Promesa, petición de protección a la ciudad, emoción... Ciertamente, en esos momentos el calor de los corazones se impuso al del sol.
No obstante, la Junta de Mandos tomó precauciones especialmente hacia las cantineras y, este año, permanecieron sentadas durante el acto en lugar de en pie. Se levantaron, eso sí, para una a una avanzar hasta el centro del tablado y depositar allí un ramo de flores. También lo hicieron el general, Iñaki Arruabarrena; y el presidente de la Junta del Alarde, José Antonio Apalategi. No faltaron otros elementos del guión como las descargas de Artillería o las voces de los cantores del coro de San Marcial.
Llegada de la Corporación
Los sones del 'Alkate soinua' anunciaron la llegada de la Corporación municipal. Precedidos por los txistularis y los maceros, los concejales desfilaron también hasta llegar al tablado frente a la ermita. Para muchos de ellos, y tras las recientes elecciones municipales, era la primera ocasión en que participaban en el acto. La emoción se reflejaba en muchos de los rostros y en las miradas cómplices. David Soto, el edil más joven de la Corporación, fue el encargado de portar la bandera de la ciudad. Tras los «Gora Irun! Gora San Marcial!» que proclamó el alcalde, José Antonio Santano, los concejales se retiraron.
«Hemos llegado al final de este acto; el Voto ha quedado renovado», anunció la megafonía. «Podemos continuar con el Alarde tras haber respondido con sentimiento y fé a la confianza que nuestros mayores depositaron en nosotros».
Y cumplido el deber, se desató la fiesta... O se descansó. Algunas cuadrillas no perdieron ocasión de bailar al son de la trikitixa, pero no pocos no pudieron resistirse a echar una cabezada a la sombra de los árboles. Ni siquiera era la una de la tarde, pero es que el día había empezado muy pronto y el calor había contribuido a aumentar la sensación de cansancio. Las botellas de sidra y los pintxos de txistorra y tortilla se consumieron en cantidad; pero lo cierto es que ayer también los botellines de agua y los refrescos fueron muy, muy demandados.
Las cantineras también buscaron el refugio de la sombra una vez concluido el Voto y tomadas las fotografías oficiales, en la trasera de la ermita. Todas ellas destacaban lo bien atendidas que estuvieron por sus compañías: «nos han cuidado muy bien. Me llevan siempre que pueden a la sombra, me traen agua...», explicaba Oihana Elosegui (Meaka).
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